Por fin llegó el receso; estoy muerta de hambre. Juliana me acompaña hasta la tienda de la escuela. Pido un perro caliente y una gaseosa; ella solo pide un jugo. La fulmino con la mirada y hago que se compre unas empanadas.
Luego nos sentamos bajo un árbol de mangos que no estaba tan lejos de allí y empezamos a comer en silencio, algo típico de las dos. La comida se respeta; es algo chistoso, pero es algo así como un momento de solo enamorase de la comida.
Me considero una glotona sin remedio; gracias a mi metabolismo no engordo. La verdad, si no fuera por eso parecería un círculo sin forma.
A lo lejos distinguimos una figura reconocida, por lo que mi amiga y yo nos miramos extrañadas. Lo peor es que se dirige hacia nosotras con cara de pocos amigos, por lo que me pongo nerviosa. Juliana me agarra muy fuerte del brazo, igual de asustada que yo.
— Dime que no hiciste nada, por favor — suplicó mi amiga. Yo la miré y negué.
Esta semana no he hecho ninguna travesura: el día lunes me la pasé estudiando para el examen de química, no me dio tiempo de nada.
El martes llegue al salón de clases tarde y me regañó el profesor de estadística, pero nada grave el resto del día.
El miércoles, o sea ayer, en clases me la pasé planeando cómo hacer un encuentro casual entre mi amor platónico y yo. Durante el receso, Juliana me arrastró hasta la biblioteca y me la pasé maldiciendo el resto de las clases por no dejarme comer nada. Y hoy no hecho absolutamente nada.
— Señorita Puello, diríjase de inmediato a rectoría — habló el susodicho al pasar a nuestro lado, por lo que me levanto de donde estoy sentada. Menos mal pude comerme todo el perro, así que le dejo el poquito de gaseosa a mi amiga y voy tras él.
Camino por los pasillos pensando qué hice esta vez, pero no consigo nada en mi cerebro. Entro a rectoría, por lo que veo a la secretaria mirándome con algo de recelo: antes que diga algo, me adelanto y paso a la oficina del rector. Él ya está en su flamante escritorio, pero en frente está mi enemiga de por vida, la primera en mi lista negra: zorriana.
— Siéntese — manda el rector, por lo que lo hago — Jovencita: he sido muy paciente con usted — dice mirándome muy serio — Esto ya es el colmo. No la expulso porque tiene unas muy buenas notas. Es una de las mejores en esta institución, pero su disciplina, señorita Puello, no es la mejor y he tomado una decisión
Frunzo el ceño y me levanto del asiento, miro a zorriana y tiene una estúpida sonrisa ¿con que cuento le habrá venido al rector?
— Se puede saber ¿De qué se me acusa? — pregunto tranquilamente, tengo la conciencia tranquila, por lo que no me sulfuro
— ¡¿Y tienes el descaro de preguntar?! — sonó la voz más irritante del mundo entero y toda la galaxia
— Mira zo... — suspiro — Oriana, hablo con el dueño del circo, no con la payasa
Veo como se levanta de donde está sentada con la cara roja de rabia y viene hacia mí
— Se sientan las dos — habla con voz autoritaria el rector - Ignoraré lo que ha dicho Puello — me mira con frustración y las dos nos sentamos — Harán un proyecto sobre el trabajo en equipo; pero no aquí, si no en una empresa y...
— Disculpe señor, no escuche bien, dijo: ¿harán? — preguntó Oriana incrédula.
— La tonta, la que no escucha, la sorda — susurré ya irritada. Me van a castigar y esta vez no sé por qué — mire rector: no veo el porque me tiene aquí, colocándome un castigo, cuando hice nada, al menos esta semana.
— ¿Te parece poco botarme mi mochila? La has puesto arriba del techo. Has pegado un chicle en mi silla y mi hermosa falda se dañó; has escondido mis toallas higiénicas, mis maquillajes los has botado en la basura; has puesto en mi casillero dibujos obscenos que me costó borrar y lo peor: mi cabello me lo corte por tu culpa. ¡te odio! — gritó y se colocó a llorar
— Pero eso fue hace rato. Además, no te hagas la víctima — ironicé — No eres una santa, me has hecho cosas peores y lo sabes — le respondí al punto que nos estábamos retando con la mirada.
— Están suspendidas dos días
— ¡¿Qué?! — dijimos al unisonó, mirando hacia el rector.
— Mañana no vendrán, ni el día lunes — respondió tajante — colaborarán en el entorno empresarial. Será un proyecto, por lo que tienen que trabajar en equipo y ayudarse mutuamente. Aprenderán a tolerarse, respetarse y lo más importante: a valorarse como personas. Esto será la mitad de la nota final en ética
Esto no puede estar pasando, es el cincuenta por ciento de la nota
— El otro cincuenta será un examen. En las clases de la profesora podrán avanzar en el trabajo escrito; el día de mañana y el día lunes irán a la empresa temprano. Allí les hablarán de lo que harán
Lo vemos rebuscar en la gaveta de su escritorio y sacar dos tarjetas de presentación, dando una a cada una
— Ahí está el nombre de la empresa y la dirección. Preséntense a las siete de la mañana y pregunten por Mauricio Goodman. Dicen que van de mi parte
Trato de hablar, pero me detiene; se dirige hacia la puerta y señala la salida
— buena suerte
Las dos salimos casi a empujones de ahí.
Luego del término de clases voy a casa. Me despido de Juliana, la cual me deseó suerte para mañana. Y si, la necesito: primera vez que pisaré una empresa de gran magnitud. Por lo que vi en Google, es una de las mejores del país. Aun no entiendo que vamos a hacer allí: somos dos simples estudiantes de secundaria. Suena muy loco; solo espero no sea tan pesado el dichoso proyecto.
— ¡Mama, ya llegué! — grito, para que me escuche — Me estoy muriendo de hambre
Tiro mi mochila en el mueble de la sala, me dirijo a la cocina y allí está la mujer que más amo en el mundo, mi hermosa madre. Le doy un beso en la mejilla, está sirviendo...
— ¿Sopa? — pregunto haciendo un puchero. Ella solo asiente en forma burlona.
— ¿Cómo te fue, mi reina? — pregunta
— Mmm, bien — le doy una sonrisa falsa por lo que me mira dudosa.
Mi madre tiene el cabello negro liso, igual a mí. Lo lleva corto por los hombros. En cambio, el mío llega hasta mi cintura. Su tez es blanca; yo en cambio soy mestiza como mi padre. Sus ojos son un verde oscuro, yo saqué los de mi padre: marrones claros. No me considero bonita que encante, pero tampoco fea que espante. Lo normal: tengo lo mío. Mido uno sesenta de estatura; soy delgada, pero mis caderas son pronunciadas; no tengo un trasero voluptuoso, pero me siento bien repartida. Me siento orgullosa de como soy.
Mamá me sigue mirando, esperando una respuesta válida; al parecer no me ha creído, por lo que no me queda otra más que decirle
— Estoy suspendida — le respondo con miedo al regaño
No dice nada por lo que le digo todo: lo de las bromas en el colegio y lo del proyecto que debo hacer. Después de miles de consejos y regaños de su parte, almuerzo, subo a mi habitación, me baño, me cambio con ropa cómoda, me paso la tarde escuchando música y dibujando.
Ya al anochecer bajo a cenar. Saludo a papá y a mi primo Mateo, el cual vive con nosotros. Pero no están solos: hay compañía, alguien que tiene mi mente en el limbo. Y es donde mi corazón empieza a latir muy fuerte: esos ojos no me están mirando de buena manera, no lo hacen y veo todo en ellos lejano.
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Mírame Con Amor
Teen Fiction"En el corazón no se manda, en su corazón yo no mando y eso duele aún más" Ignacio Goodman es el hombre que trae loca a Camila, lo conoció y una rara obsesión se apodero de ella, dice estar enamorada. Él un hombre, serio, ególatra, intimidante...