El panorama se presentaba de la siguiente manera: Jack, Roy, Shui, Cass, Victor y yo nos iríamos a las afueras de la ciudad donde había un circuito de cars. Montar en uno de esos coches costaba caro pero gracias a unos tiquets de Victor, nos saldría a la mitad. Por otra parte, Odd, ya manifestó el día anterior su plan alternativo para el domingo donde no encajaban los coches ni ninguno de nosotros. Temas de universidad aparte.
Me desperté antes que la americana pero después que el japonés. Eran las nueve de la mañana. Mi compañero de piso estaba en la cocina poniendo en marcha la máquina para el café y enchufando el microondas. Me dispuse a coger un vaso del armario.
— Buenos días Shui.
Él estrenó una bolsa de galletas de chocolate y volcó el contenido en una plato hondo. Probó una.
— Ah, Buenas Efffy— saludó con la boca llena.
Me eché a reír.
— Ahora soy la chica esa de la serie Skins. Muy bonito— bromeé cogiendo una galleta.
Shui terminó de masticar y habló sacando un vaso humeante del microondas cuando éste pitó. Seguramente su habitual té verde súper amargo.
— Me has pillado comiendo. Están muy ricas, pol cielrlto.
Como no había mencionada del personaje de Effy de aquella serie de mi país, no mencioné nada más.
— Ya, ya... No pasa nada— coloqué el vaso debajo del chorro de la máquina—. Las compró Odd el otro día.
Shui tomó asiento con su té y dejó el plato de galletas en el centro de la mesa. De pronto, el timbre de casa sonó y el japonés se levantó rápidamente a abrir. En ese instante, el gemelo Donovan deambulaba con tan solo una camiseta y los calzoncillos por el comedor. Caminó descalzo detrás del japonés, como un perro cuando escucha el timbre, aunque no tan eufórico ni con la lengua colgando.
— ¡Lucas! — caí en la cuenta apartando el vaso de café de la máquina y dejándolo en mi lugar en la mesa.
Corrí hacia la entrada y le vi en la puerta.
— ¡Buenos días ragazzos! — dijo entusiasmado con sus dos maletas en el suelo—. Tal y como prometí, aquí estoy.
— Enhorabuena, rubio— saludó Roy chocándole una mano.
— ¡Qué bien! Aun no habíamos empezado del todo a desayunar— secundó Shui.
Este italiano siempre parecía llevar un armario encima. Se traía de todo y más. Al ser del otro bando (aunque eso no era ciertamente una explicación justificable), casi tardaba igual o más que una mujer en arreglarse y qué decir de la ropa... No soportaba la idea de repetir pantalón más de dos veces por semana. Lucas era muy así, le gustaba vestir bien, lucir bien y oler bien.
Así que, imaginaos la de prendas que llevaría comprimidas en esas dos maletas de grandes dimensiones. Con tan solo una de esas teníamos para toda mi familia para irnos de vacaciones a algún lugar unos cuantos días. Lucas era otro habitante más en aquella fauna humana universitaria. ¿Y ahora qué haríamos?
Tenía que despertar al resto porque el problema nos acechaba cada vez más y cuando estuviese demasiado cerca, será demasiado tarde. Y luego "ay, Evey" y sus consecutivos lamentos. Aquí sobraba gente y había que ir desalojando porque si ya de por sí con cinco personas íbamos normales de espacio ahora ya ni os cuento.
No pude ocultar mi sorpresa al ver como se presentaba en casa.
Le di dos besos y le invité a entrar, faltaría más. Recordé que dijo que vendría a desayunar y no tardé en meterme en la cocina para prepararle un café. Mientras tanto, Shui y Roy se habían introducido en una conversa sobre coches. El italiano al parecer no estaba muy puesto en el asunto, lo suyo era el tenis o la natación. Y ya éramos dos.
![](https://img.wattpad.com/cover/125323796-288-k685877.jpg)
ESTÁS LEYENDO
De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...