CAPITULO 13 - JACK Y SU PRIMERA RAZÓN PARA ODIAR

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¿Era buena idea aceptar a Jack en terreno expuesto? Ya había observado el comportamiento del simio en nuestra selva (es decir, apartamento) y no aprobaba, decididamente no llegaba ni al cinco de la escala del 1 al 10. Con terreno expuesto me refería, por supuesto, a toda mi espalda hasta los límites de lo que empezaría mi trasero, porque ni borracha le dejaría que tocará más allá de ahí. Ya demasiado estaba permitiéndome plantearme la proposición del masaje. Es que no debería ni pensármelo, maldita sea. No y punto. Pero la realidad era otra. Lo necesitaba para qué mentirnos y mi cuerpo agradecería ese detalle para con mi querida lumbar maltrecha. Sino ya me vería sin poder pegar ojo toda la noche. ¿Mi orgullo o mi contusión? Por una vez había que ser objetiva y dejar a un lado las primacías personales.

Quería ese masaje, lo pedía a gritos mi cuerpo. Y me daba igual quién me lo diese mientras me relajase la zona. Era urgente. No había que darle más vueltas al asunto.

─ Sólo una condición, Donovan.

Seguí con mis ojos color café sobre los suyos mirándole sentada desde mi cama. Jack enseñó un poco sus dientes cruzándose de brazos.

─ ¿Cuál?

Con eso, ambos sabíamos que acababa de decir a lo que Shui había iniciado.

─ Qué esté Cass aquí también mientras me das el masaje. ─ decreté sin opción a objetar mi requisito.

Así estaba "protegida", no me pondría las manos donde no debiese. Pero eso pareció como si avivara los celos de la susodicha. Si ya se puso así con el beso, ahora con esto...¿estallaría o se contendría? A falta de Odd que era mi primera opción (se había marchado a la universidad), no me quedaba de otra. O era ella o estar sola con él y no. No. Además tampoco estaba sometiendo a la rubia a una tortura. No creía que armase un numerito (crucemos dedos), sólo se carcomería y se mordería el labio continuamente, ahogándose en comentarios y las ganas de lanzarse para ocupar mi lugar. Sólo eso. ¿Podría fiarme de ella? Tuve que darle un voto de confianza.

O si no, no había masaje. Aunque ¿estaba yo en posición de exigir nada? Qué estúpida. Yo en su lugar me hubiera negado a acceder ya que estaba en posición de decidir si daba masaje o no. Aunque claro, yo esta vez era la "lisiada", a pesar de eso Jack no vaciló. No resultó ser tan roñoso como lo podía ser yo. Vale pecaba de eso, en ocasiones, tampoco muchas. ¿Qué? ¿Lo aprobaba o no? Estaba con ganas de tumbarme en la cama ya. Por cómo no cambió su postura ni expresión, me decía que estaba aprobándolo sin problemas ¿no?. Si es que seguro que se moría de ganas de poner sus manos en mi cuerpo. Todos los tíos iguales. Si fuese el japonés en vez de Jack, no me tomarían tantas advertencias.

─ ¿Tan poco te fías de mí? ─ levantó una de sus oscuras cejas.

─ Sí ─ respondí seria.

No me había dado motivos para lo contrario. Le conocía del par de semanas. Me traía sin cuidado lo que pensase al respecto sobre mi desconfianza. Rodeé los ojos esperando a que entrase Cass por la puerta y me encontrase más cómoda en mi cuarto (o como mínimo algo mejor). O de lo contrario, viendo salir por ella a Jack y perdiendo mi oportunidad del día. No sucedió ni una cosa ni la otra. ¿Cómo se tomaría la rubia la noticia de ser la espectadora? El usurpador de viviendas enderezó la espalda.

─ Está bien, como mande la señorita Rises. ¿Algo más? ¿Unas pastas para acompañar? ¿O si prefiere puedo traerle un radiocasete para ponerle una nana?

Aquello último sonaba tremendamente suculento y apetitoso para mi salud mental (dejando de lado con el tonillo que usó al decir "nana"), que por cierto los últimos días había estado a niveles de caer enferma. ¿De ponerme música conseguiría evadirme de este mundo? Le fruncí el ceño y él abandonó la habitación. Me quité la almohada de detrás y la estiré en la cama. Levanté mi camiseta y la pasé por la cabeza. Luego me coloqué bocabajo en la cama con cuidado apoyando la cabeza en el edredón. La espera hizo que mi cabeza se embotara de multitud de preguntas, inquietudes y que sé más. La puerta se cerró y tragué saliva sin moverme para ver quiénes eran. Oí un plof sobre la mesita que había al lado de la cama de Cass. Giré el cuello. ¡Una reproductor! Al final resultaría que querían inundar las cuatro paredes de música lenta y agradable.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora