Esa misma noche, cuando todos estaban ya en sus respectivas camas y el único ruido latente en todo el apartamento eran las agujas del reloj de la cocina, volvía a retorcerme bajo las sábanas. Aun tenía resquicios en mi mente acerca del asunto que había ocupado toda la cena y el rato que estuvimos viendo la televisión hasta las once. Incapaz de conciliar el sueño, me giré enfocando mis ojos hacia Odd que descansaba plácidamente al otro lado, cubierta con las sábanas hasta el cuello. Su pecho subía y bajaba al compás mientras sus labios se curvaban ligeramente en una tímida sonrisa justo cuando la miraba. Y deseé por una vez, estar en su lugar. ¿Soñaría conmigo? Creído.
Suspiré, miré al techo y me pasé una mano por la cara. Era frustrante. Hoy precisamente me había tomado uno de los tés amargos y humeantes de Shui que decían que iba bien para dormir como un tronco. ¿Podría estar inmunizado a ellos? Porque después de la gran cantidad que había bebido (dos vasos era ya mucho para cualquiera de noche) parecía increíble como mi cuerpo no había caído rendido a sus efectos secundarios todavía. Algo me sucedía e iba más allá de lo físico. Tenía preocupaciones invasoras que me estaban carcomiendo lenta y "dolorosamente" y no lo negué, más bien lo supe al instante y por eso mismo, más rabia y frustración me daba conmigo mismo y lo que me ocurría.
Permanecí en silencio en la más absoluta oscuridad a excepción de las lucecillas de los móviles cargándose encima de las mesillas de madera que había entre mi cama y la de la francesa. Como si ésta última me hubiese hablado en ese instante, su voz me llegó de igual manera a pesar de pertenecer a un reciente recuerdo.
― Ai, me alegro mucho por Evey ¿Tú no, Jack? ― había preguntado una Odd soñadora mientras enredaba sus manos en su melena para hacerse una larga trenza.
En cuanto pronunció mi nombre de pila, me clavó su mirada almendrada peculiarmente diferente a la de la doctora risas, aunque ambas tenían el mismo color de iris. Tal vez su explicación residía por la forma de mirar de cada una, pues Odd tenía una mirada algo más apagada y pequeña por la forma de sus ojos, y en lo referente a la morena, resultaba ser mucho más expresiva, vivaz y... asesina por supuesto. A lo mejor fue mi propia percepción personal, por la cantidad de "flechazos homicidas" que había recibido por parte de Evelyn Rises en lo que llevaba de mes y medio aquí, lo que me había llevado a determinar con más exactitud esa diferencia entre ambas jóvenes. Añadir que, Odd tenía el físico típico de alguien de su país.
No tuve ganas de contestarle (no por ella sino por el tema más que cansino para mí), así que hice tiempo estirándome encima de la cama con las manos detrás de mi cabeza y dejé que la francesa siguiese hablando. Ella se había sentado a lo indio en la suya, continuando con su entramado peinado.
― Hace tiempo que la veía un tanto... ― había hecho una pausa queriéndose esconder cosas que lo más seguro no quería o no tenía aún la suficiente confianza para intercambiármelo, o simplemente, yo no debía saber.
¡Qué más daba! Que me contara lo que quisiera. Aunque habría preferido que no se hubiera callado, porque no olvidemos, se trataba de algo en la esfera más íntima de Evey (si podía llamarlo así). Odd en muchos sentidos seguía siendo retrotraída conmigo, no ya de por sí, por lo que le provocaba mi persona. El hecho de que no enfocase mis ojos tan seguidamente hacia su rostro para intimidarla todavía más, provocó que se sintiera más a gusto y se...soltase. Gracias Oddette.
― ...tú aun no habías venido a nuestro apartamento ― continuaba, cogiendo una cinta de un neceser para enmascarar su suave rubor de mejillas. Estaba graciosa cuando se sonrojaba. ― Pero desde que conozco a Evey, hará cosa de un año y pico, no ha salido con ningun chico. ― se inclinó ligeramente hacia mí y bajó el tono de voz.― Me había empezado a preocupar por su vida sentimental y todo.
ESTÁS LEYENDO
De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...