Pecado 27

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El miedo.








Ella entró hecha una furia a la habitación donde estaban hace un rato fornicando como conejos. Miró a Mia profundamente dormida con una expresión de satisfacción en el rostro.

Hija de puta, le iba a destrozar el rostro con el maldito martillo.

Tomando fuerzas dio un fuerte golpe con este en el espejo haciendo que se rompiera en millones de pedazos.

Mia se despertó escandalizada. La miró con esa expresión desquiciada y el martillo en la mano, por lo que entró en auténtico pánico. Se levantó con las sábanas cubriendo su cuerpo desnudo.

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—Te felicito —empezó Danielle acariciando el martillo— Has hecho de la persona más fuerte, imponente, enorme, agresiva, fría que conozco... En un ser vulnerable. Es una pena... Porque obviamente sería un gran mérito que tu, zorra estúpida, pudieses cambiar a alguien como Ashley, pero obviamente no tiene nada de mérito cuando tu lo has drogado.

—Estás loca, llama a Ashley y verás como te pone en tu sitio, mocosa.

—Prefiero ser una mocosa a una perra inmunda de quinta. Eres tu la de las putas cartas, eres tu la que lo secuestró, eres tu la que está arruinando la vida de los Bones.

—No. Obviamente estás celosa, me prefiere a mi y no a ti. Mírate, eres una mocosa horrible, ¿Te creías que iba a caer enamorado de ti como en las películas que ves o en los libros que lees? ¡Por favor! Él se merece una verdadera mujer.

—Tienes razón. Él merece una verdadera mujer, no una puta como tu.

—Pero mira qué bien le queda a esta puta el anillo de compromiso.

Mia colocó la mano en el mostrador, muy cerca de ella, para que viera el carísimo anillo de oro con el diamante brillando en su dedo anular... Mala idea.

Danielle elevó el martillo y antes de que le diera tiempo de pensar, se lo estampó en los dedos, por el sonido se rompieron dos o tres y el anillo se le incrustó en la piel.

Mia gritó de dolor y se cayó al suelo mientras se agarraba la mano con fuerza. El hecho era meramente siniestro pero se lo merecía por haberle hecho tanto daño a ella y a Ashley.

—¿Quieres la otra mano? —preguntó retándola. Mia negó mil veces con la cabeza retrocediendo y casi llorando— Vete de mi casa, no te vuelvas a meter en mi matrimonio y si te vuelvo a ver cerca de aquí... Te mataré, te lo juro, con las consecuencias que traiga, me da igual. Así que vete, ahora mismo.

Mia lloraba por el dolor. La mano se había teñido de morado y se había inflamado como un globo. Mia tomó sus cosas y se marchó con Danielle detrás.

Ella jadeó cuando Mia se giró hacia Ashley. Él le miró la mano sorprendido, luego miró el martillo que seguía en la mano de ella y su expresión se endureció al momento.

—Ashley, me duele mucho —musitó mirándolo con pánico y a la vez victoria.

—No te preocupes, preciosa. Ahora mismo nos vamos al hospital. Déjame encargarme de esta puta.

Ella retrocedió cuando Ashley la tomaba del cuello y la pegaba a la pared.

—Cielo —dijo muy tranquilo llamando a Mia— Puedes ir llamando a un taxi —le pasó su iPhone mientras que Danielle arañaba su brazo para que la soltara— Esto me llevará poco tiempo.

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