La taza de café frente a mí tiene el dibujo de una pequeña rosa, es hermoso.
Eso no hace que mi adicción al café sea algo hermoso, pero el poco sueño que he obtenido en estos días me mantiene como algo parecido a un zombi y funciono que es lo importante.
Me encantan las paredes de este lugar, su papelería hace que parezca que estás dentro del tronco de un árbol gigante, incluso las enredaderas que se escabullen alrededor, dando el toque verde.
Choco mis dedos contra la porcelana de la taza, no porque me guste el sonido, si no por los nervios. Esto es extraño y salido de una mala comedia romántica de esas que disfruto. A excepción que en las películas normalmente tienen a una tipa muy guapa, que según el contexto, no lo sabe.
Yo conozco claramente mis pros y mis contras, sé que si quiero llamar la atención tengo buenas piernas para hacerlo, me conozco.
Sé que la chaqueta jean que llevo me favorece, sé que para verme bien siempre debo usar el cabello suelto.
Son cosas que simplemente sé, en una película ignoraría todos esos detalles y luego alguien me diría que soy "hermosa". Seamos algo tocados a tierra, eso no sucede.
Miro por la inmensa ventana de vidrio, el cielo tiene un azul precioso, pero La Niña ha estado presente y el clima se mantiene frío, extraño para lo que acostumbramos en nuestro clima tropical húmedo.
Mi corazón se acelera cuando veo a Salvador caminar con el que se supone es de quien hablamos. Inhalo y exhalo profundamente, necesito calmarme, no estoy haciendo nada malo, no realmente.
— ¿Disculpa?, Camila. —giro mi rostro a la voz, Perrie, quien es mi amiga y mesera del lugar, señala mi taza. — ¿Quieres otro?
—Por favor. —le sonrió, sé que está cansada de estudiar y trabajar, un cliente grosero menos es lo mínimo que puedo brindarle.
Ella toma mi taza y se retira, no tiene ni que preguntarme lo que quiero, ella ya lo sabe. La veo meterse por entre las otras mesas y sillas, envidiando de una buena manera sus agraciadas caderas, anchas y decoradas con una cintura casi falsa, es Marilyn Monroe. Es un ser hermoso, desde su cabello azul y lila, hasta su amor fiel por Stephen King.
Alguien se aclara la garganta y me hace levantar la vista, esa mirada conocida choca con la mía, Salvador Henríquez, mi primo, está de pie junto a un hombre de su misma estatura.
—Buenas tardes, Camila. —dice, toma asiento frente a mí y el hombre lo sigue.
Ambos son bastante diferentes.
Salvador tiene esta pinta de hombre formal y lleno de seriedad, no es así del todo, pero el contraste con la criatura con cara de desolación y amargura junto a él, es inevitable.
—Buen tardes. —le respondo. Miro a ambos, pero la seriedad del ahora hombre frente a mí me asombra.
—Camila, te presento a Rhett Gutiérrez. Rhett... Camila Buendía. —su voz suena como si hiciera algo relativamente honrado, señala entre nosotros y Rhett levanta su mano para que las estrechemos. La tomo, es más grande que mía, pero no es eso lo que me asombra, sino lo firme de su saludo, como si quisiera demostrar algo.
—Mucho gusto. —decimos al unísono.
Salvador coloca su maletín sobre la mesa, lo abre y comienza a exponer los casos.
—Listo, hechas las presentaciones pertinentes, después si quieren tendrán tiempo de conocerse. — Salvador aclara su garganta y suspira. —Rhett, necesita tener una relación fija para la próxima semana, ya que el muy idiota y disculpa, le dijo a una trabajadora social que estaba en una relación seria para poder conservar la custodia de su hermana, en lugar de venir a mí por solución.
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Matrimonios & Conveniencias
ChickLitCamila conoce a Rhett, el ser con el rostro más imperturbable que existe. Rhett, conoce a Camila, una mujer que habla demasiado y no aparece lo suficiente. Son agua y aceite, que por el destino quedan en un matrimonio por conveniencia. Sumale a es...