Me habían pedido que me quedase detrás del mostrador donde despachaban a los clientes y eso mismo hacía. Los dos guardias de seguridad intercambiaban palabras con otras tres dependientas más y la encargada, respecto la bisutería y la prenda que yo/Jack había sustraído/había metido en mi bolso de infraganti usando un beso de niño dulce como tapadera a su fechoría. Finalmente no fue nada de lo que pudiera dejarme marca de por vida; devolvieron los objetos y todo en orden. Pero con la huella emocional que se me quedaría gravaba (segura al 100%) al salir de la tienda H&M no. Un gran público (sólo eran diez personas pero eso para mí ya era demasiadas) aguardaba a mi reaparición rodeando a mis tres compañeros de piso los cuales parecían avasallarles a preguntas.
─ Ahí está chicos ─ dijo una mujer que arrastraba el carro con su hijo sentado.
La primera persona, y la única con quién deseaba hablar en aquellos momentos, se me acercó con una sonrisa que entonaba más preocupación que alegría, o quizás las dos cosas a la vez. Tratándose de la francesa, me lancé a darle un abrazo y comunicarle que el mal trago ya había pasado. Que no había sido nada... importante.
─ No lo entiendo ─ dijo separándose de mí ─ Yo sé que nunca robarías nada ¿qué hacía eso en tu bolso?
Buena pregunta. Cass y Jack se nos aproximaron dándome la enhorabuena cuando les resumí que como el intento de hurto no superaba ni los diez euros, el pequeño "delito" se reducía a nada, ni siquiera entraba a formar parte de él. Ahora bien, la cara de vergüenza a la que tuve que hacer frente en el interior de la tienda ante los trabajadores... ya no podía regresar en una buena temporada. ¡Con lo que me gustaba a mí esa marca de ropa!
─ Si no tenías suficiente dinero para pagártelo podrías habérmelo dicho, Evey ─ dijo la rubia con una amable sonrisa.
─ A veces me pregunto si tratándose de la tía con la que compartes cuarto desde hace dos años, aun no la conozcas lo suficiente. ─ contesté evitando encontrarme con la cara del moreno a mi derecha.
No quería hablar más del asunto así que nos dirigimos a obtener lo que habíamos venido a encontrar. El mosqueo que me guardé por lo que acababa de sucederme, mantenía todo mi cuerpo en la máxima tensión, para luego descargarlo en casa. De todas formas no dejaba que me tocaran un dedo porque a la mínima me daba cuenta de ello; dejó de importarme el regalo de Shui y ansiaba regresar al apartamento. Como no dábamos con el presente adecuado después de patearnos muchas tiendas, nos lanzamos a la última rezando con dar con un regalo decente. Ya le habíamos comprado un quid para la ducha, ahora faltaba algo que lo complementase e hiciese del conjunto un presente aceptable.
Llegamos a gastarnos alrededor de diez euros por cabeza cuando Jack dio el visto bueno a una sudadera con capucha de pull and bear. Se asemejaba más a lo que el usurpador de viviendas se pondría que no al japonés, con un estilo más tradicional. Aunque no podía hacer nada cuando Cass y Odd también aprobaron su adquisición al ver la sudadera en el cuerpo de Jack. Tampoco estaba tan mal, habría que ver si le quedaba igual al cumpleañero.
Ya en el piso pude respirar profundamente. Shui llegó a penas diez minutos después que nosotros y eso fue un punto a nuestro favor, pues así no hubiese sospechado nada de nuestra salida al centro comercial durante su ausencia. Miré el reloj que había en el salón cuando el cuerpo de Jack ocupó parte del sofá dispuesto a ver el primer canal que se le apareciese al encender el televisor.
Era hora de contraatacar.
Antes de mi venganza, me fui al lavabo aprovechando que estaba libre para hacer mis necesidades y limpiarme los dientes. Únicamente me quedaba enjuagarme la boca cuando el señor semidesnudo me irrumpió precipitadamente. ¡Hay que ver!
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De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...