Capitulo - 37

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(Maratón 3/3)

 — Señor — lo saluda el chofer de Ignacio llamado Eduardo

Si no estoy mal ya lo había visto antes, pero no de cerca. No es el tipo de chófer que todas conocemos, para nada; está muy guapo y bien fornido. Parece una especie de guarda espaldas: es alto y rubio, sus músculos se ven a través de ese traje de Smoking negro que lleva puesto.

 Eduardo, deja los formalismos — lo reprende Ignacio con voz tosca — ella es Camila, mi novia

Le sonrío amablemente al chico, que no le pongo más de veinticinco. Él sólo me da un asentimiento de cabeza como saludo. Me sentí realmente extraña, pero a la vez satisfecha, de que mi chico ojos miel me presente por primera vez como su novia

 Creo que ya la conoces, la otra vez me viste sacarla de una riña en la empresa, ¿Recuerdas?

El pingüino frente a mi ensanchó una gran sonrisa y lo fulminé con la mirada. Se está burlando de mí.

 Si la recuerdo, jefe. Estaba con otra chica, una rubia — describe a Oriana.

 Exacto — le responde Ignacio — Bueno, vámonos, iremos a casa de Camila, ya sabes dónde queda.

 Si señor — dice formalmente

Ignacio niega y el susodicho que acabo de conocer abre la puerta del carro y me hace seña para que entre, por lo que me despego de mi novio para hacerlo, no sin antes dirigirlo también a él. Eduardo me ayuda para que Ignacio ingrese al carro, y más atrás lo hago yo.

Una vez dentro del carro, el pingüino, como ya lo he apodado en mi mente, también entra para posicionarse en el asiento del conductor y coloca el carro en marcha.

Me pego a mi chico, entrelazo mi mano junto a la de él y recuesto mi cabeza a su hombro. Siento una paz y una tranquilidad inmensa. Es como siempre me vi con él. Siento un beso de su parte en mi cabello y se recuesta del todo al asiento.

Cierro mis ojos y suspiro, muero por echarles el chisme a mis amigas. Juliana se pondrá feliz, seguro ni lo creerá. Estoy pensando en que me dirá un ¡Al fin! Ya la traía loca con el tema desde que conocí al gran Ignacio Goodman. Y Oriana hará una fiesta apenas lo sepa, o seguro alguna de sus locuras. Admiro su forma de tomarse las cosas. Lástima que estén peleadas; si no las reuniría y les soltara la bomba de una buena vez: Ignacio es mío y solo mío.

 Ignacio — lo llamo sin abrir los ojos.

 Mmm — contesta con pesadez. Seguro está cansado por el gimnasio.

 Mateo... ¿Como crees que le caerá la noticia? — le pregunto en voz baja y nerviosa — Me preocupa mucho que no se lo tome bien.

 Tranquila mocosa. Hablaré con él también, no te preocupes — me responde sin alguna pisca de miedo, muy relajado.

 Está bien — me resigno al fin. Se tendrá que enterar de alguna forma, no lo puedo ocultar por mucho tiempo — Por cierto: no me gusta que me llames mocosa — gruño

Sinceramente odio ese apodo, me parece despectivo.

 Preciosa, es algo que te digo con cariño.

— Pues no me gusta, dime cosas bonitas — le replico.

 Tu pelo, tus ojos, tus la...

 ¡Amor! — exclamo haciéndome la enojada.

 Bien, no más mocosa — se ríe y yo también.

 ¿Te puedo hacer una pregunta?

Mírame Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora