CAPITULO 8 - ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, SHUI! (PARTE I)

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Justo al entrar en casa, Cass y Odd estaban en el comedor inflando globos cerca de la mesa totalmente llena de bolsas de confeti, sombreros, collares, trompetillas, vamos, los típicos atuendos frikis de las fiestas de cumpleaños. Desde que tenía cinco años que odiaba todas esas cosas pero no era yo la que cumplía años , no tendría que soplar velas y recibir flashes mientras lo hacía. Jack fue el primero en hablar cuando irrumpimos su charla.

─ ¿Aun no ha llegado Mayamoto? ─ preguntó él.

Odd negó con la cabeza, ruborizándose levemente, mientras cogía una gran bocanada de aire para expulsarla dentro del globo que tenía entre sus manos. La rubia en cambio, se levantó con un puñado de ellos en la mano y cogió la mía y la del moreno para colocarnos unos cuantos en las palmas.

─ Unos para ti y otros para...ti ─ le guiñó un ojo a Jack y luego dejó a un lado su absurdo ligoteo al vernos quietos como dos estatuas. Hacia el ridículo, sinceramente. ─¿Es que pensáis quedaros ahí plantados o qué? Vamos, Shui llegará en cualquier momento ─ dijo con altanería dando una palmada mientras se daba la vuelta contoneando sus caderas más que de costumbre (seguro que porque estaba su "fracaso sexual" presente).

Iba a coger una silla donde sentarme a colaborar cuando la voz grave y pintoresca del simio a mi lado me lo impidió. Se acercó para susurrarme disimuladamente al oído y antes de que terminase la frase me aparté como si se tratase del señor maloliente y no del señor semidesnudo.

─ ¿No te molan las faldas y los tops ajustados?

Elevé una ceja, totalmente desconcertada, mirando hacia la terraza. ¿A qué venía eso ahora? En el momento en que vi hacia donde se dirigían sus ojos azules (culazo de Cassandra Pevensi), entendí todo perfectamente.

─ Ya hay suficiente con una ¿no crees? Acabarías empachándote con tantos melones y sandías. Y lo mismo digo con un semidesnudo por el piso, soy alérgica a los plátanos ─ respondí sin más avanzando hasta tomar asiento y empezar a hinchar globos.

Jack Donovan estuvo el resto del tiempo alejado de mí, sin dirigirme apenas la palabra, solo para cuando necesitaba las tijeras o algo que yo tenía. ¿Y si le cortaba los huevos con ellas? Haría un fabor al resto de la humanidad y más en concreto al sector femenino. No, era algo muy drástico y no quisiera que me hiciera algo parecido. No podría tener descendientes ¿o si? Se lo preguntaré a la estudiosa de Odd.

Entre los cuatros adornamos el salón, pasillo y recibidor antes de las nueve de la noche. Osea, después de una hora dándole que te pego a nuestros pulmones para luego darnos una recompensa tomándonos una Coca-Cola fresca mientras admirábamos nuestra obra casera desde la barra americana. Un surtido de colores salpicaba las paredes de color blanco y el techo gracias a los globos y guirnaldas que colgaban de ellos por un fino hilo casi invisible. Odd, a quién se le daba francamente de maravilla las manualidades y el dibujo, pintó sobre dos enormes cartulinas verdes (compradas en un bazar chino) un "¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS SHUI!!" en letras grandes y elegantes.

Estuvimos discutiendo (qué novedad) entre todos donde quedaría mejor hasta que lo tuvimos que echar a suertes y finalmente colocarla con celo encima de los cristales de los armarios del salón donde se guardaban con cura las copas y vasos más delicados y caros. Mirándolo por el lado positivo, nadie podría echar mano de esas "reliquias" que sólo usábamos en ocasiones especiales (excepto en los cumpleaños). En estos se decidió, después de que el año pasado en el Oddette nos cargásemos casi toda una vajilla del propietario del piso. Nos costó un riñón y medio (y unas cuantas broncas de nuestros padres), tuvimos que pagarla entre todos, por supuesto, y comprar otra nueva para restituirla por la antigua. Así que no estábamos para romper y destrozar el apartamento y su mobiliaria.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora