Murdoc se encontraba pegado contra la pared intentando respirar pausadamente, necesitaba recuperarse rápido porque su orgullo se había vuelto demasiado grande como para permitirse llorar.
El pecho le ardía por contener el llanto y los gritos, las piernas le temblaban como consecuencia del miedo y la impotencia que sentía y los brazos y cara le dolían por los golpes de su padre al observar el poco dinero que había conseguido robar a lo largo del día.
Se incorporó, luchando por dejar de temblar y asqueado por la sensación acuosa en sus ojos y soltó un pequeño grito de frustración que sonó como el rugido de un cachorro de león moribundo que así como débil e indefenso era bravo y se aferraba a la vida con terquedad, valiéndose de medios escasísimos.
Se echó el bolso con artículos de uso piromaníaco al hombro para cumplir con sus encomiendas del día y se presionó los ojos con la palma de las manos, negándose a dejar las lágrimas salir. Su padre era un pirómano por encargo demasiado flojo y él era un chiquillo demasiado débil para hacer cualquier cosa excepto obedecer, esa era su realidad.
El pequeño Murdoc era un chiquillo con una mente atormentada por el yugo de un padre abusivo.
Por aquel entonces no parecía que fuera a llegar a ser mucho más que eso.
Sin embargo, la vida da giros sorprendentes.
Releyó el mapa que señalaba la dirección del edificio que era su objetivo del día, salió de su casa, como cualquier otro día e hizo lo de siempre; pese a todo, siempre verificaba que no hubiese nadie cerca ni dentro del lugar, la verdad no quería lastimar a nadie. Una vez echo eso, se concentró en rociar la gasolina en lugares estratégicos y se puso a buscar el dispositivo casero que había construido para facilitarse a sí mismo la lúgubre tarea que estaba por realizar nuevamente.
Todo estaba sucediendo de forma casi natural, Murdoc ya lo encontraba como algo que si bien nunca era ameno, era normal en su día a día.
Pero ese día en particular hubo algo diferente a lo que siempre había sido, porque nunca antes había sentido un fuerte golpe en su cabeza mientras hurgaba en su bolso.
Despertó amarrado de pies y manos y con una bolsa cubriéndole la cabeza. Podía oler el inconfundible aroma de la sangre y el sudor mezclados en su cabeza y podía sentir el brillo de una fuerte luz calentándole la piel pese a estar forrado en cuerdas y tela de paja y escuchaba pasos y voces a su alrededor.
-Jefe, hemos encontrado al bastardo pirómano que buscaba. –anunció una voz desconocida.- Está por aquí, sígame.
Murdoc reconoció el sonido del tacón de botas cubanas chocar contra el suelo, haciéndose cada vez más presente y escuchándose más cercano con una lentitud tortuosa.
Una mano para nada delicada le retiró con violencia la bolsa de paja que le cubría la cabeza. Lo primero que pudo observar fueron las botas negras e impecablemente pulidas de un extraño que se encontraba a algunos metros de él.
La sangre en la cabeza de Murdoc alguna vez estuvo seca, pero el sudor la había hecho líquida de nuevo, y ambos chorreaban entre mezclados y separados por la frente de éste.
Levantó la vista lentamente, la sangre, los labios apretados y la mirada furiosa de Murdoc lo hizo parecer una especie de animal salvaje a los ojos de Miles, y eso le agradó. Sin embargo, eso mismo fue lo que no le permitió notar en un inicio lo que tampoco había notado al entrar desde un principio, por no haberse dignado a mirar con atención, y era que se trataba de un simple chiquillo.
-Dios...- Exclamó, horrorizado.-¡Tendrá unos 10 años! ¿! Qué coño le hicieron!? ¡Está sangrando!
Murdoc abrió los ojos como platos, inmensamente sorprendido por la reacción contraría.
Tan sorprendido que ni siquiera se lo ocurrió aclararle que tenía 7 años.
Murdoc luce más grande por la cantidad innecesaria de soga gruesa que le envuelve el cuerpo.
7 años. Sólo tiene 7 años. Jamás ha pedido ser salvado.
Miles luce más grande por el corte del traje que lleva puesto y su rostro demacrado por el uso de drogas.
Miles tiene 22 años, sólo tiene 22 años. No quiere admitirlo pero necesita que lo salven.
Jóvenes, tan jóvenes que no saben el poder inmenso que tienen, tan grande como para cambiar una vida.
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Rain Dogs (2doc AU)
FanficMurdoc y Stuart son músicos de Jazz y los reyes de los bares nocturnos de Inglaterra. Murdoc es el rey del instrumental y Stuart el rey del canto. ¿Qué pasará cuando ambas partes se encuentren?