POV EVELYN
La posibilidad de que un tío semidesnudo aporrease, como si fuera la vida en ello, la puerta de una casa ajena, era prácticamente inexistente. Pero la posibilidad de que un tío semidesnudo hiciese eso mismo en la puerta principal de mi apartamento, era altamente probable. Y por supuesto, la posibilidad de quedarme de puertas afuera junto a dicho sujeto, era la idea más inconcebible y absurda que podía imaginarme.
Sin embargo allí estaba. Mejor dicho, estábamos. Señor semidesnudo y yo sentados el uno frente al otro a ambos lados en el pasillo del quinto piso de un edificio de la ciudad de Barcelona. La explicación de cómo habíamos llegado a aquella situación no era otra que mi compañera de piso y "amiga" Cassandra Pevensi. Una auténtica zorra americana. De las de verdad. De aquellas que no tenían ningún tipo de reparo en cometer actos alevosos contras sus preciados colegas.
Esta vez había ido a traición, saltando directamente a la yugular. Había aprovechado que me había olvidado las llaves dentro y ni siquiera tuvo la decencia de abrirme y dejarme entrar. Todo por una maldita discusión mañanera sobre la factura del teléfono que había ascendido notablemente de lo que cada mes acostumbrábamos a pagar. Para colmo (aquello ya era tener muy mala suerte) los otros dos compañeros con los que convivía no se encontraban en casa. ¿De qué coño servía vivir con tres personas más en un apartamento si no estaban cuando hacían falta?
Por el rabillo del ojo, observaba de vez en cuando como el chico me clavaba la mirada desesperadamente. Desconocía la razón de porqué mi chalada amiga le había echado fuera, dejándolo únicamente en calzoncillos. Aunque, en realidad no me importaba demasiado. Los tíos que se follaba Cass solían ser unos cretinos y aquél tenía toda la pinta de ser un auténtico imbécil, de los de verdad.
─ ¿Y tú porqué aún no te has ido? ─ le pregunté descaradamente, molesta por la situación en la que me había visto envuelta.
─ ¿No lo ves? ─ levantó sus manos volviendo a enseñar su marcado abdomen, músculos y bablabla. Que sí, tío, que ya te he visto bien. ─ ¿Crees que puedo salir así a la calle? ─ añadió él exasperado.
─ ¿Y crees que a mí me importa eso?
Rodeé mis ojos y suspiré. Él se quedó pensativo durante un buen rato. Finalmente, aburrido tal vez, decidió hablar de nuevo.
─ ¿Cómo te llamas?
El gran interrogante que me planteé fue que su súbito interés en mí (cuando hacía escasos par de minutos no parecía ser para él más que un objeto decorativo del pasillo) podía deberse a que quizás, de pronto, él hubiera caído en la cuenta de que podría añadirme a su lista de conquistas, y no desaprovecharía la oportunidad.
─ ¿Por qué quieres saberlo? ─ dije de todos modos.
Me sonrió sesgadamente y movió su cabeza en el preciso instante en que apareció Oddette Bruni, acaparando toda nuestra atención. Nunca pensé que podría estar tan feliz de ver a la francesa en un día cualquiera.
─ ¡Joder, tía, me has salvado la vida! ─ exclamé efusivamente con los ojos como platos y la cara contraída en una gran sonrisa levantándome del suelo.
─ ¿Eh? ─ se detuvo a observar al tipo que me acompañaba, no obstante, no le dio mucha más importancia que la requerida (ruborizándose un pelín, como no), puesto que no era la primera vez que sucedía algo parecido. ─ No seas exagerada Evey. ─ hizo una pausa sacando sus llaves del bolso y dirigiéndose al chico ─ ¿Qué tal, Jack? ¿Qué haces aquí?
A pesar de conocerla por más de año y medio, su acento francés nunca pasaba inadvertido cuando hablaba en un español sobrado. Un momento. ¡Se conocían! Esto era nuevo y ultra inusual.
─ ¿Os conocéis? ─ inquirí extrañada y sorprendida a la vez.
─ ¿No te lo ha contado Cass?
Más que las cuentas telefónicas no, pensé. Le cogí las llaves de la mano para meterlas en el agujero y abrir la puerta. Oh, por fin en casa.
─ No ¿Qué me tenía que contar? ─ continué.
Me sentí molesta porque ella estuviera enterada de algo que concernía a todos, al parecer. El chico llamado Jack, se posicionó detrás de nosotras entrando en el apartamento y la morena se giró hacia él, con cierta complicidad. Volvió mi mirada hacia mí para responderme.
─ Es nuestro nuevo compañero de piso ─ dijo alegremente dejando yo las llaves en un cuenco de cristal que había en el mueble de la entrada. ─ Me lo presentaron ayer por la tarde cuando tú estabas de compras en la Maquinista.
─ ¿Desde cuándo? ─ desvié mi mirada hacia el tío.
─ Desde que es el nuevo compañero, evidentemente.
A Jack se le escapó una risilla mientras se iba dirección a las habitaciones. ¿Qué clase de confianzas eran esas? Cómo si ya fuese uno más de nuestra "familia".
─ Odd, deja tus bromas por una vez ─ le dije seriamente ─ ¿Cómo es que no estaba enterada?
─ Hoy mismo iba a venir con las maletas para instalarse. Te lo íbamos a decir, lo juro. ─ se besó los labios. Suspiré no muy sonoramente.─ Pero no tengo idea de qué hacía aquí antes de que estuviera previsto que viniese al apartamento.
─ ¿De verdad no se te ocurre el porqué? ─ dije con cierta altivez.
Nos fuimos a la cocina para colocar la comida que había comprado Odd en el Consum de forma ordenada en la nevera. Ante el silencio de mi amiga, respondí.
─ Es obvio, Cass ya se lo ha follado ─ añadí cogiendo un pack de yogures y colocándolos en el frigorífico.
La morena frunció los labios, no de asombro precisamente. Había algo más.
─ Vaya con Cass ─ rió mientras me iba dando bolsas de ensalada ─ Me prometió que no lo haría.
─ Ahí tienes una prueba más de que no puede resistirse a la carne nueva... ─ dije irónica.
Y juntándose las "ganas de comer" (Cassandra) con el "hambre" (el tal Jack) ahí tenías el resultado.
─ Chicas ─ apareció Jack asomando la cabeza por la puerta de la cocina ya vestido y arreglado. ─ Voy a por las maletas de mi piso, estaré de vuelta antes de que podáis echarme de menos.
Por mí no te preocupes, como si no vuelves.
─ Vale ─ dijo Odd tapándose una risa tímida. ─ Hasta luego.
Al oír la puerta cerrarse, me quedé mirando a la morena.
─ ¿Pasa algo?
─ Que no me gusta, eso pasa ─ bufé cerrando la nevera. ─ Y ya pillaré a Cass para que me explique esta incorporación en casa sin consultarme.
─ No te adelantes, amiga, dale una oportunidad. Parece majo.
─ No confundas majo con que te atraiga. ─ advertí elevando un dedo.
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De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...