—Aquí tienes —digo a la vez que dejo caer el papeleo sobre el escritorio de Fred Badhouten. En este instante me recuerdo a mi mí misma como Mike Wasosky entregando su papeleo a Roz.
Él eleva la vista del ordenador para mirarme con curiosidad, luego toma el folio que le acabo de entregar y lo observa unos minutos que se vuelven infernales para mí. Comienzo a mover mi pie con impulsividad de arriba abajo, costumbre que siempre tengo cuando los nervios hacen acto de presencia en mi cuerpo y mastico mi chicle con más efusividad de la normal.
El castaño se encarga de sacar hasta la última página con sumo y delicado cuidado, y como consecuencia, comienzo a sobarme la sien con un poco de violencia.
—¿Nerviosa? —inquiere en tono burlón.
—No, sé que están bien. —es todo lo que me limito a contestar al respecto. Ni siquiera lo estoy mirando, mi vista se encuentra en la ventana que hay a un costado del pequeño salón que da al campus.
—Puedes tomar asiento —ofrece sin quitar su sonrisa, una que comienza a molestarme.
Declino la oferta con un movimiento de cabeza y espero a que diga algo respecto a mi trabajo. O más bien, el de Brad, quien se esforzó la noche anterior para que hoy en la mañana, tal y como dijo, dejar todo el papeleo ordenado sobre la punta de mi cama. Y todo por un número falso. Sonrío con orgullo de mí misma al ser tan mala con mi hermano. Pero la verdad es que no podía pasarle el número verdadero de Lucille Webber sin antes hablar con ella al respecto, aún más con el hecho de que ella no me habló de él en ningún momento, lo que me lleva a la conclusión de que Brad ni siquiera se animó a hablar con ella.
En fin. Brad simplemente admira a Luce desde la distancia bien de cobardirijillo.
—¿Qué es tan divertido? —interroga con voz calma sin levantar su vista para encontrarme parada y de brazos cruzados frente al escritorio—. Hazme reír un poco que hoy tengo unos de esos días grises.
Enarco una ceja y por fin fijo mi vista en él. O más bien, en su pelo castaño claro, el cual le cae en la frente dado que está con su cabeza reclinada hacia abajo analizando las encuestas.
—¿Tengo cara de ser un payaso? —interrogo con la indignación sobre mi timbre de voz—. Puedes alquilarte uno si quieres reír. Incluso puedes irte a un parque de diversiones y ver uno.
Levanta su mirada para verme con curiosidad, y a continuación, vuelve la vista al papeleo.
—Oh vamos, Milana —comenta con tranquilidad—. Olvida lo que pasó ayer, no seas rencorosa.
¿Rencorosa? No puedo creer que si quiera se atreva a tacharme como una persona que no olvida las peleas.
—No soy rencorosa —aclaro con enfado—. Simplemente no tengo ganas de hacer salir el sol en tu día gris.
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Su nombre es Fred
Ficção AdolescenteSerie: Chicago #1 -Comedia Romántica- Ella es muy despistada. Él es muy organizado. Ella es espontánea. Él es extrovertido. Ella ama jugar, reír y divertirse. Él ama estudiar y sacar las mejores notas. Ella odia las personas que se creen superiores...