CAPITULO 34: EVEY VS COMPAÑEROS

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Él la conocía a ella. Ella no le conocía.

Hablando físicamente e introspectivamente, por supuesto. Roy había investigado a los Rises y mucho más a su hija al saber que su padre le entregó el pendrive en el aeropuerto de Gatwick. Esa era la diferencia palpable en la forma de mirarse de cada uno mutuamente, hecho que nadie más repararía de no saber lo que pasaba en aquellos momentos en la mente de mi desestructurado hermano.

El rapado, con la desvergüenza habitual que poseía cuando se trataba de tías, esta vez no había ni rastro de pretensión o interés de ningún tipo en sus grisáceas pupilas (sí, tenía los ojos similares al humo que desprendía cualquier chimenea), habían sido sustituidos por aversión y recelo contenidos. No tardaría en explotar, lo leía en la ligera presión que ejercía en el lateral derecho de su mentón. Con su carácter de mierda e impetuoso tan característicos, estaba seguro que en menos de veinticuatro horas en Barcelona ya cantaría todo. Más de lo que ya se había desvelado. Y eso que de momento la que estaba enterada de mis asuntos era Evey. No quería imaginar en cuanto lo supieran el resto...

¿Pero como pretendía que les dijera a los demás, así sin más, que acababa de presentarse en el apartamento nada menos que mi gemelo y que estaba dispuesto a ocupar un plato más en la mesa? Nunca le había faltado jeta, desde bien pequeño.

- ¿Acabas de hacer lo que acabas de hacer, hermano?

Medio fruncí los labios para apaciguar esa oleada de risa que arrasó conmigo cuando Evey le contesto a su saludo y que había logrado que no se me escapara atropelladamente. Alce mis cejas, haciéndome el despistado hacia Roy.

- ¿De qué hablas?

- A mí no me hace ni puta gracia ¿eh? -contestó volviendo la vista hacia Evey aunque con un ojo puesto todavía en mí varios segundos más.

Vaya, al cabrón no se le escapaba una. No era aplicado en los estudios y siempre había sido el que había quemado los libros al terminar un año escolar y usar así las llamas para encenderse sus porros por afición. Pero astuto y ágilmente visual lo era y mucho. Además, no estaba demás añadir que había heredado el don de la memoria fotográfica de nuestra madre. Un prometedor humano intelecto en potencia echado a perder.

La pregunta que venía temiendo no tardó mucho más en llegar de los labios de la morena.

- Bueno, a ver - empezó ella dando un paso para posicionase casi entre los dos formando un triángulo - ¿Puedes explicarme qué ocurre y como has dejado entrar a este doble tuyo en el apartamento sin permiso? Creo que con uno ya tenemos suficiente ¿no crees, Donovan?

- ¿Me hablas a mí? - Intervino con una sonrisa gatuna Roy provocando que cerrase mi boca a punto de decir algo - Porque que yo sepa, Donovans hay dos - me señaló primero y luego a su pecho.

Oí un resoplido reprimido por parte de la chica y eso me puso en alerta. Roy y Evey eran mucho más incompatibles si cabe que entre ella y yo. Esto estallaría en cualquier momento.

- Sí tuvieras el pelo más largo, vistieras algo mas pijo, no hablases tan mal y no caminases tan despreocupado quizás y solo quizás, podría haberte confundido conmigo en la oscuridad, Roy - comenté.

Mi hermano se hizo el sordo con mis palabras y, por si fuera poco, prosiguió terminando de exponer su explicación al porqué estaba allí. No había algo que no soportase tanto de alguien del sexo femenino como que le contraatacase de aquella manera. Estaba claro que conocía de la historia de Evey pero nunca había tratado con ella. Bienvenido al piso, Roy. Él giró un poco la espalda indicando con el pulgar la puerta.

- Además en la entrada no hay ningún cartelito al respecto.

Se mostró tranquilo, indiferente con todo y demostrando ese pasotismo con el que se tomaba la vida en casi un 90%. En pocas palabras, su objetivo no era otro que sacarla de sus casillas. Evey puso las manos en jarras.

De porqué Jack odia a Evey © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora