Pecado 40

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El asesinato.















Ashley Bones caminaba nervioso de un lado a otro en su celda. Estaba jodidamente nervioso. Temblaba y no podía dejar de apretar los dientes en un intento desesperado de calmarse.

La cárcel estaba siendo un infierno. Los reos tenían hijas y esposas, por lo que cuando supieron que era un violador y un maltratador, lo tomaron como primer objetivo. Los insultos eran muy fuertes y las amenazas de muerte aún peor. Y luego estaba el encierro, sin nada que hacer. Y por último estaba lo más importante: su hermosa Danielle.

La echaba tanto de menos y el hecho de pensar que tenía ya cuatro meses en la cárcel y no tenía noticias de ella, lo estaba matando porque creía que Danielle se había marchado para siempre.

Ahora sí se arrepentía de todos sus pecados. Ahora sí se arrepentía de haberla herido tanto, agujerando su alma pura, haciéndola infeliz a sus 22 años, tan dulce, tan tímida, tan honesta, tan fiel, tan bondadosa... ¿Por qué no la dejó en paz cuando tuvo la oportunidad?

Eliot tampoco había ido a verlo, ni su familia... Y ahí supo lo solo que estaba. Tenía millones de amigos, pero ahora entendió que sólo querían su fortuna porque sólo se acercaban cuando les convenía, y lo peor es que no lo escuchaban, no le daban la oportunidad de hablar y aclararlo todo.

Pero no había nada que aclarar.

Era tan complicada esta maldita situación. Él ya sabía que tarde o temprano se volvería loco...

Se sentó en la asquerosa cama mirando al suelo, con la mirada perdida.

Estaba completamente hundido. Antes se creía invencible, creía que todo estaba a su alcance y que cualquier cabeza tenía precio y que nada, absolutamente nada, se podía resistir a una buena suma de dinero, y ahora estaba tan abajo que su vida no tenía sentido.

No tenía sentido sin el amor de su vida.

Y ahí entendió todo. Ni Melanie, ni Kate, ni Alexa, ni Mia... Sino Danielle, Miró al techo para evitar que la lágrimas salieran pero fue inevitable.

Le hizo tanto, pero tanto daño a Danielle... Y ahora mismo estaba tan arrepentido... Y ahora que ella se había ido... Ya no quería saber nada y sólo quería morir.

Podría suicidarse, pero estaba jodidamente asustado de la muerte...
















A kilómetros de la prisión de Atenas, estaba Danielle sentada en el escritorio de Ashley. Miraba papeles, y escribía notas... Y así llevaba todos los días desde que se llevaron a Ashley. Investigando, buscando la manera de sacarlo de la cárcel.

Eliot entró al despacho y la miró.

—¿Has desayunado? —preguntó, Danielle, sin perder concentración, negó con la cabeza—. Tienes que comer, te lo digo todos los días. Vas a matar al bebé si no comes.

Danielle se tocó instintivamente el vientre. Sonrió a la nada y dejó los papeles para bajar a desayunar.

Y obedeció, desayunó, pero no dejaba de pensar en Ashley. Eliot se sentó enfrente de ella y la miró a los ojos.

—Hoy le han hecho una prueba psicológica a Ashley... Estoy seguro que saldrá de todo menos que está bien —dijo tomando café.

A Eliot tampoco lo dejaban ir a ver a Ashley, aunque sea para darle noticias de que estaban bien, por lo que tenía contactos con policías que eran sus amigos, pero no podían acercarse a Ashley y hablarle sobre Eliot y Danielle.

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