Pecado 35

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Pecado 34. La estafa.











Danielle despertó entre los brazos de Ashley. Él estaba dormido así que ella aprovechó para abrazarlo más fuerte, sentir su perfume, admirar su rostro.

Ya lo había dicho pero lo volvía a repetir: Ashley era un Apolo en formas, un Ares en personalidad y un Adonis con traje.

—¿Quieres dejar de olfatearme?

Danielle se sobresaltó pero él sonreía. Sonreía de tal manera que ella no pudo evitar contagiarse.

—¿Has dormido bien? —preguntó él, ella asintió— Yo al menos lo intenté.

—Pero te fuiste.

Él se quedó en silencio, juraba que ella no lo había oído.

—Fui... Fui a despedirme de Mia, probablemente ya esté muerta. Y también fui a ver a tu madre. El bebé y ella están bien...


Pero Ashley no había terminado de hablar cuando vio sus ojos cristalizados a punto de romperse por dentro.

—¿Qué ocurre, pequeña? —la besó en la frente.

—Sé que debería ir a verla porque la secuestraron por mi culpa pero..no soy capaz.

— Si no quieres verla, nadie te está obligando.


Danielle lo abrazó aún más y se quedaron en silencio. Todavía asumir todo lo ocurrido, los estaba aterrando porque cada vez iban siendo más consciente de la clase de monstruos que tenían en sus casas.

— Danielle —lo llamó—. ¿Alexa te dijo algo sobre mi?

Sí.

—No.


Ella cerró los ojos abrazandolo más fuerte. Eso le rompió el corazón a él, pero no quería que se marchara, hoy no, en este momento tan crítico de su vida, no.

Ashley la abrazó de vuelta. Colocándose a su altura, la besó en todo el rostro.

—Tengo que ir a trabajar —murmuró él.

—¿Estás loco? Sigues herido.

—Ya... Pero tengo que terminar un trato con Europa, quieren disminuir nuestros cruceros en costas mediterráneas y... —la miró fijamente—. Prefiero quedarme contigo.

Ella sonrió.

— Oye —lo llamó— ¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta?

Ashley la miró achinando los ojos sin poder descifrar lo que quería decir.

—¿Eres consciente de lo jodidamente hermoso que eres?

Ashley parpadeó creyendo que se lo había imaginado, pero no, ella sonreía esperando su respuesta.

—Buena pregunta. ¿Eres consciente de lo adorable que eres?

Ella se puso roja como un tomate porque no esperaba que Ashley dijese eso. Danielle se mordió el labio y bajó la mirada mientras él le acaricia las mejillas que ahora estaban calientes.

—Eres preciosa, pequeña —la besó en la frente y se levantó.

Danielle lo miró fijamente pero se dio la vuelta y cerró los ojos dándole a entender que no quería levantarse.

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