Capitulo - 9

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Me quedé prácticamente encerrada el resto del día en mi habitación dibujando y escuchando música, algo muy común en mí; lo peor es que hasta en mis dibujos salía el rostro de Ignacio. Pienso que me tiene completamente loca y no quiero pensar más en él, ni siquiera tenerlo cerca. Sus palabras fueron para mi corazón un gran látigo; y no sé porque el corazón es tan estúpido ilusionándose con algo que nunca va a pasar.

En la noche bajé a comer, estoy desilusionada pero no sin hambre. Saludé a papá, el cual llegó muy cansado del trabajo. Mamá lo consintió y verdaderamente eso fue súper incómodo; son mis padres, pero no por eso tengo que presenciar su melosería.

Llamé a Juliana y le conté todo lo raro que fue el día para mí. Se extrañó mucho por lo de Oriana y la sacó de sus casillas lo de Ignacio. Quería matarlo; ya saben, cosas de amigas.

El fin de semana llegó y no hice nada fuera de lo normal: el sábado me quedé en casa viendo películas de terror con Mateo, el cual estaba algo extraño, pero no le tomé demasiada importancia.

Hoy es domingo y me estoy cambiando para ir a bailar con nada más ni nada menos que zorriana. Me llamó muy temprano a decirme que tenía un tío administrando un antro y que nos iba a dejar pasar, por lo que no era preocupación ser menores de edad, mientras no nos pillaran. Llamé a mi mejor amiga y después de insistirle muchas veces, me dijo que sí.

Escucho el timbre. Sé que es Juliana: ya se estaba demorando. Me termino de colocar labial y bajo.

Escucho gritos, por lo que bajo lentamente las escaleras, aunque los tacones que llevo puestos suenan un poco.

— Te dije que no

Me paralizo: esa es la voz de mi primo. Se escucha sacado de sus cabales.

—  ¿Pero quién te crees?  — dice otra voz que reconozco rápidamente. Esa es mi mejor amiga — No eres nadie para decirme que debo hacer — termina diciendo con voz temblorosa.

—  No vas para ningún lado y menos vestida así

¿Qué? ¿Desde cuando mi primo le prohíbe cosas a juliana? Bajo muy rápido y al llegar hasta ellos se quedan callados.

—  Óyeme, pero... ¿Quién te crees para decirle que no va a salir así vestida? — le pregunto a Mateo algo cabreada. Tengo entendido que no le interesa nada que tenga que ver con mi amiga. Él me mira fulminante, pero yo lo reto con la mirada.

—  ¡Bien, hagan lo que se les de la puta gana! — exclamó fuertemente saliendo de la casa. Ahora salí a deberle.

Miro a la susodicha a mi lado, la cual está con la cabeza gacha. Se mira bien vestida: lleva un vestido de escote ceñido al cuerpo, color azul claro, que le llega hasta la mitad de los muslos. Me quedo admirada, ya que nunca la había visto así.

—  ¿Qué ha sido eso?

Veo como levanta la mirada: tiene los ojos aguados, no lleva sus lentes. ¿Pero dónde quedo mi amiga, la nerd? Ahora comprendo a Mateo. Eso solo responde a que sí le interesa Juli, pero se hace el duro.

—  No lo sé. Está loco — respondió caminando hacia la puerta. Yo no quise decir más nada.

¿Dónde estaban mis padres? Ni idea, no los vi por ningún lado. Menos mal ya había pedido permiso. Salí de mi casa, y mi amiga y yo tomamos un taxi que nos llevara al lugar, ninguna de las dos hablamos en el camino. Luego de veinticinco minutos llegamos: pagamos el taxi y bajamos. En la entrada estaba esperándonos la rubia, la cual al vernos salió corriendo hacia nosotras. Ella llevaba una falda un poco arriba de los muslos y un top, ambos de color rosado. El cabello lo traía recogido en una coleta.

—  Al fin llegaron — habló Oriana, entusiasmada llegando a nuestro lugar — Vengan: mi tío nos hará pasar.

Y así fue: un chico de unos veintiún años nos coló. Pensé que su tío era de más edad, pero no: era un joven. Y muy simpático, por cierto.

Al entrar, la música retumbaba fuertemente. Había personas bailando normal, y otros bailando, pero casi teniendo sexo con ropa. Estaba oscuro, pero las luces blancas, azules y rojas daban una buena vista. Fuimos a la barra y pedimos una botella. Iba a tomar alcohol, a ver si se me olvida por un rato bien largo Ignacio Goodman. Buscamos una mesa y nos sentamos, abriendo el trago y sirviéndonos en nuestros vasos.

—  No voy a beber — habló juliana

—  Pues mejor, así ahorras trago — le respondió Oriana

—  No entiendo ni siquiera porque nos hablas. Se supone que eres muestra archi enemiga.

—  Si, se supone, pero es por una buena causa. Además, no se puede llevar uno tan mal toda la vida.

—  Más bien será porque no tienes ningún amigo en el instituto — Terminó por decir juliana, dejando a una Oriana pasmada.

—  Ya chicas... hemos venido a pasarla bien, no a pelear — me entrometo en su discusión verbal

Ya me están sacando de quicio, y lo último dicho por mi mejor amiga es verdad: la rubia no tiene amigos dentro del instituto, pero más bien por su reputación, que ahora mismo dudo de lo que dicen. Me tomo un trago, luego otro y otro más hasta que pierdo la cuenta. Oriana y yo nos levantamos a bailar; mi mejor amiga prefiere quedarse sentada. Vamos a la pista y empezamos a movernos. Ahora mismo estoy algo mareada: todo me está dando vueltas, pero mi cuerpo pide que baile. Brinco, salto y grito. Esto es genial; nunca me había puesto tan loca como ahora. Bailo con un desconocido y no sé dónde está Oriana, hasta que siento un halón que casi me hace caer, pero lo que hago es reírme. La mano me lleva a rastras hasta la barra y veo a la rubia, que ahora es mi amiga, sonriendo y subiéndose en ésta para bailar. Me anima y hago la misma acción.

Creo que si me vieran mis padres y Mateo me matarían. La sonrisa no se borra de mi cara: sale un reggaetón de J Balvin y me vuelvo más loca. Hago un baile sexy, muevo mis caderas circularmente y veo como varios hombres empiezan a gritar, animándome a moverme más. Las mujeres ahí presentes me miran raro, pero no les presto atención.

— ¡Camila, baja de ahí! — grita juliana, pero la ignoro. Miro hacia Oriana y también está bailando sonrientemente. Yo sigo en lo mío.

Lo último que veo es un hombre desconocido tratando de agarrarme el trasero; le doy un gran empujón y golpe seco hacia el susodicho, armándose un gran alboroto. Me toman por los muslos unos fuertes brazos y estoy con mi cabeza hacia el piso.

Creo que voy a vomitar.

No creo, ¡Voy a vomitar!

Y lo hago en laespalda del que me lleva en su hombro.


Gracias por leer, por sus votos y por sus comentarios. bendiciones.

Mírame Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora