La bipolaridad.
Danielle llegó a su casa tomando un fuerte respiro.
En la biblioteca no le había ido bastante bien porque con el chico que había quedado para explicarle unas cuantas cosas de historia...Le dio plantón.
Estaba tan cansada y tan muerta de sueño que fue llegar y tirarse al sofá.
—¡Señorita! ¿Va a comer algo?
El servicio empezaba a molestarla como de costumbre. Ella negó suavemente con la cabeza y se marcharon. Cerró los ojos por un momento de paz hasta que empezó a sonar su teléfono.
Y una y otra y otra y otra vez. Ella hizo los ojos en blanco pero reaccionó al instante pensando en que podría ser Ashley, Lo tomó rápidamente mirando la pantalla y gimió... Era Alexandra.
—¡¿Qué quieres!? —gritó.
—¡Pedazo de idiota! Pon las noticias. Me va a dar algo... Taquicardia, oh dioses del Olimpo, salvenme.
De mala gana encendió la TV pero... Colgó la llamada al quedarse en shock. Conocía perfectamente ese edificio... Había estado un par de veces ahí.
Era el central de la empresa de Ashley. Miro la TV e intentando prestar atención.
— Es el sexto atentado yihadista que se produce en Europa. Al parecer quedan varios empleados dentro de las instalaciones y el fundador de las empresas, Ashley Bones.
¡Jesús, María y José! Se llevó la mano al pecho sintiendo que dolía, que dolía tanto escuchar su nombre seguido de tal noticia trágica.
—Se han oído varios disparos pero se sigue sin determinar el número de muertos.
Soltando el mando de la TV corrió al estudio de Ashley.
Nunca la dejaba entrar ahí pero la ocasión valía la pena, tomando un fuerte respiro... Empezó a buscar los papeles de él.
Ella había visto algunos planos que Ashley guardaba como recuerdo nostálgico para el momento en el que estaban construyendo la edificación.
Cuando los hubo encontrado, tomó su bolso y salió corriendo por las calles atenienses.
Podría llamar a Ashton y que la ayudase pero ya no confiaba en él, no después de lo que había pasado.
Seguía creyendo que Ashton era el de las cartas. Ese era otro tema, las cartas.
Las puñeteras cartas habían dejado de llegar... Ninguna señal del acosador o acosadora. Se mordió el labio ante la horrible idea de que pudiese ser que el que envía las cartas secuestró el edificio de Ashley.
Como una chica que tenta la suerte a medianoche en un callejón oscuro, se adentró en Atenas corriendo como loca parando el trafico y ocasionando algún que otro estrago.
De pronto, se preguntó que porqué iría así de angustiada a ver al hombre que la golpeaba y violentaba sus noches. Pero pronto lo dedujo:
Desde hace días lo había estado pensando y es que se sentía peligrosamente atraída por él. Era obvio que podía pasar, ella era susceptible y vulnerable, pasaba sus noches con él, lo besaba y obviamente era guapísimo.
No sabía cómo era el amor y tenía miedo de salir lastimada como narran en sus canciones y libros favoritos.
Era consciente que no era para nada amor, al menos eso pensaba, pero si se sentía muy atraída por la belleza e inteligencia fría de Ashley.
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Sinner
General FictionLa mejor manera de vencer al deseo es cediendo a él, cediendo al pecador.