tercero

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Las sabanas azuladas de mi cama me llaman a seguir durmiendo, me casaré con esta cama, es uno de esos días lluviosos, donde las horas pasan lento. Miro el teléfono y son las cuatro de la madrugada, es mi hora de despertar.

Tomo mi teléfono, apago la alarma y me siento en mi cama, el frío me abraza y hace que quiera volver a acostarme, pero no lo hago, reviso los mensajes para despertar un poco.

"Rhett<3: mañana necesito verte, quiero que conozcas a mi hermana"

Eso fue ayer, o sea que él quiere verme hoy. Rayos.

Comienzo a escribirle, "hoy estoy libre del trabajo y salgo de clases a las dos de la tarde, dime tú, cuando y donde"

Dejo el teléfono en la cama y me dirijo a congelar mi piel en el baño.

Salgo temblando en toalla, me coloco la ropa lo más rápido posible pero no me quita el frio, Dios mío, busco mi abrigo jean de siempre y me calienta un poco, la mochila encima y listo. Es hora de salir.

Salgo de mi habitación y la abuela está en la cocina, preparada para hacer lo mismo de cada día, darme un beso y mi desayuno para llevar.

Me abraza de manera apretada con la blanca cocina molestando mis ojos casi zombis por las pocas horas de sueño que tengo.

—Ten un hermoso día cielo, hoy te veo temprano ¿no? —me suelta plantando sus labios en mi mejilla izquierda, me pongo un poco roja, esto incomodo, no es una mentira, pero sí lo es a la vez.

—Si abue, pero voy a salir con Rhett y su hermanita. —sus ojos se entornan a mí, se cruza de brazos y levanta una ceja.

—Asumo que ese es el nombre de tu novio. —su voz de abuela toma un tono gracioso. —tiene un nombre extraño ese muchachito.

—Y también es extraño.

— ¿Ya conoces a sus padres? —casi murmura, como diciendo "esta es la prueba, si no lo ha hecho no te quiero con él"

—Sus padres fallecieron, abue, y él cría a su hermanita.

Eso sí que llama su atención, mi abuelo sale de la nada de la sala, se aclara la garganta y me mira con su tasa de café humeando.

—Mi cielo, deja que la niña se vaya. Y no hagas preguntas poco educadas o nunca lo traerá a casa, no queremos que muera seca y sola o ¿sí? —él abraza a la abuela y la besa, es hermoso como después de casi sesenta años de casados siguen iguales, siguen enamorados. Y como aprovechan para echarme en cara que no seré joven para siempre.

Y es algo a lo que no aspiro, no aun. Quizá dentro de diez años, cuando el drama sea solo un recuerdo y mi vida tenga algo estable.

—Tranquila abuela, si lo voy a traer a casa. —le guiño.

Les lanzo un beso a ambos antes de pasar la puerta y salir a la oscura mañana, algo bastante común de septiembre, pero no tan conveniente cuando debes caminar bastante a la parada de buses más cercana y el paraguas que tienes puede volar con cualquier brisa.





Trato de mantener mis ojos abiertos en clase, pero mis parpados se quieren caer de una, Shelsie, una de mis compañeras, toca mi hombro cada tanto para mantenerme despierta, es algo difícil cuando tienes un profesor que no tiene emoción en lo que enseña. Se supone que nos enseña sobre el comportamiento profesional, pero él mismo no es muy profesional, mal vestido y su ropa sin plancha, mamá siempre me decía que no porque seas pobre vas a andar sucio, de niña solo tenía tres vestidos, nunca estuve mal vestida o mugrienta, mamá jamás dejó que fuera así.

El profesor da la clase por terminada y sale del salón, las voces suben de volumen.

— ¿Tienes el trabajo de mañana listo? —pregunta Shels antes de levantarse y sentarse en el que se supone era el lugar donde debía escribir. Ruedo los ojos.

Matrimonios & ConvenienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora