Epílogo

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Ocho años después ...

Si me preguntan cómo me siento en estos momentos. No sabría qué contestarles. Hoy es uno de esos días en lo que no sabes qué hacer o como sentirte. Son tantos sentimientos encontrados a la vez, no me lo creo. No puedo creer que en estos momentos este a un paso de la cúspide de mi amor por el gran Ignacio Goodman.

En estos momentos, junto a mí, está mi madre, Oriana y mi querida tía, tan emocionadas como yo, aunque mi madre un poco más. Lágrimas brotan por sus ojos y nos contagia a todas. Ella, con tanto amor hacía mí desde que lo supo, no ha dejado de llorar de felicidad. Y ni qué decir de mí; fue una noticia que, aunque no la esperaba, me hizo tan feliz como nunca lo había estado. Aunque al principio me sentí demasiado perdida, no me creía capaz, pero con el apoyo de toda mi familia no hubo nada que se interpusiera entre toda esta maravillosa noticia. Incluso Mateo fue el que más feliz se puso con toda esta noticia.

 Por favor, no más lloriqueo se me corre el maquillaje — se queja Oriana entre lágrimas y todas las presentes negamos. Ella ni en momentos como estos deja de ser así tan extrovertida.

Las miro a las tres: sé que ha llegado el momento de entrar allí y empezar una nueva etapa de mi vida. Aunque sé que no será fácil, ya no importa, nada, porque soy feliz y las bendiciones no llegan solas.

 No sé cómo puedes estar tan tranquila. Realmente, yo en tu lugar estuviera dando gritos por todos lados y desmayada más aún — comenta Oriana nuevamente y yo sonrió.

 Oriana eres insoportable ¿Lo sabías? — le respondo mirándola con cara de pocos amigos, una vez siento un revoltijo en mi estómago y ella solo encoge los hombros — Solo quiero entrar, porque no es nada bonito lo que estoy sintiendo en estos momentos dentro de mí.

 Está bien, me callo. Pero Cami: ponle un poco de drama, por favor. Nunca he visto esto en vivo y en directo — me responde de vuelta, con tono de súplica.

Oriana es tan única; no sé qué haría sin ella. Alguna vez todos necesitamos una amiga que te haga sonreír, aún en los momentos difíciles. No puedo negar que me gustaría que Juliana estuviera conmigo este momento tan especial. Es un poco triste, pero no supimos más de ella: nunca me escribió, no volvió. Se fue para no regresar. Me tocó aceptar perder una gran amiga; aunque hice todo para estar bien con ella, no se pudo.

 Oriana por favor, solo sigue grabando este momento — le regaña mi madre y yo me burló.

—  Ja, espero mi paga por esto. No estaré dando mi trabajo gratis. Negocio es negocio y amiga es amiga, aún con bendición a bordo — comenta y todas reímos, viéndola con cara de irritación.

Y si, esta es mi verdad. No sé si ya lo notaron, pero ... ¡Sorpresa! Seré mamá de una hermosa bebé. Aún recuerdo cómo me enteré, que hasta da un poco de risa: en mi despiste pensé que solo estaba engordando y cada día me veía con más barriga de lo normal. Es increíble, porque no dejaba de comer. Aquí es donde entra Mateo en la historia; al darse cuenta de que no era normal, me llevó cuatro pruebas de embarazo para que me convenciera de una vez por todas, algo de lo cual me negué aceptar, pero terminé haciéndomelas, dando positivas todas. Aparte, con la sonrisa burlona de mi primo con la típica frase "te lo dije". Bueno, después de enterarme, no paré de llorar por un largo mes, hasta que lo acepté.

 ¿Dónde está Mateo? — pregunto con tranquilidad.

 Ese muchacho debe estar con su amante. Esta muchachita aún no madura y pronto la dejará — me susurra mi tía al oído y me incomoda su comentario.

Mírame Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora