Bill caminaba nervioso por el piso del apartamento qur compartía con su novia, el estaba nervioso, vaya que lo estaba. El chico por fin se había decidido y le pediría matrimonio a su chica en una cita que sería en unos pocos minutos.
Cuando Alaylah salió de la habitación, Bill no pudo dejar de mirarla, estaba realmente preciosa, con un vestido negro, largo y ajustado perfectamente a su figura, con sus labios finos pintados en un rojo pasión y su cabellera negra suelta y natural detras de su espalda.
No podía dejar de mirarla. Ella era lo que lo mantenía cuerdo en estos tiempos de guerra. Le sonrió cálidamente. La chica iluminaba la habitación cuando ingresaba en ella con esa sonrisa perfecta, esa sonrisa que le dedicaba a él todo el tiempo. Alaylah era una ex Hufflepuf con corazón noble y carismático, ella y Bill habían sido novios por unos tres meses durante el séptimo curso y cuatro después de terminarlo pero pronto Bill consiguió un trabajo en Gringotts y ese trabajo requería de el en Egipto. Así que ambos decidieron que lo mejor era terminar. Siguieron mandándose cartas y Bill al visitar a su familia en Inglaterra también la visitaba a ella, por supuesto, siempre habían besos y más de por medio. Pero luego la tensión en el mundo mágico era demasiada y Bill Weasley, siete años después de haber "terminado" con Alaylah, no tuvo mejor opción que volver a Inglaterra para unirse a la Orden del Fénix y ayudar a su familia y a los que amaba. Alaylah entre ellos. Volvieron en cuanto Bill pisó suelo inglés definitivamente gracias a los besos y cariños de Alaylah.
"Cierra la boca, te entraran moscas" le dijo juguetona Alaylah mientras golepaba con su bolso negro el hombro de su novio.
"Estás preciosa" dijo para luego besarla en sus labios, la chica sonrió en el beso.
Se separó y acarició enamorada el cabello pelirrojo de su novio, besó su mejilla y río cuando vio que había dejado una mancha. Abrió su bolso para sacar una toallita húmeda para limpiar la mejilla de su novio. Miraba las facciones del chico mientras limpiaba delicadamente la macha de labial. Bill tenía muchas pecas y unos ojos de chocolate tan profundos que Alaylah a veces se perdía en ellos.
"Te amo tanto, cariño" Susurró la pelinegra con cariño.
Bill sonrió inmensamente ante las sinceras palabras de su novia. Esos momentos, con ella, eran en los que parecía que no había una guerra avecinándose, que gente no sufría día a día por el Innombrable. Parecía que sólo había paz y felicidad en el mundo cuándo escuchaba la voz de Alaylah y veía su sonrisa.
"Yo te amo aún más, amo mío" Bill besó la frente de su novia y la abrazó.
Estuvieron allí, abrazados, disfrutando de la compañía del otro unos minutos. Alaylah aspiró el embriagante perfume de Bill antes de separarse.
"¿Podemos irnos?" Preguntó la chica, su novio le tendió el brazo y ella aceptó para luego desaparecer del lugar.
Habían reaparecido en un callejón oscuro, alejados de los ojos de los muggles.
Bill tomó de la mano a Alaylah para empezar a caminar juntos. Había bastante gente por el centro de la ciudad muggle en donde estaban, la gente los miraba con ternura al pasar y verlos sonreírse enamorados y agarrandose de las manos con amor. Entraron a un restaurante elegante, el camarero los saludó educadamente y los guió a una mesa vacía.
Alaylah miró con algo de desconfianza el lugar. Lucia elegante y refinado, algo que a ella no le importaba mucho. Bill le sonrió cuándo se sentaron.
"¿Acaso has hecho algo?" Preguntó curiosa. "¿Por eso estamos en este restaurante tan elegante?"
"Claro que no" Río Bill negando con la cabeza. "Sólo quería hacer algo lindo por la mujer que amo"
La pelinegra lo miró con los ojos entrecerrados buscando algún pequeño indicio de que aquello era una mentira pero no vio nada en el pecoso rostro del chico. Alaylah le sonrió despreocupada.
Toda la cena, Alaylah y Bill se la pasaron riendo y hablando sin parar un solo minuto, parecían un par de adolescentes perdidamente enamorados el uno del otro. Y así se sentían. Verdaderamente, locamente y profundamente enamorados el uno del otro. Al terminar de cenar, tuvieron una pequeña pelea, como en cada una de sus salidas. Bill quería pagar toda la cuenta y Alaylah se negó a eso. Terminaron dividiéndose la cuenta entre ambos.
Bill la tomó de la cintura al salir del restaurante y la guió hacía un pequeño parque que estaba cerca. Alaylah frunció el ceño.
"¿A donde vamos, Bill?" Preguntó la chica.
"A un lugar bonito" Le sonrió a su novia.
Caminaron unas dos o tres cuadras hasta llegar a un parque muy verde, había algunos juegos vacíos y una bonita fuente rodeada de flores. Bill y Alaylah caminaron tomados de las manos hasta un banco y Alaylah se sentó en el. Bill se sentó a su lado con nerviosismo y tomó sus manos con cariño.
¡Por Merlin! Se sentía como un niño al que su madre había descubierto comiendo las galletas que había prohibido hacía unos minutos. Miró a Alaylah temeroso, ¿que sucedería si ella lo rechazara? Sintió un nudo en el estómago al pensar en eso. Trató de recordar las palabras dulces de su madre, le había dicho que era imposible que Alaylah le diga que no, que ella lo amaba con todo su corazón, ella podía ver eso con su corazón de madre. Ambos eran el uno para el otro. Pero no sabía si para la chica el matrimonio era un paso tan grande que no estaría dispuesta a dar. No tan pronto. Miró sus manos unidas preocupado, oh, que bonito se vería el anillo que tenía en su bolsillo en el delgado dedo anular de Alaylah.
"¿Que sucede, Bill?" Preguntó preocupada Alaylah.
Bill no contestó, en cambio, acercó sus labios a los de ella y la besó lentamente. Disfrutando el momento. Se separó lentamente y la miró a los ojos. Lo haría, le pediría matrimonio a Alaylah. Si decia que si, sería feliz a su lado, tendrían pequeños pelirrojos y pequeñas pelinegras. Y si decía que no... negó con la cabeza, eso no pasaría.
"Alaylah, no tienes idea de cuanto te amo" Besó los nudillos de la chica. Ella sonrió. "Me enamoré completamente y como un tonto de ti. De tu sentido del humor, de tu risa, me enamoré de tu amabilidad, de tu manera de encontrar algo bueno en cada persona que conoces. Eres todo lo que siempre quise y siempre querré. Eres todo." Bill suspiró. "Te amo, Alaylah, a ti y a todo lo que representas"
Alaylah sintió lágrimas formándose en sus ojos, eso había sido tan tierno. Su corazón saltaba de alegría y de amor hacia el pelirrojo sentado enfrente de ella.
"Bill..." Susurró Alaylah. Bill la interrumpió besando sus labios brevemente.
"Te adoro, Alaylah Greggor." Dijo Bill.
El chico se levantó y se arrodilló enfrente de la chica. Alaylah sintió como su corazón latía salvajemente, sonrió inmensamente. Entendía lo que estaba sucediendo y le encantaba. Mordió su labio inferior con nerviosismo mirando atenta a su novio. Bill sacó del bolsillo de su traje negro una cajita de terciopelo azul oscuro.
"¿Te casarías conmigo? ¿Te convertirías en Alaylah Weasley?" Preguntó Bill con nerviosismo. El anillo brillaba dentro de la cajita abierta.
"¡Si, mil veces si!" Gritó Alaylah.
La chica se lanzó a los brazos del pelirrojo haciendo que el se tambaleara y cayera hacia atrás. Ambos rieron cuando chocaron con el suelo. Alaylah llenó la cara de su novio -ahora prometido- con besos. Bill sonrió intensamente. Ella había dicho que si. Alaylah Greggor se convertiría en Alaylah Weasley en poco tiempo y eso lo hacía inmensamente feliz.
"Debo ponerte el anillo" Susurró el chico.
Alaylah asintió emocionada y salió de encima de Bill, se sentó en el pasto con cuidado de que no se vea nada al sentarse. Extendió su mano izquierda con lágrimas en los ojos viendo cómo Bill agarraba la cajita del suelo y sacaba el anillo para luego colocárselo en su dedo anular con delicadeza. Miró el anillo contenta. Era un anillo sencillo pero era precioso.
Alaylah volvió a lanzarse a los brazos de Bill para besarlo.