segundo

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Cruzo la calle trotando, tratando de acelerar el paso y no llegar tarde a mi turno en el bar, hoy me toca temprano pero no creo que estar por la calle cincuenta sea algo apacible si tienes que casi correr entre el mar de personas que van saliendo a sus casas. En cambio esta es solo la mitad de mi día, aun me faltan unas cinco horas en el bar, para mi suerte ya pasé la etapa de bares de mala muerte. Y llegué a este lugar, El Terceracto, gracias a Dios. O bueno gracias a Dios que hizo que Perrie hablara con su hermanastro, que le dijo a un amigo, que habló con su primo y este me dejara estar aquí.

El Terceracto tiene luces azules por todos lados, desde el letrero en una extraña cursiva luminiscente, hasta la puerta con el gran Tom, lo mejor es que el bar se volvió famoso porque recibíamos a la banda Excuses Machine, cuando nadie más lo hizo, el primer lugar que recibió a la ahora banda que representa al país a un nivel mundial. Supongo que eso hizo todo el paquete, desde los jueves tenemos los días más estresantes.

Saludo al gran Tom, este me guiña como siempre, es muy gracioso verlo con su novia, ella está junto a él, menuda y luciendo como un duende, son tan diferentes. Abre las puertas del lugar y paso, está casi en penumbra con la luz suficiente para poder diferenciar todo. Veo a Josué, el dueño de Terceracto, está en el escenario, preparando todo para hoy. Es jueves, noche de chicas, que es normalmente mi día libre, pero parece que se arregló un cumpleaños y se necesita más personal.

Las personas estarán aquí en una hora, veo a Linda y Mercedes limpiar las mesas y a César detrás de la barra, comienza a reacomodar las botellas. La madera de la barra y las decoraciones lo hacen ver estético. Amo este lugar. Camino a la parte de atrás del bar, donde está el salón en el cual dejamos las pertenencias, cuelgo mi chaqueta jean en mi casillero, dejo mi bolso y cambio mi top por el suéter del lugar, que de alguna manera es increíble, tomo mi delantal, lo ato a mi cintura y ya estoy lista para hoy.


Mi espalda arde en pena mientras atiendo la misma mesa llena de adolescentes recién graduados, estoy enojada, pero reconozco mi propia envidia, no pude hacer eso, no pude salir y conocer a un chico y ser joven y estúpida. No pude crear recuerdos locos con mis amigos. No debería quejarme, Perrie tampoco los obtuvo, y ahí está creando una vida nueva.

Uno de los chicos grita, "Abril, Abril", mientras veo como una de las chicas del grupo se aleja y se acerca al escenario, oh, se está apuntando para el karaoke. Eso va a estar bueno.

Veo a la chica subir al escenario, mientras de las bocinas comienza a sonar una canción de Chris Brown. Sus amigos comienzan a gritar y alentarla, no tendrá la voz más bonita, pero algo es algo y se defiende.

Me rio de los estúpidos que se ven siendo jóvenes, Linda me mira con la misma expresión, es bueno que se diviertan, eso me llena el bolsillo.


César limpia la barra, me siento frente a él mientras espero la hora de la salida, siempre espero a uno de los muchachos, no me gusta salir sola a estas horas, y con él nos vamos a veces en los mismos buses.

—Vi a mi ex hoy. —dice él, rueda los ojos y se encoje de hombros.

—Me comprometí hoy. —suelto yo. No sé si es lo correcto, pero parece que todos deben creerlo.

Lo que acabamos de hacer se supone que es un juego que venimos llevando desde que nos conocimos, donde ambos soltamos dos realidades propias del día, él prácticamente queda frente a mí y frunce el ceño. Parece totalmente asombrado, sus gruesas cejas juntándose.

— ¿En serio? —dice casi riendo. —estás más al fondo que yo, Camila.

—Siempre lo estoy. —suspiro, él deja el trapo en una esquina y se quita el delantal.

Matrimonios & ConvenienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora