DEMASIADO TIEMPO DESPUÉS
Lana.
—¿Qué te parece Horacio si es varón? —pregunto con ilusión y sigo pasando páginas del libro de nombres para tu bebé.
—¿Quieres que nazca con 84 años? —Fred arruga las cejas, niega.
Ruedo los ojos y pego un brinco cuando encuentro otro nombre de mi agrado.
—¿Y clemencia si es mujer?
—Clemencia es la que te va a pedir para que le cambies el nombre, por amor de Dios. —me mira con una expresión de "¿en serio no tienes nada mejor que eso en un libro de 348 nombres?"
¿Pues sabes qué? No la tengo.
Cierro el libro con fuerza sin apartar los ojos del futuro padre de mis hijos. Lamentablemente. Fred se queda mirándome con una ceja alzada de forma retadora. Entonces, como si me saliera de los poros ser una buena actriz, una pequeña y lenta lágrima sale de mi ojo izquierdo para recorrer mi rostro hasta quedarse bajo mi mentón.
—¿Milana estás...?
—¿Llorando? —inquiero en un hilo de voz. El castaño trata de acercarse para tomarme del rostro, pero me alejo—. Sí, lo estoy. Me duele en el corazón de decirte esto Fred, me duele y parte el alma pero... Creo que será mejor que yo críe sola al bebé.
—¿Qué? —su expresión cambia de una asombrada a una totalmente desencajada—. Esa ni siquiera es una decisión que puedes tomar porque sí. —se queja, pero veo duda en su mirada.
—Fred, ¡me juzgas todo! —chillo con voz aguda, levantándome del sofá—. No quiero que el padre de mis ojos los discrimine apenas nazca. ¡Discriminador! Vete de mi humilde morada ahora mismo.
He visto en muchas películas que para dar una sensación realista y sincera a tus palabras, las miradas en plan "te miro, luego cambio la mirada hacia abajo con la cabeza a un costado, y luego vuelvo a mirarte" sirven muchísimo. Le agrego una mirada de puro sufrimiento.
—¿Milana estás bien? Estás demasiado rara.
—¿Acaso no escuchaste lo que te dije? —dejo toda actuación de lado porque parece no funcionar con este individuo, y pongo los brazos en jarras.
Fred se levanta del sillón también y avanza en mi dirección hasta que me toma de las manos, a pesar de todas mis quejas.
—Lana, acabamos de casarnos...
—Lo dices como si hubieses sido un error. —le interrumpo con los ojos llorosos.
Esta vez no estoy actuando.
—¿Por qué siempre debes pensar lo peor de mí? —susurra, acercándose más a mí.
Pone en su rostro una expresión de lo más triste, logrando que el corazón se me sienta chiquito dentro de mi pecho.
No me gusta verlo triste.
Me encojo de hombros como toda respuesta a su pregunta.
—Perdón —susurro, y sinceramente me sigue costando horrores pedirlo y por algún extraño motivo, con él me cuesta aún más—. Es que... —trago saliva, las palabras se me quedan atascadas en la garganta. ¿Tan difícil me va a ser expresar mis sentimientos?
—¿Es que qué? —inquiere tomando mi mentón para elevar mi rostro así nuestras miradas se unen.
Me pone aún más nerviosa que nos estemos viendo fijamente.
—A veces siento que ya no me quieres y por eso me quieres alejar de ti. —dice Fred con demasiada sinceridad. Algo dentro de mí se rompe al saber lo que él siente gracias a mí, cuando definitivamente es todo lo contrario.
—Es que te amo demasiado, pero por alguna tonta razón me sale expresarlo peleándote todo el tiempo. Creo que solo quiero llamar tu atención —murmuro—. Quizás sientas que te quiero lejos de mí todo el tiempo, pero sólo lo digo para que no duela tanto si es que algún día decides alejarte tú solo por mi culpa...
—Ay Lana —toma mi rostro con ambas manos y se acerca para estar a centímetros, pero nos detiene mi enorme panza, haciéndonos reír. Deja un suave beso en mi nariz—. Estoy tan enamorado de ti, que hasta sabiendo que eres así de orgullosa igual te pedí casamiento. Jamás voy a alejarme de ti —deja un nuevo y sonoro beso en mi frente y me abraza. Envuelvo los brazos a su alrededor, escondo mi rostro entre su cuello y cierro los ojos—. Eres el amor de mi vida, y tienes mi completa atención hasta cuando no te das cuenta. Contigo hasta el fin del mundo.
—Te amo.
—Esto de las hormonas alteradas creo que hasta te tiene un poquito peor —analiza haciéndome reír—. Definitivamente me gusta más la Milana dulce que se acurruca sobre mí como koala mientras trabajo en la computadora.
—Puedo ser esa mucho más seguido. —me separo y le sonrío. Dejo un rápido beso en sus labios.
—Uf, genial.
—Puedo ser esa y mucho más... —ronroneo y comienzo a juguetear con los botones de su camisa.
Desprendo el primero, luego el segundo...
—¿Ah sí? ¿Qué tanto más?
—La que tú pidas. —le guiño un ojo y me alejo de él para ir a la habitación.
Antes de entrar volteo a verlo parado todavía donde estábamos, en el medio del salón de casa, con una cara de fascinación que me deja saber que todavía puedo dejarlo sorprendido y boquiabierto.
No tarda un segundo más y camina con rapidez hacia mí, pero antes de que llegue a mi lado termino de entrar a la habitación y me dejo caer sobre la cama.
El castaño de ojos miel llega, cierra la puerta aunque estemos completamente solos, y se empieza a desabotonar los demás botones. Ahora tiene una mirada lobuna cuando me focaliza y se relame los labios para finalmente acomodarse encima de mí con el cuidado de no aplastarme.
—Definitivamente lo último que haría sería alejarme de ti. —susurra contra mis labios.
No dejo que diga nada más, lo tomo del cuello de la camiseta y lo beso con desesperación, mordisqueo su labio inferior y profundizo el beso abriendo la boca para que él tenga mejor acceso. Mientras, termino de quitarle la camisa y la tiro por algún lado de la habitación.
Mis manos recorren su cuerpo hasta que doy con el cinturón que lleva puesto con el jean. Comienzo a desabrocharlo.
—No encuentro manera de describir la forma en que me besas, es tan... perfecta, justa, apasionada... —dice, dejando besos por todo mi rostro.
Empiezo a bajarle los jean una vez desabotonados mientras Fred me besa el cuello con una lentitud que me hace erizar la piel.
—Hay que ser justos, sin ropa yo, sin ropa tú —obliga cuando sólo se encuentra en boxers.
—Me parece correcto, tengo un poco de calor...
Mientras me va subiendo la remera, lo detengo justo antes de que termine de quitarla por los brazos.
—Espera.
—¿Qué pasa? —su voz suena acelerada y desesperada.
—¿Qué te parece Iñaki si es varón?
La expresión que cruza por su rostro es quizás la de un asesino serial a nada de cometer un acto ilegal. O, también puede ser la de un psicólogo tratando de entender los extraños actos de su paciente.
Extraño.
—Sí, sí, después lo hablamos. —le resta importancia.
Yvuelve a besarme.
***
Milana = miss histeria, a que sí?
Queda otro extra por subir, así que esto no es todoOoOO!
Acepto sugerencias de nombres para el bebé o la bebé de Fred y Lana 7u7
Sin más, chaucito, los y las amo<3<3<3

ESTÁS LEYENDO
Su nombre es Fred
Fiksi RemajaSerie: Chicago #1 -Comedia Romántica- Ella es muy despistada. Él es muy organizado. Ella es espontánea. Él es extrovertido. Ella ama jugar, reír y divertirse. Él ama estudiar y sacar las mejores notas. Ella odia las personas que se creen superiores...