La Avaricia.
En el aeropuerto de Portland, Danielle cargaba con el transportín de su gato, Aquiles.
Ashley los registraba a ambos mientras ella tocaba al gatito a través de los barrotes de la jaula. Fue una suerte que Ashley quiso traerlo, porque no soportaba a los animales. Decía que eran una pérdida de tiempo.
-El jet nos espera -dijo tomando ambas maletas sin mirarla.
-Espera... ¿Un jet? -sonrió ilusionada a pesar que ese hombre la había hecho sufrir tanto anoche.
Asintió sin verla. Amargado, dijo por lo bajo pero no lo suficiente porque él se detuvo y la miró con ojos asesinos.
-Te he dicho que me respetes -masculló.
Danielle bajó la mirada arrepentida y siguieron caminando. Así de rápido salieron a pista para luego entrar en el jet privado.
-Oh -sonrió suavemente al entrar y ver tanto lujo-. Es muy bonito.
-Es mío, claro que tendría que ser bonito.
La azafata los recibió sonriente dándoles chicles para el despegue. Ella tomó todos las gomas de mascar que pudo y sonrió cuando miró que le daban una pastilla de dormir a Aquiles.
-¿Siempre te han tratado así?
El frunció el ceño bastante confundido por la pregunta y asintió lentamente. Pensó en que tal vez a ella nunca la habían tratado bien porque era hija del maltrato. Según Alexa, su hija no era planeada, así que nunca la quiso, y su padre aún menos, por eso se largó... Así que él a día de hoy podría confirmar que nadie la trataba bien y él no estaba dispuesto a ser el primero.
-Siéntate y abróchate el cinturón.
Danielle lo hizo suspirando de placer ante la comodidad del asiento. Cerró los ojos, y acurrucándose antes del despegue... Se durmió para tener que aguantar la peor parte.
Primero su subconsciente juraba que había soñado en negro... Pero el negro era el vacío de ella cayendo. ¿Alguien ha oído ese terrorífico y escabroso rumor? Se decía que si no te despertabas antes de aterrizar... Morías en la vida real. Así que su cuerpo reaccionó de forma inmediata dando un pequeño salto.
Miró a todos lados con la mirada asustada, perdida. No había un sueño que no la asustase, da igual lo dulce que fuesen... Siempre acababan aterrando su pobre mente. Su cuerpo fue sintiendo la fría sábana, miró a todos lados con un escalofrío recorriendo su espalda y recordó que estaban en el jet, sólo que ella estaba en una especie de cama duplex. Para dos personas.
Ashley estaba justo al lado de ella leyendo un libro de economía Europea y porqué Grecia se había arruinado tanto. La miró con el ceño fruncido, bastante incrédulo.
-Estoy aquí -alegó llamando su atención-. Me puse aquí contigo porque creía que podías caerte... No estás acostumbrada a otra cama que no sea la tuya -explicó. Ella levantó la cabeza a forma de asentimiento y volvió a acostarse suavemente.
-¿Cuánto queda? -hasta su voz sonó débil.
-Unas cuatro horas. Haremos escala en Barcelona para llenar de gasolina en una hora.
La emoción de el era evidente. era muy poco emotivo con la mayoría de cosas, siempre ante alguna situación inesperada o muy planeada se mostraba implacable. Como Aquiles, podría compararse, pero como todo héroe épico, desde Ulises hasta el Cid, tiene su debilidad. La de Aquiles era Patroclo y su talón, la de Ulises las mujeres, la de el Cid sus dos hijas... La de Ashley su país.

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Sinner
Ficción GeneralLa mejor manera de vencer al deseo es cediendo a él, cediendo al pecador.