Capitulo - 25

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La noticia es la mejor de todas: Él volverá a ver. Sé que así será, y que todo saldrá bien con el favor de Dios.

Podría describir lo que noto en mi interior: mi corazón está saltando de alegría. Aunque no lo diga, me siento culpable de su ceguera. Y sé que él también me echa la culpa, pero...

En estos momentos la noticia me hace respirar tranquila; saber que pronto podrá hacer lo que quiera sin ayuda, ya sea de Juana o mía, aunque Ignacio se ducha solo. Eso sí, dejándole todo ordenado en el baño. Hasta ahora no ha tenido problemas con eso. Para mí es un alivio, porque la otra vez fue muy incómodo verlo en toda su desnudez, que por cierto está bien dotado en todo. Su cuerpo es un gran arte. Él es perfecto y yo soy una pecadora; estoy pensando en lo que no debo.

Sacudo mi cabeza y salgo de mis pensamientos rápidamente.

Sin embargo, toda alegría se va al observarlo. Ignacio, como algo típico de él, fabrica su rostro tosco; su quijada está apretada, por lo que sé, e intuyo, que la información dada no le gustó para nada.

Cualquier persona en su lugar estaría brincando de felicidad, llena de esperanza y sonriente al recibir esa noticia, pero Ignacio no; solo hizo un movimiento de cabeza a Charlotte, pero carente de emoción, sin ningún atisbo de alegría.

— ¿No estas feliz? — le susurro

Él no respondió; simplemente se quedó pensativo.

— La operación es el miércoles de la otra semana — le siguió informando Charlotte con gran emoción — Oh, hola Camila — dice en cuanto me ve, acercándose a mí y dándome un beso en el cachete.

— Hola — la saludo de igual manera sonriéndole, pero la quito inmediatamente de mi cara por culpa de Ignacio. Él está apretando levemente mi hombro, del cual se está sujetando desde que salimos de su apartamento. Lo miro buscando respuesta, pero está con rostro serio.

— Bien, ya puedes irte — dice a Charlotte, restándole importancia a la noticia — Abre la puerta, Camila — me manda con voz dura, quitando su mano de mi hombro.

Yo no vacilo ni un segundo. Inmediatamente me dirijo hacia la maceta que está al lado de la puerta para tomar la llave que está allí escondida. El silencio es incómodo, por lo que la tensión está en el aire.

Un suspiro sale de mí antes de introducir la llave en la cerradura: giro y se abre. Volteo para ir donde Ignacio y guiarlo dentro. Cuando lo dejo en el sofá de la sala de estar, escucho la voz de Charlotte.

— Bueno, yo me voy, solo traía la noticia — dice con algo de tristeza en sus ojos.

— ¿No vas a pasar? — le pregunto ante su inminente marcha.

— No — ríe — Tengo prohibido el paso

Mi ceño se frunce

— Nos vemos después, adiós — se despide con ojos brillantes, viéndola perderse en el ascensor.

Niego; al parecer, el odio de Ignacio hacia ella es duradero. Lo digo porque no se le ve interés en salvar la relación con su hermana. No debió ser fácil para Ignacio el regresar y saber que su madre murió por no aceptar algo de lo cual no podía hacer nada, y seguro es mucho peor para Charlotte; debe sentirse culpable y piensa que haciendo las cosas de mejor manera, su hermano la perdonará.

Al final, cierro la puerta y me dirijo de nuevo donde está Ignacio.

Ahora entiendo por qué, desde que vengo a cuidarlo, no la he visto ni un solo día, acá visitándolo para saber cómo está Ignacio.

Mírame Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora