La angustia
Ashley le bajó los pantalones a Danielle y ni siquiera se molestó en quitarlos por completo, sino que los dejó hasta sus tobillos.
Ella tenía unas ganas de llorar inenarrables, se sentía sola, destruida y bastante jodida con toda esta situación.
Él no la soltaba por nada del mundo y ella... Ella sólo rezaba en silencio para que parase.
¿Esto era el sexo?, ¿De esto presumían todas sus amigas?, ¿A esto lo llamaban placer? Pues ella seguía sin entenderlo.
Ashley se colocó entre ambas piernas de ella mientras colocaba su pene en la entrada de ella.
Lloriqueando por safarse él la miró desde arriba implacable.
Cuando se trataba de sexo le gustaba dominar aunque era ciertamente egoísta al pensar sólo en su placer y en su pene.
Danielle retrocedió aterrada pero él la mantuvo en su sitio.
—Por favor... —rogó con la voz llorosa.
—¿Por qué te pones tan así?
—Porque no me gusta lo que hacemos —confesó soltando una pequeña lágrima por el lateral del ojo deslizándose por su amoratada sien y perdiéndose en su cabello.
La miró con el ceño fruncido.
Pero su cerebro estaba concentrado en tres cosas.
La primera en lo que había dicho, la segunda lo seca que estaba ella de ahí abajo y la tercera su pene palpitando y la mano de Danielle en el abdomen de él intentando detenerlo pero ahora lo estaba quemando.
—¿Cómo que no te gusta?, ¿Me estás diciendo que no te satisfago como mujer?
Ella asintió lentamente casi con miedo y arrepentimiento.
—No me gusta... Duele mucho, Sólo me estás haciendo daño.
—O sea que... —volvió a preguntar sin creerlo— ¿me estás diciendo que yo no te doy placer?
Ella con cierto pánico asintió.
Tomando un fuerte respiro ocultó su cara entre sus manos.
—Mírame —ella lo hizo— No ha habido ni una sola mujer que me haya dicho que no la satisfago, Así que una mocosa no va a venir a decirme lo que es placer y lo que no.
—Pero... No me gusta y me tengo que aguantar, me parece injusto.
—A mi también me parece injusto que me tuviera que quedar contigo, pero me aguanto aunque no me gustas...Es más me repugnas.
Ella cerró los ojos y apretó los dientes queriendo evitar las ganas de llorar.
La trataba muy mal y ya cierta parte se estaba cansando y eso que llevaban menos de 2 meses juntos.
—Yo te dije que podías dejarme en Dallas...
—Estaría sin descanso, Yo tengo que tener mi conciencia limpia —se levantó poniéndose el bóxer mientras ella se sentaba abrazando sus piernas cubriéndose todo el cuerpo.
—Pero Ash, ¿no tienes remordimientos al pegarme, al abusar de mi... Al tratarme mal?
Él la miró peligrosamente.
Ella apartó la mirada rápidamente mientras él se sentaba con sigilo en la cama.
—No tengo porque te estoy dando una buena vida, te estoy manteniendo, te compré de todo... Hasta te he otorgado el honor de casarte conmigo.
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Sinner
General FictionLa mejor manera de vencer al deseo es cediendo a él, cediendo al pecador.