Capítulo 2: Drunk on the moon.

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   Murdoc tomó a su niña, sus compañeros de banda y todas sus cosas y se fue a conquistar la vida nocturna británica.

Se hubiera llamado a sí mismo un camión monstruo pisoteando autos insignificantes en un derby de demolición, pero en realidad era algo así como una pequeña podadora de cuchillas particularmente filosas sin control, completamente enloquecida y a toda velocidad. Lo que era todavía más peligroso porque durarías el triple de tiempo en verla venir, necesitarías el doble para poder apartarte y posiblemente terminarías despellejado casi sin poder evitarlo.

Estaba que se salía de su felicidad. Se lamía los labios, sonreía como el gato de Alicia en el país de las maravillas, se reía solo, silbaba, cantaba mientras le daba golpecitos al volante, lanzaba miradas rápidas e infantiles al retrovisor y conducía como maniático, olvidando que la pequeña Noodle iba con él en el auto. A todos les parecía que o bien el camaro volaría o los neumáticos empezarían a fundirse en el asfalto si seguía con ese ritmo.

-Y yo estoy cegado por el neóoon. No intentes hacerme cambiar de opinión, porque creo que escuché un saxofóoon. ¡Estoy borracho en la luna!- canturreaba el bajista.

-Viejo ¡Vamos con tu niña! Sé que estás emocionado, pero... ¡Bájale un poco!- le pidió Maseo, quien estaba en el asiento del copiloto, aferrado a su cinturón de seguridad.

-Vale, amigo. Lo lamento. Es que no veo hora de llegar. –soltó con voz agitada.

-Y yo lo entiendo. Pero es tu niña la que duerme en la parte de atrás, viejo. Estoy sorprendido de que pueda seguir durmiendo contigo llevando esa velocidad.

-Por eso no te preocupes, tiene el sueño pesado.

-Si amigo, pero esa no es razón para que nos mates a todos.

-Oh, vamos. No seas una nena. No es para tanto.- sonrió juguetonamente.

De pronto se le ocurrió algo divertido y volvió a lamerse los labios.

Murdoc pisó el acelerador hasta el fondo con fuerza. Rápidamente y por un momento el camaro salió disparado con una velocidad tan impresionante como aterradora para aquellos pasajeros que se encontraban despiertos y dentro del mismo.

-¡Murdoc!- gritaron los tres pasajeros despiertos al mismo tiempo.

Murdoc rió y lanzó un fuerte alarido similar a un aullido.

-¡Esto es lo que sí es para tanto, pequeñas maricas!- gritó entre risas.

Murdoc pisó el freno y el auto se detuvo bruscamente. El cuerpo de todos habría salido disparado hacia delante de no ser por los cinturones de seguridad. Murdoc rió mientras se desabrochaba el suyo.

-Mmm... ¿Qué sucede? – preguntó Noodle, adormilada.

Los presentes sólo la miraron atónitos.

Murdoc sonrió y salió del auto. Caminó unos cuantos pasos y admiró la vista. La ciudad brillaba entre luces de neón y se encontraba alzada allí ante él. Pero el la haría arrodillarse a sus pies.

-¡Oh, sí! – gritó.

Miró al cielo y sonrió de oreja a oreja.

-¡Miles, bastardo! ¡Espero que veas esta jodida ciudad allí arriba, porque voy a conquistarla! ¡Voy a volverlos locos!- rió alzando los brazos.- ¡Nena, ya puedo oír los saxofones! 

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Amé sobremanera escribir esto.  Me gustan todas las canciones que voy a usar aquí, pero esta particularmente me encanta! 

Rain Dogs (2doc AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora