La apatía
Ashley dormía profundamente mientras ella lo observaba como psicópata. Sentada en la cama, completamente desnuda veía su creación.
Él se despertó de golpe, y cerró los ojos inmediatamente por la luz.
Cuando quiso restregarse el ojos... No pudo.
Mirando a ambos lados miró sus muñecas atadas a la cama.
Volvió a ver a todos lados sólo pudo conseguir ver a Danielle sentada mirándolo.
—¿Qué demonios? —la miró acercarse—. No Danielle no lo hagas y desátame ahora mismo.
Pero sus palabras se atragantaron en su garganta cuando sintió los labios de ella en su miembro.
—Nena, ¿Qué haces?
La respuesta era obvia pero él no lo preguntaba en ese sentido, sino que lo preguntaba porque se sentía tan jodidamente bien...
Quería mirarla, pero su cabello lo impedía, quería tocarla pero las ataduras lo forzaban... Quería simplemente tomarla del cabello y controlar sus movimientos pero también quería dejarla por su cuenta.
— Danielle —gimió desesperado— Por favor, déjame verte.
Ella levantó la cabeza rápidamente mirándolo a los ojos.
Simplemente sonrió y siguió cubierta por el cabello.
El pene de Ashley estaba tan dentro de su garganta, estaba tan profunda y no era a la fuerza, sino que ella lo quería, ella lo estaba pidiendo.
—Quiero... Quiero tocarte —gimió.
Ella lo ignoró concentrada en darle placer a Ashley.
Tomándolo con ambas manos empezó a masturbarlo con fuerza..Danielle juraba que le iba a romper el frenillo por la fuerza que ejercía pero él parecía volverse loco.
—No... No... No lo hagas —dijo cuando Danielle se subió encima de él— Pequeña, mi pequeña, no me hagas esto. ¿Qué... Qué vas a hacerme? —preguntó tartamudeando.
—Voy a follarte y más te vale que grites mi nombre —soltó ella en un susurro amenazador.
Ashley abrió los ojos y la boca sorprendidos porque en la vida se hubiese imaginado que su dulce Danielle pudiera decir eso.
Tenía que ser un sueño, esto era imposible.
Negando varias veces con la cabeza sintiendo volverse loco la miró, ella parecía relajada, tranquila, Maldita sea, ella estaba jodidamente hermosa encima de él.
Ashley se mordió el labio cuando ella inclinó su cabeza y empezó a besarle el torso.
—Danielle.. —apretó la mandíbula— Por favor...
Él estaba fuera de sí, en la vida le había pasado esto.
Nunca se había vuelto loco por culpa una mujer, nunca había perdido el control. Su calculador cerebro estaba echando chispas del descontrol que estaba ocasionando su esposa.
— Dios mio.. —susurró a punto de llorar.
Y es que era increíble el punto de que había perdido el control porque estaba a punto de correrse. Si mal no recuerdan, Ashley decía tener el pene más controlado del planeta, y era cierto, si le ordenaba a su cerebro que se corriera, su cuerpo se liberaba pero siempre y cuando lo ordenara.
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Sinner
Narrativa generaleLa mejor manera de vencer al deseo es cediendo a él, cediendo al pecador.