Capté su indirecta a la primera, en cuanto me devolvió el cojín con la misma potencia o incluso más al ser hombre/chimpancé en fase de evolución. Si quería jugar a "choque de cojines", bastaba con que me lo hubiera dicho y punto. Aunque ni por todos los chantajes y oro del mundo accedería a compartir un momento de diversión con ese sujeto semidesnudo. Vamos que ni hablar. Ni de diversión ni de aburrimiento, ni siquiera el mismo techo. Eso último ya lo estaba incumpliendo pero no fue porque yo lo hubiese querido, se me impuso sin consultarme. Tendría que ponerme de nuevo a la faena y provocar que se marchase de nuestra humilde morada del caos. Los días pasaban, en un par cumpliría el primer mes en este lugar y no podía permitirlo.
Una vez más, debía recordarme a mi misma que estaba tratando con un mono de extensión cerebral reducida y no con un casi adulto estudiante universitario de empresariales como aparentaba al resto del mundo. Os preguntareis como alguien tan imbécil podía tratar con números y fórmulas diariamente, pues sí, no era un truco barato para asombrar porque encima sacaba unas notas impresionantes. De lo último me enteré en boca de Odd (fuente creíble, que de haber sido por la de Cass, hubiera sido de dudosa credibilidad), un día en el que se quedó unas horas a solas con él en casa y pilló su portátil encendido con la pantalla de su expediente abierto. Claro, ella no pudo evitar echar un vistazo y quedarse anonada con semejantes resultados y por consiguiente, contarlo a todos los demás con el mayor de los alucines reuniéndonos en su habitación.
Mal asunto era que el chico fuese buen estudiante pues eso sólo provocaría que la francesa cayese aun más perdidamente enamorada de Jack y que Cass no dejase su intento por follárselo. Y que yo, le aceptase todavía menos. Seguro que tenía algún grano en el culo, sólo habría que desvelarlo un día de estos y así se terminaría con tanta tontería del asunto del "atractivo" Jack Donovan que traía a dos tercios de las féminas en vilo.
Me froté la nariz y dejé el almohadón a un lado, echa una furia. La bienvenida que Jack le dio al nuevo día (un enorme bostezo de ballena) fue de lo más repelente. El tipo no se cortaba lo más mínimo.
─ ¿Has terminado?
─ Mmmm ─ dijo él cerrando sus labios sentándose como una persona civilizada en el sofá. ─ ¿Hay un vaso limpio por ahí?
Mi irritación ascendió hasta niveles estratosféricos. El salón había que decir que estaba hecho un desastre, la vil ruina. Tardaríamos un par de días en dejarlo todo en orden, o quizá más. En el suelo pude darme cuenta de los siguientes objetos dispersos: vasos de plástico, sombreros puntiagudos, restos de la tarta de Shui sin limpiar, globos, guirnaldas, manchas secas de alcohol y los famosos piñones. En definitiva, que para llegar al pasillo había que realizar una carrera de obstáculos. En vista de que no iba a mover un solo dedo por servirle nada al señorito semidesnudo, éste empezó a desplazarse por el comedor pateando con un pie cada cosa que se encontraba por el camino. Nunca hubiera sido el mejor momento para que picasen a la puerta, al menos, hasta que el piso estuviese en condiciones mínimamente presentables. Pero tampoco sabría decir cuál hubiera sido el idóneo.
Con una botella debajo del hombro que había cogido, abrí la puerta de casa unos cuantos centímetros, precavida. ¿Quién podría ser a estas horas?
─ Ah, ¡Buenos días! ─ saludó Patricia con las más resplandecientes de las sonrisas. Por primera vez desde que la conocía, jamás había lucido tan alegremente su dentadura postiza como hoy.─ ¿Puedo pasar u os pillo en mal momento? Traigo una cosilla para el cumpleañero que se va a chupar los dedos. Sí sí, fue ayer no hace falta que me lo digas, pero con el jaleo que teníais montado... no quise molestar.
Acunaba con sus manos una bolsa cerrada con algo abultado. Mientras asimilaba lentamente la imprevista visita de nuestra vecina, la pregunta de Odd acerca de quién era, se oyó gracias al eco hasta el otro lado del pasillo de la quinta planta en la que vivíamos. Me hice a un lado y la invité a pasar.
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De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...