Capítulo 30: All good.

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-Así que mi madre me llamó Miles por el músico Miles Davis.- dijo mientras se balanceaba en la mecedora, acunando la guitarra en sus manos.

-Oh, ya veo.- respondió Murdoc, extrañamente se encontraba auténticamente interesado en el asunto.

-¿Sabes? Eres más difícil de hacer desaparecer de lo que creí, todavía me llegan noticias de tu padre buscándote por ahí.- dijo de pronto.- Hicimos bien en irnos de allí por el momento.

-Este lugar es más peligroso pero es menos feo, eso es raro.- dijo mientras cortaba una fresa por la mitad.

-No te quejes, ya nos iremos a un lugar apartado.- rozó sus uñas con las cuerdas del instrumento, empujándose a sí mismo hacia atrás.- Tengo un par de casas en el campo.

-Suena bien.- dijo, su tenedor acariciaba un trozo de kiwi del mismo modo en que un tigre lame a su presa. Realmente no prestaba demasiada atención.

Eran las 11 y media de la noche.

Así que les pareció extraño escuchar ruidos en la parte de afuera del edificio, sobre todo por las calles habían estado desiertas hace no mucho tiempo cuando entraron y porque el hotel en que se estaban hospedando era todo menos concurrido.

A Miles se le ocurrió mirar por la ventana, en dirección a dónde se encontraba estacionado su camaro negro.

-¿¡Qué mierda!? –gritó de pronto.

No lograba ver bien a causa de la oscuridad, pero distinguió tres sombras que rodeaban al vehículo.

Metió su arma en el bolsillo de su pantalón de piel y salió corriendo como alma que lleva al diablo, sin dar a Murdoc la menor explicación.

Murdoc se asustó, su primer impulso fue correr tras él. A lo mejor porque pensó que algo malo ocurría, a lo mejor porque lo había visto tomar el arma y pensó que siguiéndolo podría persuadirlo de hacer una locura de ser necesario, o tal vez porque temía que lo abandonase o que algo le pasase y se quedase solo de nuevo, él no lo supo.

Ambos llegaron a dónde estaba el auto, y todavía podían ver a los tres sujetos que corrían lejos de la escena.

Miles y Murdoc se metieron al auto a toda prisa, dispuestos a seguirlos lo que hiciera falta y empezó la persecución.

Los otros tres corrían como si sus vidas dependieran de ello, y a Murdoc se le cruzó por la cabeza que tal vez así fuera porque se daba cuenta de la mirada inyectada en ira de Miles y notaba como la pistola que abultaba el bolsillo de su pantalón parecía estar lista para ser usada en cualquier momento.

Es curioso como un arma y una emoción pueden convertir a alguien que parece tan bueno en un verdugo, pensó Murdoc.

Finalmente llegaron a un callejón sin salida, el camaro cubría la única vía de escape de los tres sujetos, quienes se encontraban acorralados y juntos contra la pared de ladrillo en el final del callejón, sin que las luces del vehículo pudiesen alcanzarlos.

Miles se bajó rápidamente, seguido por Murdoc, quien bajó luego de encontrar una linterna en la guantera.

Miles estaba furioso, llegó frente a los tres sujetos haciendo tronar sus botas por la rudeza de sus pasos y les apuntó con un arma antes de siquiera haberles visto la cara.

Murdoc llegó a su lado apenas un segundo después.

Miles empezó a gritar algo que ninguno de los presentes entendió, probablemente se trataba de un insulto o alguna clase de grosería por el tono inyectado en ira que utilizó, pero ninguno estaba seguro. A Miles se le trababa la lengua cuando se enojaba mucho, le pasaba desde que tenía 4 años, pero también pudo deberse a la sorpresa que le sobrevino después.

Por impulso o sorpresa, Murdoc encendió la linterna cuando Miles gritó, apuntando en dirección a los tres sujetos.

Tres niños afroamericanos, tal vez de la edad de Murdoc.

Miles los observó sorprendido y confundido por un par de segundos, los niños le devolvían la mirada, temblando.

-¡Por un demonio! –gritó.- ¿¡Es que ya maté a todos los criminales mayores de edad de este maldito país!?

Los niños brincaron, echándose hacia atrás, aterrados por sus gritos y confundidos por su declaración.

Murdoc se acercó a uno de los chicos, sin hacer caso a Miles, quien continuaba histérico.

-Hola.- saludó en tono casual.- Me llamo Murdoc ¿cuál es tu nombre? –preguntó, tendiéndole la mano.

El niño dudó un par de segundos, pero la mirada sincera de Murdoc le dio confianza, así que terminó por tomar su mano.

-Mi nombre es Maseo. –Respondió estrechando la mano contraria, que le pareció algo pequeña.- Estos son Pos y Dave.- indicó, señalando a los otros dos.

Los otros dos terminaron por acercarse a Murdoc para presentarse ellos mismos e intercambiar unas cuantas palabras.

Miles los miraba a un par de metros, estupefacto.

Suspiró.

Bueno, si hay algo que no tiene limitaciones en este mundo, es el número de vidas que puedes salvar si te lo propones, pensó.

En el viaje de regreso al edificio, los cuatro niños hablaban sobre lo genial que era la música que sonaba en la radio de Miles.

Si, tal vez esto funcione, pensó Miles, mientras cambiaba las velocidades.

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 AMO esta canción. Por algo De la Soul es una de las mayores influencias en el sub género del jazzrap, les haré una pregunta ¿Ustedes quieren que explique la historia de Miles y Lolly y el nacimiento de Noodle a más profundidad o no? Porque ya escogí las canciones para los capítulos y todo pero no sé si ustedes se aburrirán.

Rain Dogs (2doc AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora