020|El amor y sus corazones rotos

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Capítulo 20.

El amor y sus corazones rotos.

El ritmo de la música brasileña me lleva por completo, incluso si mi cuerpo no es experto en aquel tipo de melodía y sabiendo que los pasos de baile son dificultosos. Movemos nuestros cuerpos con sincronía, con una distancia prudente entre nosotros, y reímos de lo mal que lo estamos haciendo. Ni siquiera nos importa si alguien de todos los presentes a nuestro alrededor nos observa con rareza, como si estuviéramos haciendo el ridículo, y es que sí lo estamos haciendo.

Ahora Fred se agacha hasta abajo sin dejar de menear sus caderas de derecha a izquierda, al mismo tiempo en que yo me encargo de aplaudirle para que no pare de bailar y me río a carcajadas sin poder evitarlo.

Observo con más detenimiento del común sus facciones. Al contrario de hace una hora, su rostro emana alegría y diversión. Tiene una ancha sonrisa que abarca todo su rostro, sus ojos brillan de jovialidad y sus pómulos son rosados, más del calor que de otra cosa.

Por su frente comienza a bajar una pequeña gota de sudor gracias a los movimientos dificultosos y trabajosos que hacemos, así que imagino que yo me encuentro en la misma situación.

¿Dónde está Fred y qué hicieron con él? Porque definitivamente este chico es muy diferente al castaño de ojos color miel que conocí en un principio. Mientras este baila con una sonrisa que muestra su dentadura al completo, el otro Fred que conocí se encarga de hacerme rabiar y contradecirme en cada momento, mientras se la pasa de amargado la mayor parte del tiempo. Es con el que estaba hace algunas horas, ¿qué hizo que ahora esté de esta manera?

De todas formas no es de algo de lo que me voy a quejar, al contrario, me encanta este Fred, es mucho más amistoso y divertido. Siento que puedo decir y hacer lo que quiera sin esperar que el chico correcto me diga que está mal las cosas que hago porque soy alguien irresponsable. Pero a la vez, me gusta su forma de ser, incluso si es todo lo contrario a mí. Las cosas no se pueden cambiar, él es como es.

—¡Es tu turno! —dice con la diversión adueñándose de su timbre de voz.

Yo niego con mi cabeza sin poder parar de reír al menos por un minuto, y siento que mis pulmones comienzan a quedar sin aire, así que me obligo a parar para tomar grandes respiraciones seguidas.

—Voy a morir en el intento —confieso y me encojo de hombros.

—¡Oh, vamos!

Y sin esperar respuesta, toma mi mano y tira de ella hacia él, hasta que nuestros pechos colisionan entre ellos con suavidad. La música de repente cambia a una más lenta, donde el DJ grita algo como «para los enamorados», y creo que estoy salvada por el simple hecho de que no tendré que bailar esa música brasilera tan difícil.

—Oh, me encanta esta canción —murmura con sus ojos cerrados y comienza a tararearla en voz baja. A pesar de ser una canción de melodía lenta, su letra es un tanto movida, algo que me gusta.

—¿Me concede esta pieza señorita Robin? —pregunta en tono divertido, mirándo desde arriba, con sus ojos color miel brillando entre la oscuridad y el centelleo de las luces— He escuchado que su familia es una de las más prestigiosas del pueblo, y no podré evitar cortejearla durante el resto del baile.

Río sin poder evitarlo, y aún más cuando hace un corta reverencia.

—Le concederé este baile por el simple hecho de que usted es un hombre adinerado, señor Badhouten, mi familia estará orgullosa cuando les cuente de tan gran partido. —le sigo el juego, y él sonríe de manera ladeada, mientras se acerca de manera lenta hacia mí.

Su nombre es FredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora