Pecado 36

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La intransigencia.













Ashley se levantó en tensión queriendo alejarse de ella para no golpearla.

—¿Por qué lo has hecho? —gritó con los dientes apretados rompiendo la copa de vino que tenía en sus manos.

—Ashley cálmate —dijo ella aterrada levantándose por si acaso, aferrada a los papeles.


—¡Te dije que no estaba preparado!

Ella dio un grito de susto al ver a Ashley romper la estantería de cristal con el puño.

—Ashley, relájate —gimió ella con el miedo de que se hiciera daño.

—¡No estoy preparado para saber si me voy a morir! —tiró un jarrón haciendo que se rompiera en miles de pedazos.


—¡Ashley! Escúchame.


Ashley respiraba entecortadamente, estaba rojo de la rabia y ya empezaba a sudar mientras se agarraba la cabeza dándole la espalda.

—Vete —murmuró respirando intentando calmarse.


—Escúchame —murmuró ella.

—¡Que te vayas!


Ashley tomó la botella de vino y sin pensarlo, la lanzó en dirección de ella. Ella se agachó a tiempo y la botella se estrelló en la pared manchándola de morado.

Ella lo miró sorprendida, aterrada. Sin decir palabra, queriendo llorar, se marchó. ¿Y si no se hubiera apartado?


—Oye... —la llamó suspirando— Danielle Lo siento, perdí el control... Lo siento...

Pero ella cerró de un portazo. Ashley volvía a tensarse, la siguió porque odiaba que dieran portazos, y muchísimo más, una puerta de su casa.

Abrió la puerta y la vio tirada en la cama, llorando, con las pruebas al lado.


—Odio tu agresividad, la odio, la odio, la odio —balbuceó— Tienes que aprender a calmarte de verdad —lo miró a los ojos— Te admiro tanto porque tenías un gran control sobre ti, ¿Y ahora qué te ha pasado?

— lo perdí —dijo apretando la mandíbula— Y ya.

—¿Y ya? Me acabas de tirar una botella que bien me hubiera podido reventar la cabeza...

—Esta bien, Yo te lo advertí.

Ella lo miró anonadada, y después de parpadear varias veces sin poder creerlo... Abrazó la almohada.

—Mejor vete —dijo Danielle.

—Tienes que entender que no estoy preparado —masculló.

—Pero Ashley, esto te lleva matando años... Ya es la hora, aunque sea para quitarnos la duda... .

—Pero es que no quiero saber si me voy a morir... No me quiero morir joder, no..

—Si no las abrimos... No lo sabremos.

Ashley suspiró y se sentó en la cama.

—Las abriremos esta noche, ¿te parece? Necesito hacerme la idea...


—Sea lo que sea... Me tendrás siempre aquí, ¿Ok? —susurró ella— Pero tienes que controlarte más.


—Lo intentaré —susurró—. Gracias.

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