Dieciseis.

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Louis lloraba al teléfono pues había pasado una semana y el alfa ojiverde seguía sin decir que regresaría.

...—Estoy cansado de estar aquí sólo, Harry, me prometiste que vendrías y  yo ya no puedo estar más tiempo separado de ti... La marca me arde y mi celo está próximo.

—Lo sé pequeño pero el trabajo está retrasado y nos llevará algo más de tiempo... Te lo comprensaré, te lo prometo, ah por cierto, ¿recibiste ya las flores y los chocolates que te envié ayer?.

El omega sonrió entristecido al mirar al jarrón sobre la mesa de la sala, dónde había puesto las hermosas rosas.

—Si, son muy bonitas pero no quiero más regalos, yo quiero que tú estés aquí conmigo— dijo haciendo un puchero.

El alfa sonrió ante eso, ya qie él sabía cuanto Louis lo extrañaba pues a pesar de la distancia, el lazo los unía y las emociones estaban a flor de piel, aunque seguía muy preocupado por lo sucedido con la omega Calder.

—Oye Harry, ¿y por fin me contarás, qué es lo que te preocupa tanto?—preguntó el omega de repente.

El alfa sabía muy bien a lo que se refería Louis pues desde que se había acostado con Eleanor, el omega y él ya habían hablado unas cuantas veces y aunque lo intentaba ocultar, éste intuía que algo no andaba bien.

El ojiverde siempre acababa cambiando de tema o mintiendo, le decía que tenía que colgar y aunque odiaba hacerlo, no quería hacerlo sufrir ni tampoco perderlo.

Louis se estaba convirtiendo en lo más especial y más importante de su vida y no quería por nada del mundo que eso se estropeara y mucho menos por un calentón desafortunado.

Por fin la subasta se celebró y una vez más Harry, Des y el resto de los integrantes de la Corporación regresaron con sus bolsillos llenos.

Aunque no todo salió bien pues tenían que tener presente no volver a Italia en una larga temporada, ya que al llevarles más tiempo de la cuenta reunir la "mercancía" necesaria, la policía había estado husmeando muy cerca de ellos.

Así que tras borrar toda pista de sus negocios allí, habían regresado a Los Ángeles por fin, tras casi tres semanas fuera.

Harry estaba muy contento pues ya podría ver a Louis, así que nada más aterrizar, corrió a donde lo tenía oculto pero cuando estaba por entrar al edificio, recibió una extraña llamada de Eleanor.

...—¿H-Harry po-podemos v-vernos?, tengo algo muy importante que decirte.

—Ahora no puedo, tengo algo muy importante que hacer... tendrá que ser mañana ¿de acuerdo?—dijo el molesto y arrepentido de haber descolgado el teléfono.

—Pe-Pero H-Harry, es importante, yo est....

—Lo sien-to E-Eleanor pe-pero...es-toy en un sóta-no— fingió interferencias para zafarse de ella—….a...apen-as te o...oi-go

Aún no había subido al ascensor, cuando el teléfono le volvió a sonar, Harry vio que era ella de nuevo, así que optó por apagarlo.

—Hola precioso, por fin he vuelto a casa, ¿Dónde estás?—habló eufórico entrando..

—Oh hola señor, menos mal que llega, el señor Louis está en el dormitorio con unos dolores horribles desde ayer... Es su celo y ni siquiera ha comido nada.—dijo Sofía muy preocupada.

El alfa corrió velozmente ya notando el intenso aroma del omega por el pasillo, lo que hizo despertar su ferocidad.

Encontró al omega tirado en la alfombra, retorciendose de dolor y bañado en sudor.

—Oh vaya, lo siento, pequeño.

Este al escuchar al alfa, gimió agonizante, entonces Harry se agachó y tras acariciarlo, lo cogió en su regazo y lo tumbó con cuidado sobre la cama.

—P-Por fin lle-gas mi a-alfa... ayu-dame... no aguan-to más...Me du-ele dema-siado—suplicó el desnudo y febril omega.

Harry se arrancó la ropa en cuestión de segundos y con sus ojos ya oscurecidos, su pene erecto y su respiración agitada por el deseo, saltó al lecho cubriendolo por completo.

—To-Tomame mi alfa... te necesito. Y-Ya no lo a-aguanto más—volvió a suplicar Louis clavando sus uñas en la espalda de Harry, mientras este besaba y lamía su cuello y torso.

El alfa obedeció y sin esperar se introdujo en el omega soltando un gran gemido por lo estrecho, húmedo y caliente que estaba su agujero.

—¡Muevete Harry!...¡aaah!, ¡quiero sentirte aaah!, ¡follame ya!—gritó desesperado el ojiazul.

El ojiverde entonces empezó a penetrarlo ferozmente una y otra vez sin descanso, ya no podía parar pues entre la voz suplicante del omega, su intenso olor y la dulce sensación de sentirlo gemir bajo suya, lo enloquecieron irremediablemente.

Tras varias estocadas más, Louis se corrió en su vientre soltando un gran suspiro de placer y satisfacción.

Poco después el alfa sintió su nudo hincharse y sus colmillos crecer, así que tras lamer el cuello de Louis volvió a morderle sin piedad, mientras éste soltó un gran chillido, adolorido por la nueva mordida y por la semilla del alfa que se derramaba en su interior.

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7. Era un omega destrozado.- L.S /Omegaverse-(Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora