Pecado 13.

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La discordia




Ashley tomó del brazo a Danielle la sentó en la silla y la miró de frente estaba tan, literalmente hecha mierda por fuera, y aún más pisoteada por dentro.

—Ábrela —exigió mientras ella tomaba temblorosa la nueva carta que había recibido.

Ella lo hizo, los dedos le temblaban y lo peor es que no tenía ni idea de lo que él podía estar planeando.

—Lee —ordenó tomando el cinturón y doblándolo por la mitad.

—"Querido, Ya me di cuenta que tu hermano te dio la carta que yo envié a Mia y sin duda te estarás preguntando que porqué me he puesto de lado de la mocosa, es simple te deseo, te deseo tanto que no soportaría verte en la cárcel cuando la mates. Me mataría, así que prefiero acabar contigo antes de verte pasar por ese sufrimiento. Te deseo, Si fueras tan solo mío... Podría cumplir todas mis fantasías contigo, te cortaría la piel de los brazos a trocitos y luego dejaría tu miembro en carne viva hasta que agonices de dolor..."

No pudo continuar porque Ashley ya le había arrebatado la carta haciéndola pedazos y tirándola a la basura.

—Ahora mi pregunta es, ¿Has sido tu la que ha enviado esa carta? —preguntó mirándola atentamente.

—¿Qué? ¡No! ¡Ni hablar! ¿Estás loco? ¡No! yo no te haría daño.

Danielle bajó la mirada llena de lágrimas brillantes que amenzaban con deslizarse en sus mejillas.

—¿Cómo voy a creerte? —cada vez apretaba más el cinturón.

—Te lo juro, Soy incapaz de... Semejante cosa —añadió asqueada.

Ashley se sentó justo enfrente de ella mirándola a los ojos acercó sus manos a la cara de ella.

Era tal la costumbre, era tal el dolor, era tal el miedo que cuando él levantó la mano ella se escondió jadeando de miedo.

Al principio frunció el ceño pero luego abrió los ojos parpadeando múltiples veces.

—No... Yo no iba a...

Ella lo miró con los ojos muy abiertos jurando que él podía oír su corazón y luego...

Silencio.

Ashley se levantó suspirando justo cuando recibía una llamada a su móvil.

Abriendo los ojos como platos tuvo el impulso de tirarlo al suelo, pero le apetecía oír así que lo puso en altavoz y contestó.

—¿Ashley? Soy Alexia...

—Sí, Lo sé, Conozco tu número —contestó arrogante.

—Quería hablar con mi hija, me enteré que te casaste con ella.

Ahora era Danielle la que se levantaba corriendo y se ponía cerca de él para oír todo bien.

—Efectivamente ¿Para qué quieres hablar con ella? Te la paso.

Hizo como que se la pasó a pesar que estaban oyendo todo.

—Hola, cielo.

—Alexia —respondió fría. Si tan solo ella hubiera evitado ese viaje a Atenas de su madre...

—Cielo, necesito tu ayuda. Tu hermano nacerá dentro de pocos meses y necesito dinero porque mi marido...

—Espera, espera, espera... ¿Cómo voy a conseguir dinero?

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