No hacía falta saber de qué fuente había sacado Evey ese nombre. De pie con todas las maletas dentro del ascensor, alguien reclamó el elevador desde pisos superiores. Mierda. Me vi en la obligación de trasladar todo nuevamente al pasillo, de la forma más rápida y solo porque la morena no movió un dedo para colaborar por el bien común de los vecinos. Cuando terminé, ya tenía a una Odd eufórica abalanzándose sobre mí como si no me hubiera visto desde hacía años. Interceptó la respuesta que debería haber recibido Evey por mi parte, tras la pregunta que me lanzó como un disparo lleno de sospechas. Por suerte, me vino bien atrasar cierta información que no quería que fuese desvelada. Pero tarde o temprano lo sería, no podía aludir si ella había leído cosas... Ni siquiera había entrado en mis planes ese pequeño fallo, joder. ¡Descuidarme el puto móvil! Todo estaba saliendo mal. Fatal.
― ¡Sabía que no te irías! ¡Lo sabía! ― sus brazos rodearon mis hombros y su mejilla se quedó a pocos centímetros de la mía. ― Cómo me alegro de que hayas recapacitado. Ha sido por Evey ¿verdad? Ya te dije que....
A través del espacio que me dejaba la francesa, presencié de reojo como Evey se cruzaba de brazos observándome aun con aversión acumulada.
― Lo siento, Odd. No he vuelto para quedarme. ― hablé provocando que la castaña diese un respingo hacia atrás totalmente desconcertada.
― ¿Cómo? ― se volteó hacia su otra compañera buscando respuestas. ―¿Entonces...? ¿Alguien me explica?
Evey suspiró, descruzando sus brazos y moviendo de un lado a otro con la mano mi teléfono móvil. Su amiga captó la indirecta al vuelo y su rostro iluminado por la creencia de mi regreso, se esfumó en un santiamén. Plaf. Se apagó como una bombilla. El resto de compañeros del apartamento salieron uno detrás de otro por la puerta para enterarse de lo que ocurría fuera. Lo que quería que fuese algo de entrar-salir y sin que apenas se enterasen (coger el dichoso móvil y punto) resultó todo lo contrario. Tener la estampa huraña de Cass como último recuerdo sumado al de Rises...Qué decir. Sí. Todo un recuerdo memorable. Hay que joderse.
― No hay nada que explicar, Odd ― terció Evey en un momento dado acercándose a mí para entregarme lo que me pertenecía ― Se lo había dejado y ya está.
― Oh... ― exclamó con tristeza.
― ¿No te quedas? ― preguntó lo mismo Shui tras su llegada.
― No.
No les iba a mentir.
Ahí donde la veías, Oddette Bruni, la chica tremendamente estudiosa y gran amante de los libros más que de las relaciones sociales, salvo en lo referente a chicos que pisasen la habitación de cierta americana y Evey o Shui, se estaba mereciendo dos grandes besos en cada mejilla. Mostraba una cara de verdadera preocupación y eso solo podía significar que pese a saber que no habría nunca nada entre nosotros, me tenía aprecio. Más del que me imaginé alguna vez. Vamos, que en menos de dos meses la gente no solía encariñarse tanto con alguien. Pero es que yo, había que reconocer, que dejaba huella allá donde iba. Claro que, quien iba hablar, aquí el aludido, que se había encariñado más de la cuenta por error. O por tener en el fondo un corazón blando de mierda.
Mi respuesta hizo que Cass tomase parte en la conversa. Y no para bien, lamentablemente. Mira que le costaba perdonar.
― Bueno, pues ¿Nos vamos a la cama ya o qué? Son las dos y pico.
― Cass,a veces considero que deberías callalte en según qué momentos ― apostilló un japonés serio con el ceño fruncido.
Pocas veces pretendía enfrentarse al carácter fuerte de la rubia pero hoy Mayamoto me sorprendió. Menudo proyecto de chico gay estaba hecho. Iba a irme sin verle en plena actuación para atraer a las del sexo opuesto fingiendo ser de la otra acera. Siempre había sido algo que me había llamado la atención aunque nunca le presioné para que me mostrara sus técnicas de flirteo. Según Cass, cuando se ponía un día en el que salían, triunfaba. ¡Iba a perderme algo histórico! Bueno, siempre me quedaba el premio de consuelo conservando el video del día de su cumpleaños con la estrepitosa caída de la exanimadora como plato principal. No sería lo mismo, claro.Había que reconocer que dejaba atrás muchas cosas.
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De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...