Noveno

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Escucho como mis abuelos tratan de que Rhett les explique cómo encajan ellos en su vida cotidiana, mientras estoy acostada en mi cama junto a Scarlett.

Ella mueve sus pies por la pared en sus medias con el escudo de los Cullen de Twilight. Ni siquiera parece un poco preocupada de que vayan tres personas nuevas a su casa.

—Rhett dice que se casarán en doce días, ¿cierto? —dice mirándome con los ojos más hermosos que he visto en mucho tiempo, no por su color, si no por el sentimiento... es como si mirara la representación humana de la ternura. Lleva en dos trenzas su largo cabello. Incluso parece de porcelana.

—Sí, es cierto. Será la primera semana de octubre. —le respondo, ella se acerca a mí como si me fuera a decir una confidencia.

— ¿Ya vamos a organizar todo? —sonríe, sé que espera como respuesta, pero...

—Tu hermano contrató a alguien para que organizara todo. Supongo que podemos elegir los colores juntas. —ella sonríe hasta que sus ojos se cierran, y sé que mi respuesta es la correcta.

—Mi primo Gin seguro está detrás de todo esto, porque me dijo que hoy buscaríamos tu vestido de novia. —pega un casi grito.

Espera, ¿mi vestido?

Nudillos golpean mi puerta, ambas miramos. Rhett está recostado del marco, le sonríe como con paz interna a su hermana.

—Hora de irnos señoritas. —el agarra su teléfono y escribe. En menos de un segundo tengo un mensaje en el mío.

"Lo siento, por no decirte lo del vestido"

"No importa" le respondo.

Él asiente, me siento en la cama metiendo los pies en mis zapatillas para irnos. Los chicos de la mudanza siguen empaquetando todo de manera delicada.

La abuela está en la puerta esperándome con un flan casero en mano.

—Me hubiera gustado tanto ir por tu vestido contigo, Cami. Pero debo supervisar lo que empacamos, porque de igual manera casi todo se va a quedar aquí. —suspira. —he dejado dos casas hasta ahora, en menos tiempo del vivido.

Eso ablanda mi corazón.

—Siento mucho que dejaras tu hogar ambas veces por mi culpa. —le digo, beso su mejilla y ella ríe como una niña.

—Ay, tontita. Mi hogar en donde mi familia está. Eso significa que es donde tú estés.

Nos despedimos, salimos de casa y subimos al auto de Rhett, al ver que Scarlett comienza a comer su flan en el auto asumo que podemos comer aquí, así que la imito. ¡Dios! Gracias por esto, esta tan bueno que debe llamarse tentación en lugar de flan.




Después de pasar por el tráfico clásico de la ciudad, sudar como si fuera el sauna más poblado, subir las ventanas e intentar ser felices con el aire acondicionado. Llegamos a este lugar muy parecido a una mansión, una casa de ensueño. La casa de Barbie.

Es tan lindo que espero que Lana Del Rey salga en cualquier momento cantando, Rhett sigue conduciendo cuando abren los inmensos portones de hierro, estaciona bajo un inmenso árbol, bajamos y a penas salgo siento que estoy muy mal vestida para el lugar.

—No te quedes atrás. —Rhett me mira con confusión. Mira a Scarlett, es como si se le encendiera un bombillo sobre la cabeza, camina hacia mí y me toma de la mano. La reacción de su hermana es como si hubiera visto la más grande historia de amor en un solo gesto.

Sedo al paso que él marca, caminamos por un pequeño sendero marcado de rocas blancas. Las puertas francesas se abren con nuestro paso, al entrar veo que es indiscutiblemente mejor. Todo. Desde las flores perfectamente alineadas con sus tonalidades rosas, hasta la chica de la recepción quien viste haciendo juego con el lugar.

Matrimonios & ConvenienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora