POV EVEY
Todo me estaba resultando una completa subrealidad. Que si el gemelo de Jack, que si me dejo llevar por sus armas en mi habitación...¿Qué será lo siguiente? Me negaba fehacientemente a que un tipo al que no conocía (por muy parecido que tuviese con su hermano) invadiese nuestro espacio y se plantase tan campechanamente a comer en nuestro piso, autoinvitándose sin que nadie dijera nada, siquiera el propio simio. Que la cosa no estaba para invitar a gente y había comida la justita. De quedarse, como mínimo que nos pagase su parte. Y no era que yo fuese rácana o algo por el estilo, pero creo que eso demostraría algo de cortesía por su parte, que al parecer escaseaba por cada rincón de su persona.
Mi pulso estaba acelerado. Y como no iba a estarlo después del calentón. Odd, una vez más, había aparecido para avisarnos de que ya estaba todo listo y agradecí que lo hiciese en el momento preciso y no antes. Jack marchó con ella y yo me quedé sentada en la cama cavilando un rato más.
— ¡Eveyyyyy! — me llamaban desde la cocina.
Sin más remedio que levantarme y contestar, salí de mi cuarto para enfrentarme a los Donovans. Aquél día una rudimentaria olor se apreciaba de camino a la barra americana y se intensificó aun más al acercarme a la mesa donde ya casi todos estaban sentados.
— Cuéntanos, Roy. Va. Que queremos saberlo—. Pidió Cass moviendo sus pestañas largas y llenándole el vaso con la botella de cocacola.
Pero qué pelota. Me senté junto a Shui tomando una de las esquinas de la mesa y quedándome en diagonal con el señor semidesnudo. Enfrente tenía a la francesa que cortaba su trozo de pan en cachitos para mojarlo en la salsa del plato de canelones. La verdad es que hacer esa comida precocinada no tenía mucho misterio. Se compraba la bandeja y luego los dejaba haciéndose diez minutos al horno. Listo. El único mérito que podía llevarse la americana era haber hecho las dos ensaladas que adornaban la mesa y las pechugas a la plancha con queso encima. Esmerada o no, al menos se había encargado de toda la comida por una vez.
¡Eso había que celebrarlo! Pero con cierta presencia de por medio, lo que debería celebrarse es el premio al mejor hermano. Roy era si cabía un espécimen mucho peor que el propio Jack al que estábamos todos acostrumbrados.
— No es tan interesante como lo pinta mi hermano, Pevensi — intervino el moreno cortando su porción y llevándose un poco a la boca.
Me gustó no tenerlo cara a cara. No sé que hubiera hecho si hubiese tenido que soportar la carga de una mirada que revelaría demasiadas cosas. A estas alturas, fingir era pero que no demostrar lo que escondíamos. Sólo era cuestión de tiempo que...
— Por cierto Evey — intervino Shui girándose hacia mí y haciendo lo mismo toda la mesa, menos Roy que tan si quiera se inmutó —, hemos estado hablando los tres y...
— ¿Qué tres? — pregunté posando mi rostro en el japonés, la francesa y terminando en la rubia.
No supe para qué pregunté si ya lo intuí al instante.
— Nosotros — respondió Cass señalando a quienes había observado antes. — Sé que el colchón está inservible...pero ahora que vienen rebajas y tal podemos comprar uno nuevo entre todos ¿no? En el Ikea están muy bien de precio.
ALERTA ROJA. Esto me huele a muy mal presentimiento. Una catástrofe humana procedente de un complot de compañerismos en fase de evolución crónica allí presentes. Ojalá mis predicciones no fuesen por el camino de la mente maquinadora de Pevensi. Pero su sonrisa la delataba y ese cruce visual con Roy....
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De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...