CAPITULO 30 - EL GRAN ESTROPEACITAS (PARTE II)

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POV EVEY





Me había dejado totalmente anonadada. Bueno, no tanto, solo un poco. En realidad, ni yo misma sabía. Jack solía ser tan asquerosamente súbito que nadie en este piso conseguía prever con qué te saldría al día siguiente. ¡Había tenido todo el día para hacérmelo saber! Cabrón. ¿Se podía ser más "destrozamomentos"? Tenía que soltarlo, así, en ese momento, de esa forma... Y no era sólo por lo que acababa de decirme sino porque, encima de no entender el cómo, había hecho que me quedara entre la espada y la pared emocionalmente. Esto no debería estar pasándome. Ya era para preocuparse de verdad.

¿Y ahora qué debería hacer? ¿Echar todo por tierra y dejar plantado al guapo repartidor de ahí fuera? ¿Y por qué diablos me planteaba algo tan de cajón? Desde luego que no iba a hacerlo por un imbécil llamado Jack Donovan. Irme con Luis por supuesto, pero, insistía, podría habérmelo dicho antes el simio. Porque, porque....¿Y por qué? Eso digo yo. Pues porque, maldita sea, hace unas semanas me lo hubiera tomado por el pito del sereno y como una total burla y desfachatez por su parte para fastidiar mi buena suerte (que tan poca tenía en mi corta vida). Llegados a este punto, en el que habíamos experimentado más allá de lo impensable y conocido cosas imprevisibles del uno del otro, no podía hacer como si hubiera dicho la hora o el tiempo que hacía.

Mi pregunta se había quedado en el aire, sin ser contestada de inmediato. Lo cual provocó que me pusiera más tensa todavía. Finalmente suspiré esperando que por lo menos se hiciera a un lado y me dejara coger lo que se me había olvidado.

― Pues eso, Rises, que te estoy proponiendo que cenemos juntos, algún día. Mañana, pasado, bah, cuando sea.

― ¿Y me lo dices ahora? ¿Pero tú qué te tomas o fumas, imbécil? ― le espeté con total rudeza.

― Me tomo el tiempo que necesito. Y ya sabes que soy de pulmones sanos ― respondió con orgullo, volviendo a su porte despreocupado, ese en el que parecía tener todo bajo control y se comía el mundo.― ¿Qué problema hay con mi proposición? ¿Es que acaso te he jodido la noche? ― dejó caer el interrogante, levantando las cejas un par de veces con una sonrisa bravucona y pequeña.

Arg. No lo aguantaba más. No lo pensé y le empujé con las dos manos para entrar al salón como un toro bravo. Agarré de camino el pintalabios de Cass y me lo metí en el bolso a prisa. Al pasar por su lado le contesté lo más serena posible por más que mi interior fuese una volcán a punto de entrar en erupción. Evey, calma, tienes una de las mejores oportunidades de tu vida y nadie te lo va fastidiar, ni mucho menos especímenes como ese de ahí delante.

― Para lo que te da la gana te tomas tú tu tiempo ― cogí una bocanada de aire ― Si lo que quieres es impedir que salga con Luis, te comunico que llegas un pelín tarde para ello.

¿De verdad pensaba que aceptaría salir con él algún día? ¿De verdad estaba siendo sincero o solo lo hacía por fastidiar? Ya que yo le hacía lo mismo cuando podía (si bien, hacía tiempo que había dejado dormir bastantes mis facultades para provocar que se largase del apartamento, ni siquiera tenía esas ganas de hacerlo), para mí no era algo trivial y le odiaría eternamente si sus intenciones interiores fuesen por ese camino. ¡Maldito Jack y su forma de ser!

― ¿Un pelín dices? ― repitió él detrás de mí. ― Si quisieras, estás a tiempo de decirle que no.

― ¿¡Pero qué...!? No, Jack. Las cosas no se hacen así. ¡Es que... es que no tienes ni la más remota idea! ― inexperto, un total inexperto además de cobarde, pensé. Muy gallito para metérmela pero un medroso cuando menos tenía que serlo. Nunca hice mal en calarlo desde el primer momento. Me giré, le encaré y me acerqué a su cara amenazadoramente.― Estúpido, estúpido, estúpido y más que estúpido.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora