CAPITULO 21 - DE CÓMO EVEY PILLÓ A JACK

866 48 14
                                    

Iba arrastrando el carro de la compra bajando por una rampilla que había al salir del supermercado Consum. Habíamos dejado a la señora Cobos proseguir con sus quehaceres en la zona de pescado congelado. En mi reloj de pulsera marcaban pasadas la una y media del medio día. Hacía un sol abrasador signo de que la primavera cobraba dimensiones más próximas al verano que al invierno. Y es que, estábamos en abril.

A pesar de que era relativamente pronto, tenía hambre. En los últimos días la nevera estuvo prácticamente vacía ya que tras el cumpleaños de Shui nuestra economía nos obligó a tirar un poco de reservas y comer Kebabs o bocatas en sitios baratos. Puff. Eso engordaba una barbaridad si se hacía con regularidad. Un día a la semana o estando de exámenes se entendería pero gracias a que yo no era de gran estómago, podía permitirme comer a deshoras o porquerías varias. Llevaba ya unos minutos por la acera empujando hasta que decidí revelarme.

─ ¿Pensáis dejarme todo el trabajo a mí? ─ gruñí a sus espaldas.

La pareja, claro estaba, volteó sus cuerpos hacia atrás callando de repente.

─ Estamos repasando las cuentas. ─ respondió Jack serenamente con un tiquet en la mano.

Sí, y voy yo y me lo creo. Cass asintió con la cabeza y yo rodeé mis marrones ojos exasperada. Estos dos tenían el récord de irritar a cualquier, más el simio que la ex-animadora. Arrugué la frente y retiré las manos de la barra. Con la barbilla bien alta y los hombros puestos en su sitio, eché a caminar hacia el portal de nuestro edificio que estaba casi al final de la calle.

─ ¡Eveeey! ─ me llamó la rubia a lo lejos.

─ ¡Podéis los dos solos! ─ grité volviendo a andar hasta llegar frente a la entrada.

Rebusqué las llaves en mi pequeño bolso cruzado que llevaba pero preferí llamar al interfono. Piqué en el número 5º2º y esperé.

─ ¿Sí? ─ fue la voz inconfundible del japonés.

─ Abre, somos nosotros.

─ Ah, Evey eles tú. ─ sonó un zumbido entre la puerta y empujé. ─ ¿Ya?

Ésta se abrió y escuché como Shui colgaba después de mi otra señal verbal de "ya". Nada más decir aquello, Jack y Cass se presentaron delante de mí con el carro. Mi cuerpo les barraba perfectamente el paso para penetrar en el interior de la portería al lado de los buzones. No nos dijimos nada, simplemente me hice a un lado y ellos cruzaron por mi derecha. El contratiempo vino después, por si no hubiera tenido poco con lo sucedido en el supermercado. De los dos ascensores, uno parecía no llegar jamás (estarían usando para un traslado de muebles) y el que bajaba para recibirnos era demasiado pequeño para caber los tres y el carro. Al darnos cuenta de eso, nos observamos lo unos a los otros. Yo me oponía rotundamente a subir cinco pisos a pie, que eran seis en realidad sumando el "entresuelo".

─ Venga va, alguien tiene que subir las escaleras, no cabemos todos. ─ se animó a decir el moreno.

Cass se toqueteó el pelo y empezó a quejarse de un supuesto tobillo maltrecho. Qué casualidad que lo tuviese frágil cuando hacía un rato se puso a correr por el supermercado para pillar la oferta de carne. Jack soltó una carcajada y la mandó ponerse de pie con solo una expresión en la cara.

─ Yo paso de subir escaleras. ─ sentenció finalmente ella cruzándose de brazos.

Cuatro pares de ojos me escrutaron el rostro y sacudí enérgicamente la cabeza levantando las manos.

─ Yo tampoco ─ dije rápidamente. ─ Creo que deberías echarlos a suertes.

Así quizás, con un poco de ventura, me libraba. Además de que no corría el riesgo de que se conspirara contra mí con el fin de dejarme fuera del ascensor. Porque algo me olía entre mis dos compañeros de apartamento tan bien compenetrados en hacerme la existencia imposible. Quedaba poco para que el elevador abriera sus puertas. Cabía la posibilidad de que se colasen y me robasen el hueco. De eso nada. Tomé posición estratégica pegada al carro.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora