Luego de que el castaño prácticamente escapara hacia los baños de la universidad, y reprimiendo con todos sus modales y fuerza las miles de groserías que estoy segura quería profanar contra mi persona, decidí disculparme con él pasados los minutos en los que no volvió y gracias a las insistencias de mis amigos en que lo buscara para hacerlo.
Porque claramente si es una venganza, no tengo que disculparme.
Así que, esta es la situación: estoy recorriendo prácticamente toda la universidad en su búsqueda, ya estoy cansada, mis piernas comienzan a sentirse pesadas y mi cabeza duele. Claramente el primer lugar donde lo busqué eran los servicios, y el segundo en las oficinas del consejo estudiantil. Sin embargo el castaño no estaba en ninguno de esos dos lugares, así que me sometí a una intensa búsqueda solo para pedirle disculpas, algo que me tendrá que agradecer después, porque puedo decir con total sinceridad que es la primera vez que hago algo de este tipo por un chico, ¡incluso ni siquiera es mi amigo!
Vuelvo a observar detenidamente desde mi asiento todo el campus, fallando en el tercer intento de encontrarle entre las miles de cabezas que hay aquí. Sí, como dije estoy en intensa búsqueda donde ya me siento sedienta y hambrienta, incluso si solo lo estoy buscando sentada desde aquí. ¿Pero qué más da si exageré al decir que lo busqué por toda la universidad? Al menos lo estoy intentando, debería agradecerme por ello.
De pronto como si el cielo se iluminara y las nubes se corrieran para dejar que el brillo del sol baje, veo su cabellera castaño claro en movimiento, y me levanto de un salto para correr en su dirección—o más bien caminar, porque yo no me iba a avergonzar de esa manera—, sin perderlo de vista.
Una vez frente a él trato de tomarlo del brazo para hacer que sus ojos me visualicen, pero camina tan rápido que mis pasos no le alcanzan.
Suspiro cuando por fin mi mano encierra su brazo en un agarre fuerte. Fred me mira con sorpresa y a la vez extrañado. ¿Qué? ¿Parezco una persona que no pide disculpas?
—Lo... siento... —es lo primero que digo entre jadeos, sin aire de tanto perseguirlo—. Lo siento...
El castaño enarca ambas cejas y se cruza de brazos frente a mí. Tiene el pelo húmedo, supongo que de haberse pasado agua por el rostro, y la cara un poco roja.
—¿Era necesario que me escupieras? —inquiere y elevo mi mirada hasta la suya. ¿De verdad pregunta eso?
—No lo hice a propósito —recalco, y pongo mis brazos en jarras inevitablemente. Sobre que le pido disculpas...—. Es algo que me suele pasar a menudo.
Fred rueda sus ojos y suelta una carcajada sin humor.
—Sí, claro —la ironía va de lleno en la frase, puedo percibirla incluso de oídos tapados.
Arrugo mi cejo.
—Lo digo de verdad —afirmo y pienso en algo para que me crea—. Es una enfermedad —miento y él abre sus ojos, no sé si por asombro o porque quiere reírse de la tontería que acabo de inventar. En caso de que sea la primera opción, debo seguir con mi juego—. Heredé esta enfermedad de mi papá, es un caso de cada cien.
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Su nombre es Fred
Ficção AdolescenteSerie: Chicago #1 -Comedia Romántica- Ella es muy despistada. Él es muy organizado. Ella es espontánea. Él es extrovertido. Ella ama jugar, reír y divertirse. Él ama estudiar y sacar las mejores notas. Ella odia las personas que se creen superiores...