Capítulo 4: God bless the child.

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Un camión de mudanzas llegó temprano aquella mañana, más o menos a las cinco en punto de la madrugada. No. Exactamente a las cinco en punto de la madrugada. El bajista había mirado fijamente el reloj de su habitación toda lo jodida noche. No había dormido ni se había movido de ese lugar.

Había soñado con ese puto momento tantas veces que estaba aterrado de despertar y que resultase ser eso mismo, un sueño más. Por el momento no había señales de Miles, por lo que le pareció no estar soñando. No estaba seguro, pellizcarse a uno mismo es para idiotas. Pero el sonido del camión de mudanzas lo trajo de regreso a la realidad.

Había soñado con él, su banda, su niña, su mejor amigo y su departamento en aquella ciudad. No había Miles y nunca antes había habido un camión de mudanzas. Aquello le confirmó todo: No era un sueño, realmente estaba en aquella ciudad.

Se levantó de un brinco, sorprendentemente no estaba cansado. De hecho, no había tenido tanta energía desde que la leucemia y una grave infección le habían quitado a su mejor amigo y mentor. Y no había estado tan contento desde que Noodle eligió caminar hacia él y no hacia el idiota de Ed el día que dio sus primeros pasos; incluso cuando él estaba casi dos metros más allá y estaba sentado en el sofá sin prestar especial atención. Nunca olvidaría cuando Lolly, la madre de Noodle, lo llamó, ''¡Hey, Murdoc! ¡Pendiente, que va hacia ti¡'' y él levantó la vista y lo que vio fue a la pequeña sonriéndole de oreja a oreja y abriendo los brazos.

Se puso su bata tan rápido como se había arrodillado ese día para recibir a la niña entre sus brazos y respiró casi tan profundamente como había llegado a quererla. Levantó los brazos tan alto como alzó a la niña ese día y sonrió tan ampliamente como cuando la puso contra su pecho y la escuchó reír.

Salió de la habitación y miró su departamento como un rey que admira su castillo.

-Joder, mira que hermoso lugar.- sonrió.- No había estado tan conmovido desde la vez que Noodle me llamó papá frente a Ed. - dijo poniéndose la mano en el pecho.- Bastardo roba mujeres.- gruñó.- Casarse con Lolly antes de la muerte de Miles...Se merece vivir con haber matado a Lolly y con que Noodle me escogiera a mi como tutor. - apretó los puños y arrugó la nariz. - ¡No! ¡Ese bastardo no me va a quitar el buen humor, carajo!

Se dirigió a la cocina. Planeaba cocinar algo, pero vio a la pequeña Noodle, horneando panecillos.

-¡Amor¡ ¿Pero, qué haces despierta? Iba a prepararte un lindo desayuno de cumpleaños. - dijo el bajista entrando a la cocina.

-No podía dormir. Tuve que arruinar tu sorpresa.

-¿Y si me dejas terminar a mí?- propuso casi cantando.

-No, gracias. Le pones muy poca azúcar a los panecillos.

-Eso es porque el azúcar hace mal a tus dientes.- sonrió.

-¡Mentiroso! ¡Los haces así porque a ti te gustan más así!

-Okay. Me atrapaste. - dijo acariciándole la cabeza.

-¡Bah! - respondió la chiquilla.- Te hice unos con poca azúcar a ti. Así que deja de molestar.

-Gracias, cariño. -besó su cabeza.-Te llevaré a almorzar, escogeremos tu regalo y luego iremos al parque de diversiones y comeremos pastel para celebrar tu cumpleaños ¿bien?

-¡De acuerdo! - contestó emocionada la niña.

El azabache le acarició la mejilla y sonrió mordiendo uno de los panecillos.

-¡Hey, Mudz! - lo llamó Maseo.

-¡Estoy en la cocina! - respondió el bajista.

A Maseo le tomó más o menos un minuto llegar a la cocina.

-Buenos días.- dijo entrando a la cocina.- Huele bien aquí. Feliz cumpleaños, Noodle. Luego te daré tu regalo.

-¡Vale! ¡Gracias, Maseo!- respondió Noodle.

-¿Qué sucede, hermano?- preguntó Murdoc al pendiente de su celular.

-¿Sabes el apartamento de al lado?

-Si... ¿Qué con ese apartamento?

-Acabo de ver en las noticias que esa familia de ricos de los Pot lo compraron como regalo para su hijo. Vendrá aquí en cuanto cumpla la mayoría de edad, se gradué y termine sus cursos de canto.

-Oh...Ya veo. - miró a Noodle y habló en un tono ligeramente sarcástico.- Que esa sea tu lección, cariño. Ese pequeño mocoso nunca ha luchado por nada en su vida. Así es como funciona el dinero, el reconocimiento y el poder: Mamá puede darte el suyo, papá podría darte el suyo. Pero dios bendice a aquellos que lo ganan por su cuenta.

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Por alguna razón, me pareció divertido poner a Murdoc a hablar sobre ganar tus propias cosas sin incluir pactos con el diablo por una vez. Tal vez fue un error terrible, pero ya está hecho.

Rain Dogs (2doc AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora