El sol había caído ya y todos estábamos en una habitación distinta y cada uno a lo suyo, divididos. Shui estaba en su cuarto escuchando música (70% japonesa) con los auriculares puestos y comiendo de los chocolates que le traía de mi facultad, Jack entretenido viendo la televisión en el sofá, Cass pintándose las uñas en nuestra habitación y yo me adueñé del lavabo. Me quité la pintura de la cara con el combinado de la francesa y luego me di una larga ducha disfrutando del agua correr por mi cuerpo y del jabón en mi cuero cabelludo, el cual me masajeé con mis manos durante más del tiempo necesario. Realmente no necesitaba asearme o lavarme el pelo pero después de lo vivido hacía unas horas, me sentiría mancillada e impúdica si no lo hiciese. Quería renovarme por dentro y por fuera (lo primero si fuera posible), irme a dormir aquella noche siendo otra sin dejar de ser a la vez la misma de siempre. Me froté bien en la zona de mi sexo con la esponja para no dejar ni rastro de la acción que hubo allí, de las partes de Jack acariciándome hasta el orgasmo...
BASTA. Me hice un lavado mental también para olvidarme de todo, o al menos intentarlo.
Al salir envuelta en un azulado albornoz y la melena castaña recogida en un tubo hacia arriba con una toalla pequeña, la casa ya se había revolucionado. ¿No podíamos estar ni siquiera más de dos horas amansados? Ya había oído la voz de Cass incluso con el potente y sonoro chorro de la ducha acaparando mi atención minutos atrás. En aquél entonces me estaba aclarando el pelo cuando todo empezó. La llegada de Odd marcó un antes y un después en nuestra humilde morada del caos. ¿Qué había sido esta vez?
─ ¡Evey, por fin sales! ─ dijo Cass sentada de manera india en su cama.
Me giré desde el pasillo para verla a ella y a la francesa. La rubia sacudió una mano, reclamándome que me acercase.
─ Ven. Lucas me ha preguntado si no te has derretido bajo la ducha.
¿Lucas? ¿Acababa de decir Lucas?
─ Dile que he salido entera y de una pieza.
Odd sonreía mirando la pantalla del portátil que tenían delante encima de dos almohadas como si fuese una figura en un altar a la que estaban venerando. Shui asomó por la puerta de su guarida aun con los cascos tapando sus orejas pero inmediatamente se los retiró para prestar atención a lo que sucedía a su alrededor. Me giré y me quitaron las palabras de la boca pues la ex animadora volvió a alzar la voz. Decir las palabras "gay" y "Skype" bastó para que la entendiese el japonés. Al parecer nuestra comunicación empezaba a reducirse a límites ya preocupantes. ¿Qué costaba decir una frasecita más elaborada? A este paso nos hablaríamos a base de "ahá", "yeah", "mmm" o "ooh" y tal vez con algunas interjecciones más que no superasen las dos sílabas. Eso, sumándolo con los innumerables gestos habidos y por haber que podíamos llevar a cabo para que nos entendiéramos. Un poco lamentable ¿no?
Jack acudió segundos después porque ante el llamamiento de Cass al resto de la "manada" nadie quedaba exento. Éramos unos especímenes en extinción y convivíamos en una selva llena de peligros y obstáculos. No teníamos flora pero sí una fauna variada. A nadie le gustaba quedar excluido (me incluyo) de lo que sucedía en este apartamento de estudiantes. Aquí todos tenían que enterarse de todo, de una manera u otra. Por suerte, todo era una palabra demasiado amplia que no abarcaba ciertas cosas y le dejaban a una un pelín de intimidad que quedaba salvaguardada. No por ello en peligro constante, claro. Recé para que mis secretos siguiesen en su recóndito lugar bajo llave.
Al parecer acaban de conectarse con nuestro anterior compañero de piso vía Skype. Era algo que había que celebrar porque con la diferencia horaria entre España y países del norte como Finlandia, las probabilidades de coincidir se reducían y mucho. Ver que Shui pasó delante de mí sin hacerme ninguna expresión significativa o comentario, me relajó. Debo suponer que no me ha oído cuando grité a los cuatro vientos "¡Pero serás guarra!¡No hemos follado! Jamás podría con... blablablá." Los cinco acaparamos toda la cama de Cass sentados enfrente del ordenador que estaba conectado con un cable a la luz para que la batería no nos dejase tirados. La francesa se mordió el labio apartando un poco su cuerpo para dejar a Jack un hueco de manera que pudiese contemplar la imagen en movimiento de un chico de pelo rubio platino y rizado.
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De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...