Trigésimo quinto

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Camino lo más rápido posible para llegar a mi habitación, pero él me detiene. 

Agarra mi bazo antes de que siquiera toque el pomo de la puerta, por alguna razón su toque duele, no porque él me esté haciendo daño, sino en mi pecho, como si algo hubiera caído en mí.

-Dijiste que íbamos a hablar, te fuiste de la oficina sin decirme nada. Vamos a hablar.
-Primero baja la voz y pasa a la habitación. No quiero que mis abuelos o Scar escuchen.
Él asiente, abre la puerta y ambos pasamos. Cierra la puerta tras nosotros, ambos estamos de pie, frente a frente esperándo que alguno diga la primera palabra.
Me cruzo de brazos.
-Camila,-él comienza.-quiero que comprendas que no es lo que tú crees. Carolina y yo...
-Tú y ella se han visto todo este tiempo, yo soy ¿qué? ¿El premio de consuelo? Lo que haces porque ella te manda lejos.
Mi mandíbula está tensa, al igual que mis puños apretados.
-¡No es así!-él responde, suena firme y su rostro está rojo, lo que me hace enojar más.
-¡Explícame entonces!
-¡Ella solo quiere dinero!-su pecho sube y baja de manera dramática.-Sus padres decidieron no consentirla más.  Y resulta que está intentando jugar conmigo, sacarme algo como antes.
-Eso no explica la posición de las fotos, tú tienes voz y puedes decir: no.
-Camila...
-Si vas a comenzar con que no somos nada, eso ya lo sé, no tienes que recalcarlo.
-¡Tú eres la que lo dice!-pasa sus manos por su cabello de manera desesperada.-¡No sé quién tomó las fotos! Tampoco quién las envió. Pero tú debes saber lo que tenemos, estoy aquí para ti siempre, no importa qué o cómo. Lo estoy.
¿Cómo sé que no solo está jugando con mi mente?
-No sé como creerte.-bajo la cabeza, no quiero mirar a sus ojos y confundirme más.
-Tú nos conoces, somos tú y yo contra el maldito mundo. Sabes que hay personas que nos quieren hacer daño, sabes que quieren separarnos. Pero no voy a permitirselos. La única persona que puede arrancarte de mi lado, eres tú.
-¿Qué somos? ¿en serio hay un tú y yo?
-¡No puedes ser tan ciega!-reclama, él da un paso atrás ofendido.
-Ahora es mi culpa, yo te obligué a correr donde doña perfecta.
-¡Estás celosa! Ella no es perfecta.
-¡Claro que no!, y ambos sabemos que es perfecta.-alejo su mano que estaba a punto de alcanzar mi mejilla.
-No, ella es un ser sobrevalorado con productos sobrevalorados. Quítale todo eso y ni hay nada.
Él suspira, su media sonrisa aparece.
-Entonces... ¿qué somos?- pregunto, estoy decidida a saber algo.
-Somos lo que somos Camila Buendía... de Gutiérrez, somos una familia.
-¿Estás seguro?
Toma mis manos en las suyas, mi rabia se mezcla con dolor y el sentimiento más pegajozo y  cálido que podría emanar.
-Camila, escúchame. Haré lo posible para que siempre exista el tú y yo, no sé si es eterno, pero mientras exista me basta. Estar contigo me basta. Siento mucho que tengas que pasar por esto, que se confundan tus pensamientos y que no sepas lo que sientes por mí, está bien odiarme. Hazlo. Solo no dejes de sentir algo por mí.

Matrimonios & ConvenienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora