CAPITULO 2 - ¿JACK? ¿QUIÉN ES JACK DONOVAN?

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Cabello negro, corto y flequillo en punta. Ojos de un azul cielo. Complexión robusta aunque no exuberante a la par que trabajada y fibrosa. Aproximadamente casi un metro noventa de altura que sería bien usada para cuando tuviese que echar mano de la caja de cereales de los armarios de la cocina, entre otras cosas, o ajustar el brazo de la ducha (demasiado inaccesible para mí u Odd), por ejemplo. Así era, a simple vista y grandes rasgos Jack Donovan. Yo ya le había analizado la media hora que me tocó aceptar su compañía en el pasillo pero no en un examen tan crítico. Porque quién me iba a decir que sería mi futuro compañero de apartamento.

Sin embargo, aunque todos lo acogieron con los brazos abiertos, seguía habiendo ese algo que no me cuadraba en la perfecta estampa que observaban mis ojos café, pues tras estudiar su físico, reparé en que no me gustaba nada de nada, menos que al principio si eso era posible. Ni lo más mínimo. Incluso me atrevería a decir que mi irascibilidad se encontraba en modo "alerta máxima" más aun cuando me lo vi incorporado en la mesa para cenar esa misma noche.

A mí me molestaba mucho que alguien a quién no conocía y a quién no tenía el interés de conocer nunca, se presentase en mi casa con un par de maletas en mano (cuando dijo que volvería) y yo deseé que le atropellara un coche por el camino. No lo toleraba. Y como veía que ni Cass, que se estaba comiendo a Jack con la mirada al igual que si éste fuese un Adonis del sexo, ni Odd a quien se le había coloreado la cara de rubor cuando le tocó sentarse a su lado en la cena, iban a hacer o decir absolutamente nada, debía intervenir yo en algún momento dado, para expulsar mi desaprobación, que para eso estaba aquí, la menos descerebrada de entre las descerebradas y defendiendo mi territorio por el que pagaba 200 euros.

Alto ahí, forastero dije levantando una mano, como en el viejo oeste Aquí el aforo no es ilimitado.

Ante mi comentario, Jack esbozó una sonrisa torcida frente a la puerta del lavabo a la que los dos queríamos acceder. Sus ojos adquirieron un brillo divertido, casi malicioso. Estaba segura de que todos, incluso el japonés Shui (que aun tenía dificultad con el vocabulario español) reconocían que esta había sido la frase más absurda que había dicho en mi vida. Lo que no sabían era que mi padre me obligaba a ver esa clase de películas con él cuando era pequeña y eso había mellado en mi persona. En realidad, nunca me había gustado el cine del lejano oeste.

Mayamoto se dirigió hacia el primero que salía por la cocina con un bol de palomitas No me habías dicho que vivías con la reencarnación en femenino de Buffalo Bill. ironizó el usurpador de viviendas.

¿Qué se creía este? Todos en el salón estallaron en risas. Antes de que fuese demasiado tarde aproveché esos escasos segundos. Di una zancada, entré en el baño y cerré la puerta en sus narices. Jack golpeó la puerta un par de veces.

Querida Evey, eso es jugar sucio.

Déjame cagar a gusto.

A ver si así me dejaba en paz.

Vale, vale, pero echa fufu después ¿eh? No quiero morir intoxicado. Ni yo ni todos. gritó al otro lado.

Medio abrí la puerta para observar su expresión burlesca y oír risas de fondo, más altas todavía. Incluidas las de Odd, que solía ser una persona considerablemente seria cuando le tocaba tratar con hombres del tipo "ligues de Cass" aunque este fuese un caso especial porque resultó ser compañero de piso. Yuhu, pack completo. Mi amiga, se reía como una desgraciada. Claro, porque eso era lo que eran. Unos desgraciados que se carcajeaban de mi desgracia absoluta y humillante. Bueno, vale, que Shui me daba más alegrías que penas y Odd era una chica en la que podía confiar firmemente.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora