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Newt sabía que en ese pequeño y pintoresco pueblo había una veela.
Había estado buscando una desde hace meses, investigando sobre ellas y tratando de encontrar una para poder ver de cerca su poder y estudiarla de cerca, para su libro. Ellas no eran criaturas mágicas, pero si una raza semi-humana, por ende eran criaturas semi-mágicas, aparentaban ser muy jóvenes y bellas mujeres de ojos azules y cabello rubio, tenían un gran poder de seducción pero podían ser peligrosas, cuando se enojan sus rostros se convierten en algo parecido a la cabeza de un ave con picos largos y filosos y con largas plumas que nacen de sus hombros, también pueden lanzar bolas de fuego de sus manos. Eran temibles. Uno debía de tener cuidado con ellas.
Newt lo último que quería era provocar el enojo de la veela, pero según habían dichos los pocos habitantes de el pueblo, Jelka, era bastante tranquila y comprensiva. Muchos habían llegado allí para ver su belleza y habían marchado del bonito pueblo con el corazón roto porque la bella rubia no les correspondía. También le habían dicho que no toleraba a la gente irritante, no toleraba a los que se querían aprovecharse de ella. Algunos habían tratado de hacerla enojar para que así ella desplegara sus alas y así arrancarle las plumas, eso le daría control total sobre ella.
El mago agarró con fuerza su maletín mientras caminaba en las calles cubiertas de nieve, se dirigía a la casa de la chica con cierto nerviosismo. Las calles estaban vacías, era de noche y hacia demasiado frío como para estar afuera. Newt se detuvo cuando estuvo enfrente a una bonita casa de dos pisos de ladrillos viejos, pudo ver humo saliendo de la chimenea así que supo que ella debía de estar adentro. Detrás de la casa se podía ver el bosque, oscuro y espeso.
Se acercó a la puerta y miró el número. El 13 indicaba que estaba en el lugar correcto. Su corazón estaba por salir de su pecho en cuanto tocó la puerta unas cuentas veces. Cuando la puerta se abrió el mago quedó sin habla.
Claro que sabía que las veelas eran hermosas. Pero ver a una de frente simplemente te quitaba la respiración, la chica con el ceño fruncido frente a él tenía su edad, su cabello rubio largo tenía un brillo propio que lo encandilaba y parecía fluir como una cascada suelta detrás de su espalda, sus ojos eran de un azul profundo que lo miraban con intensidad y sus labios eran envidiablemente gruesos. Tenía puesto un camisón largo y blanco algo transparente y un abrigo del mismo color arriba. Newt carraspeó y agachó su cabeza, de repente había sentido la extraña necesidad de besarla intensamente y no soltarla jamás. Sacudió su cabeza, sabía que lo que sentía era el efecto de la veela.
-¿Necesitas algo?- Preguntó Jelka, ella tenía la voz tan dulce como la miel.
-Y-yo me lla-llamo Newt Scarmander y soy magizoologo.- Masculló, fijo su vista en ella pero rápidamente apartó la mirada, ella era intimidante.
-Hola, Newt.- Dijo confundida. -Yo soy Jelka.-
-L-lo sé.- Murmuró tímido. Jelka lo miró confundida.