CAPITULO 16 - EL MUNDO ES UN PAÑUELO

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La punta del bolígrafo golpeó por enésima vez el folio de apuntes que tenía sobre la mesa. Después de la conversa con Donovan y la inmediata discusión con Cass por haberme hecho esperar fuera tanto tiempo aquella tarde, me fue imposible encauzar mi cerebro a la imagen de la anatomía humana que descansaba en el papel a pocos centímetros de mis ojos marrones. Cada nueva parte del cuerpo con nombre que lograba memorizar del dibujo, al cabo de unos minutos ya no la recordaba, en cuanto mis lucubraciones fuera de lugar (véase, últimas confesiones del usurpador de viviendas) irrumpían en mi cabeza. Suspiré dejando el bolígrafo a un lado cruzándome de brazos después. Hubiera preferido una y mil veces estudiar en mi habitación como de costumbre pero la idea de compartir un rato las mismas paredes con la rubia no me haría muy bien, y más cuando no quería dirigirle palabra alguna.

Así que tenía que usar el rincón de lectura de Odd, sentándome en una silla de la mesa del salón. Anochecía, el sol ya casi no se veía. Jack cruzó la puerta del comedor pasados diez minutos y me giré en la dirección correcta para percatarme de que se había cambiado de ropa. Unos jeans nuevos y una camisa de botones arremangada hasta los codos habían sido sustituidos por los pantalones rasgados y una sudadera que se puso por la mañana. Se veía bien.

─ ¿Sales? ─ lancé la pregunta deseando que no regresase jamás.

Usé además un timbre de voz bajo e inusual. Y debía reconocer que hubo algo distinto en nosotros, por primera vez desde que entró en este apartamento. Tal vez fuese el comportamiento de los dos, en la forma de mirarnos fugaz y desinteresadamente, o puede que mi nueva voz hacia él. ¿Estaba siendo cosa mía y de mi caótica mente? Sin embargo, la sensación que sentí cuando me dirigí a él fue...peculiar. Ya no podía verle con los mismos ojos de aversión y no aceptación de antes, por supuesto, no después de todo. Ahora les había sumado incógnita y mucha, mucha precaución. Saber que el tío al que no soportas actualmente más que a cualquier otra persona le atraes indiferentemente de si hasta el punto de haber sentimientos o no, no me provocaba más altanería.

La americana en mi lugar saltaría de alegría, ya que apuesto a que haría cualquier cosa por lograr lo que yo había hecho sin hacer nada. No me sentía mejor ni conmigo misma y ni con mi encanto y belleza naturales. Tampoco deseaba ser fea e ir como un adefesio, soy como soy, pero es que no me entraba en la cabeza cómo podía atraer y poner tonto a un espécimen como aquél, de aquella manera que me había dejado entrever con esos comentarios tan directos. Bien pensado, los tipos como Jack Donovan iban detrás de muchas. Eran los que estarían con todas y ninguna a la vez. No me convenía para nada. El interrogante iba más al hecho de porqué si nos caíamos pésimamente mal. La antipatía era mutua.

"Cachondo", "hormonas", "me pones" y "revolución" habían pasado a encabezar el listado de palabras que almacenaba en mi persona. A esta paso me iba a estallar de inquietudes, como si no tuviera bastante con lo que vivía cada día con esta panda de descerebrados.

─ Sí. ¿Quieres acompañarme?

Se rió, lo leí en su expresión. Fruncí el ceño. Su contestación tan carente de interés y plagada de ironía, nos devolvió a la misma situación, a nuestras andadas en los primeros días en el piso. Eso me reconfortó y alivió. Aunque una parte escondida de mí advertía que no le gustaba que Jack me tratase así. ¿Ahora tenía a un demonio y a un ángel luchando en mi propio cuerpo? La rubia apareció al instante cogiendo por un brazo al moreno. Se apegó a él como una mejillón a una roca, deslumbrando (o intentándolo más bien) con una sonrisa cargada de gloss rojo pintando sus comisuras y un vestido del mismo color.

─ ¡Te acompaño! Espero que no sea una molestia.

Jack no se inmutó ante la cercanía de la ex animadora. Ella tenía hasta mejor aspecto y todo, normal, se le salía una sonrisilla después de acostarse con un tío. A mí poca gracia me hacía. Nos llamamos hijas de puta hacía una hora y media escasa pero imagino que ya ni se acordaría y tampoco yo se lo tendría en cuenta. Cass soltaba tacos cuando se cabreaba y en cuanto a mí, bueno, en algunas ocasiones.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora