POV EVEY
Sentía presión y escozor al mismo tiempo. La verdad es que no sabía cómo definirlo pero lo único que sabía era que menguaba y la sensación de ligereza en mi entrepierna me ayudó a relajarme más rápidamente.
Lo había hecho. Ahora sí. Sexo con el simio...Quién me iría a decir que terminaría liada con el gilipollas número uno.
No se había portado mal y había estado pendiente de mí. Pareció haberse parado el tiempo, como si la luna hubiese decidido quedarse en lo alto por la eternidad.
Jack se movió, las sábanas seguían balanceándose en la noche empujadas por el viento y sólo podía significar una cosa: que nos quedaríamos fríos. Acabábamos de tener sexo en el terrado, sí, pero el sudor ya era seco en nuestros cuerpos. Lo último que querría era resfriarme (ya demasiados disgustos y dificultades tenía en mi vida como para añadirle un problema más) y no podía permitirme el lujo de faltar a clases ni un día.
— Deberíamos volver — decreté en vista de que él estaba esperando que lo anunciara.
Además era yo la que estaba apoyada en su pecho. Me despegué de su calor y el refugio de sus caricias. Me hice un recogido con la cinta de pelo que tenía en el bolsillo del pantalón del pijama y empecé a vestirme.
— Evey ¿recuerdas aquella conversa entre tú y yo?
Me giré para mirarle a la cara.
— Hemos tenido un montón, como no especifiques.... Y creo que no sé si hemos tenido más discusiones que conversas.
Se echó a reír cogiendo su camiseta de tirantes que se pasó por la cabeza. Enarqué una ceja sin saber a donde quería llegar haciéndome reavivar un recuerdo nuestro. Esa sonrisa de autosuficiencia curvando sus labios de tal manera que, tiempo atrás, me hubieran dado ganas de pegarle un puñetazo. Sin embargo, ya no lo veía simplemente como un capullo y ese "algo" nuevo hacía que pensase en la parte buena que escondía esa máscara de petulancia.
Se me acercó por detrás mientras me abrochaba el sujetador pero sus manos tomaron las mías pidiendo que dejaron el asunto a las suyas. Así pues, mientras me lo abrochaba, me habló por detrás en un ronroneo suave y grave.
— Lo dije un día, morena... — comenzó haciendo una pausa—, te dije que era el jodido Jack Donovan que te ponía a cien. Has tardado lo tuyo en darte cuenta pero mejor tarde que nunca.
Me giré bruscamente para clavarle mis marrones ojos. Me humedecí los labios, sin pestañear, algo atónita por saltar a relucir aquello después de semanas. Pero lo cierto es que podía fanfarronear. No como otras veces. No tenía armas para negarle esa verdad como un templo. Y me dio rabia. No soportaba la idea de que pudiese chulearse, básicamente porque esa actitud me sacaba de quicio. Pero Jack era Jack. No cambiaría su condición. Sacudí la cabeza, le empujé con una mano para apartarlo de mí y me levanté.
Él cayó hacia atrás pero se apoyó en un codo para volver a ponerse recto.
— Eres incorregible.
Soltó otra carcajada y yo subí una ceja. Se levantó después de ponerse la ropa y empezó a recoger la manta.
— Nada de todo esto hubiera pasado si no te hubiese odiado— empezó diciendo mientras me indicaba que cogiese la manta por el otro lado para doblarla. Abrí los ojos, esperando que se explicase—. Si te hubiese conocido desde el principio como a Odd o Cass, hubiera sido diferente.
ESTÁS LEYENDO
De porqué Jack odia a Evey © ✔️
HumorEn un apartamento de estudiantes donde ya convive una fauna humana compuesta por: Cassandra Pevensi, una zorra americana con una propensa adicción a traerse tíos a casa para saciar sus apetitos sexuales; Shui Mayamoto, un japonés casi gay que finge...