El santuario de dragones era algo que Charlie había imaginado por tantos años, era el más grande de Europa y el joven mago no podía sentirse mejor al estar allí para su nuevo trabajo.Se sentía extremadamente nervioso al aparecerse frente a la puerta de madera de aquella edificación antigua y grande en donde debían estar las otras personas que serían sus compañeros de trabajo. Antes de poder tocar la puerta, la misma fue abierta por un hombre alto y de cabellos negros. El hombre lo miró con los ojos entrecerrados antes de sonreír ampliamente.
—¡Debes ser Charles Weasley! ¡El nuevo!—Exclamó el hombre. —¡Llegaste más temprano de lo pensado!¡Aurora se encuentra con Leviátan en estos momentos!—
Charlie sonrió ante aquel entusiasta a pesar de que lo había llamado Charles. Se imaginó que Leviatan debía de ser uno de los tantos dragones que había en el santuario, y ya sabía que Aurora era una trabajadora que poseía un alto cargo allí por las cartas intercambiadas con el encargado Kyle.
—Solo Charlie, por favor.— Mencionó el pelirrojo.
—Claro, claro.— Asintió el hombre, abrió grande sus ojos. —No me presenté, me llamo Aurel y te tendré que llevar con Aurora, es la mano derecha de Kyle, pero eso seguro ya lo sabes.— Aurel hizo un ademán y empezó a caminar. Charlie se quedó en su lugar, pensando en donde dejar su bolso marrón que colgaba de su hombro.
—¿Donde puedo dejar esto?— Habló el pelirrojo, el pelinegro se dio la vuelta.
—Déjalo allí, lo llevarán a tu habitación.— Aurel siguió caminando y Charlie se apresuró a dejar su bolso allí y trotar levemente para alcanzarlo.
El santuario era más enorme de lo que parecía, caminaron tanto que Charlie no entendió porque simplemente no se aparecieron en el lugar. Podía escuchar rugidos de dragones alrededor y el olor a bosque inundar sus fosas nasales. Charlie miraba todo a su alrededor, en busca de algún dragón que ver. Mientras caminaban, Aurel le hablaba sobre la mujer que verían.
—Aurora es excelente con los dragones, tienen una conexión que nosotros solo soñamos con tener.— Hablaba el hombre. —Pasa más tiempo con ellos que con nosotros.—
—¿Está aquí hace mucho?— Preguntó curioso el Weasley.
—Desde que tiene dieciséis— Asintió Aurel. —Su familia tiene dragones en Francia pero ella deseaba un aire nuevo. — Un escalofrío lo recorrió.— Su familia es igual a ella. Todos con esa extraña conexión hacia los dragones, es extraño, pero fascinante.—
Charlie se mantuvo callado, no sabía nada de un santuario en Francia, aquello era algo nuevo. Esa mujer sonaba interesante, demasiado. Cuando Aurel paró mirando hacia enfrente y sonriendo, Charlie no pudo evitar seguir su mirada.
En aquel área verde había una colina casi sin pasto pero alrededor el pasto era verde, había una mujer de cabellos casi blancos que caminaba hacia ellos con el rostro serio, vestía con extrañas ropas color marrón pero que le sentaban de maravilla. No había ningún dragón cerca a pesar de que Aurel dijo que estaba con Leviatan.
—No te acerques mucho a ella si quieres salir vivo.— Aurel palmeó su espalda y se dio la vuelta para marcharse del lugar. Charlie frunció su ceño confundido.
Cuando la mujer estuvo suficientemente cerca el pudo apreciar lo bonita que era. Su cabello casi blanco estaba casi todo suelto, tenía ondas naturales y algunas trenzas adornando, ojos verdes profundos y rasgos preciosos. Era demasiado bonita.
—Hombre, si que llegaste temprano— Habló ella mientras llegaba hacia el y quedándose a una distancia algo grande, confundiéndolo directamente. —Un gusto conocerte, soy Aurora Duhoux.—
—Igualmente, me llamo Charlie Weasley.— Charlie extendió su mano hacia la mujer acercándose más a ella y en ese momento sintió como la tierra temblaba.
Un enorme dragón aterrizó al lado de ella haciendo que Charlie retrocediera unos cuantos pasos asustado por su repentina aparición, aquello había sucedido muy de repente. Aquel dragón era temeroso pero hermoso al mismo tiempo, negro con ojos rojos como la sangre misma, el animal gruñó con enojo al pelirrojo. Se sintió levemente inseguro y temió por la rubia, quien a diferencia de él, lucía tranquila, como si estuviera tan acostumbrada al feroz dragón que su repentina aparición no la había inmutado. El dragón acarició el brazo de ella con su cabeza mientras miraba al Weasley mostrando levemente sus dientes.
Ella soltó una leve risa antes de pasar su mano izquierda en la cabeza del dragón y apartarlo juguetonamente de ella. El dragón volvió a rozar su cabeza con el brazo de ella.
—El es Leviatan.— Sonrió Aurora posando su mano en sus escamas. —Es un poco celoso, pero no te hará nada si te mantienes a una distancia adecuada de mi.—
Charlie asintió y se dedicó a mirar al dragón. Realmente era majestuoso, sus escamas negras brillaban y sus ojos no dejaban de mirarlo con atención, controlando todos sus movimientos.
—Es precioso.— Admitió Charlie. Aurora sonrió al escuchar su cumplido. —Está muy apegado a ti.—
—Como todos los dragones.— Rio Aurora. —Debería mostrarte nuestras instalaciones y presentarte a algunos de los dragones.—
El pelirrojo asintió y Aurora avanzó hacia el, el dragón detrás de ella avanzó detrás de ella en silencio. Charlie parpadeó atontado ante esa imagen extraña.
—Leviatan...— El joven movió su cabeza en dirección al dragón. Aurora volteó con el ceño fruncido.
—¡Ao emagon naejot umbagon, Leviatan!— La mujer habló en un idioma desconocido para el, aquello no era rumano pero el dragón pareció entender, el animal bufó y la mujer volvió a hablar en un tono duro. —Nyke jāhor daor repeat ziry arlī—
Leviatan movió su cola enojado y la empujó levemente con su cabeza antes de darse la vuelta y caminar rápidamente para emprender vuelo. Aurora se dio la vuelta encontrándose con la mirada fascinada de Charlie Weasley.
—En serio eres genial.— Halagó el. Parecía increíble que esa pequeña mujercita tuviera tanto poder sobre aquel feroz dragón.
—Es un chiquillo malcriado.— Negó ella empezando a caminar de nuevo, esta vez al lado del pelirrojo. —Está en su adolescencia.—
El pelirrojo soltó una risita por la manera en la que hablaba del dragón, como si fuera su pequeño hijo. La miró apreciándola, su estatura pequeña y su bonito rostro, apartó la mirada tratando de alejar los pensamientos que golpeaban su mente, pensamientos de un torpe adolescente que veía a una muchacha realmente bonita y amigable.
—Espero que Leviatan me acepte algún día.— Habló Charlie.
—Lo hará, Charlie Weasley.— Dijo la rubia. —Con mi ayuda, lo hará.—