001|Noche de chismes

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—¿Sabían sobre el amorío que hay entre José, el mexicano, y Olivia, la porrista? —la voz de Fanny me llega a los oídos a la perfección, sin embargo no hago si quiera el amago para responder o anclar mi mirada en la suya para que sepa que le estoy ...

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—¿Sabían sobre el amorío que hay entre José, el mexicano, y Olivia, la porrista? —la voz de Fanny me llega a los oídos a la perfección, sin embargo no hago si quiera el amago para responder o anclar mi mirada en la suya para que sepa que le estoy prestando atención. Aunque en realidad no lo esté haciendo, aun así, ella continúa con el nuevo cotilleo que al parecer se enteró hace poco—: Dicen que Josh se quiere matar porque su novia lo abandonara por tan mal partido — airea; la burla es palpable a kilómetros para mí, pero de todos modos mi amiga tiene un increíble don para que las personas no se den cuenta de cuándo se burla o cuándo hace comentarios sarcásticos—, aun así yo opino que el chico se lo merece, ¿tienes idea de cuántas veces engañó a la rubia? ¡Descarado!

Remuevo la cabeza de un lado a otro en negación como toda respuesta. No tengo ánimos ni siquiera para que la voz salga de mi garganta para responder.

—¿Josh, el mariscal de campo? —interroga Luce alzando su cabeza para observar a la reina de los chismes, dejando la revista de moda a un lado y ahora interesada en la conversación. Fanny sonríe de una forma escalofriante por llamar la atención al menos de una de nosotras. La pelirroja realmente ama que la escuchen cuando desborda en temas de cotilleos. De hecho a veces le tengo un poco de miedo.

—El mismísimo —responde con orgullo de ser una buena vocera de información interesante—. Aunque si nos tuviéramos que poner en los zapatos de la chica, cualquiera lo dejaría con el putrefacto olor que desprenden sus pies —agrega con una sonrisa en su rostro; mi nariz se arruga ante la dicha mención de aquello mientras cenamos. ¿Era necesario, Fanny? —. En los vestidores de los chicos se dice que lo dejan a un lado disimuladamente para no tener que soportar el olor que llena la sala.

Luce suelta una risa ronca que me saca de mi ensoñamiento, entonces decido que es momento de dejar de divagar por lugares que ahora mismo están en prohibición. Una prohibición impuesta por mis amigas y por mi salud sentimental.

—Yo creo que José es un buen partido de todos modos —opino sinceramente, y el rostro mexicano de José se instala en mi cabeza. No puedo evitar reprimir la risa recordando los notables bigotes que el chico decidió dejarse haciendo orgullo de su patria—, no es como si se hubiera puesto de novio con alguien que no tiene futuro ni nada por el estilo —puntualizo, tratando de defender al aludido—. Además, Josh no era el gran partido —enfatizo en la palabra gran—. Sí, era el mariscal de campo en el instituto, pero de Álgebra, de Física y demás materias, no tiene ni un ápice de idea.

Su nombre es FredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora