En la casa Potter se podían escuchar gritos y se podía sentir la emoción en el aire.
Era el primer año en que todos los hijos del matrimonio Potter-Bothwell iban a Hogwarts. La única hija del matrimonio y la única en no haber ido a Hogwarts aún, ya tenía la edad suficiente para ingresar al mismo colegio en el que sus padres ingresaron cuándo eran pequeños y en donde aprendieron magia.
Harry Potter se sentó con pesadez en el sofá de su sala para descansar un poco. A pesar de que James y Albus ya habían ido a Hogwarts años atrás y de que ambos padres revisen siempre sus baúles para ver si se encontraba todo, seguían olvidándose de cosas innecesarias que querían llevar al colegio. Harry podía escuchar desde abajo las quejas de James sobre cómo Albus tocaba todo lo suyo y podía escuchar a Lily hablarle asustada a su madre sobre lo preocupada que estaba de perder a su gato en el castillo en la cocina.
-¡Eres un imbecil, Albus!- Gritó James desde su habitación en el piso de arriba. -¡Ya saca a tu maldito hurón de mi habitación!-
Harry se tocó las sienes para tratar de aliviar el ligero dolor de cabeza que tenía en esos momentos. Faltaba pocos segundos para que su esposa empezara a gritar también.
-¡James Sirius Potter!- Gritó Daireen saliendo de la cocina con Lily detrás de ella. -¡Deja de gritar y de maldecir!-
-¡Tu eres la que grita, mamá!- Le respondió James. -¡Te voy a matar, Albus!-
Harry rio levemente al escuchar la pelea de su familia. Era así cada mañana antes de ir a la estación de King Cross, había nerviosismo, preocupación y emoción en esa casa cada uno de septiembre.
-Tu levántate del sofá y ve a ver qué es lo que sucede con los niños.- Regañó Doreen a Harry.
El mago le sonrió y asintió, se levantó haciendo caso a su esposa, antes de subir volteó y vio a la metamorfomaga sonreír cálidamente a su hija mientras le daba palabras de aliento.
Lily Luna había estado demasiado nerviosa esa semana y no se había despegado de su mamá en ningún momento. Siempre preguntando sobre Hogwarts a ella ya que era la única en la casa que creía que no le mentiría. Porque James le había dicho que no te dejaban comer en la primera semana, Albus le había dicho que debía estudiar veintitrés horas y su padre le había dicho que si no habría la cámara de los secretos reprobaría en muchas materias. Daireen había reido levemente y había desmentido todo aquello.
Harry casi se cae cuando el hurón de Albus pasó corriendo entre sus pies y detrás de él salió disparado el dueño.
-¡Detenlo, papá!- Gritó el joven.
Harry se dio la vuelta tratando de atrapar al hurón escurridizo de su hijo. El hurón corrió y se escondió debajo de la cama de Albus, Harry se agachó para agarrarló, luego se dio la vuelta con el hurón en mano para mirar a su hijo seriamente.
-Te dije que lo tengas preparado ayer a la noche.- Le llamó la atención.
-¡Pero el quería jugar hoy!- Gimoteó Albus. Harry rodó los ojos y le entregó el hurón a su hijo.
-¡Albus, se que tu la tienes!- Se escucho el grito de James desde el otro lado del pasillo. -¡Ya no es gracioso!-
Albus se dio la vuelta y Harry frunció su ceño. Por Merlin, ¿Acaso no podían dejar sus diferencias por lo menos por este ajetreado día?
-¡Que no tengo tu maldita varita!- Albus contestó.
-¡No me hagan subir porque los castigaré a los tres!- Gritó Daireen desde abajo.
Harry caminó hasta la habitación del mayor de sus hijos y lo miró mientras el buscaba desesperadamente su varita por todos lados. James se levantó del suelo luego de mirar abajo de la cama y vio a su papá parado con expresión cansada en su puerta.
-Papá, por favor haz aparecer mi varita con accio, por favor.- Le suplicó James.
-¿Esa misma varita que tienes detrás de la oreja?- Preguntó Harry señalando hacia la oreja de su hijo.
James se tocó la oreja desesperadamente y se alivió al sentir su varita allí. Río con nerviosismo al encontrarla.
-Perdón.- Rio el joven mago.
Se escucharon pasos y ambos varones vieron asomar la cabeza de Lily por la puerta.
-Mami dice que bajen ya.- Les dijo. -Que se hará tarde.-
Ambos asintieron. Harry hizo levitar el baúl de James por el pasillo hasta quedarse frente a la puerta abierta de la habitación de Albus.
-¿Ya estás?- Preguntó a Albus, quien estaba tirado en su cama. El chico se sentó y asintió con la cabeza. -Ya nos vamos.-
El Potter hizo levitar la maleta de sus tres hijos antes de bajar las escaleras con ellos pisando sus talones. Daireen estaba levitando a las tres mascotas mientras esperaba a su familia. Un búho, un hurón y un gato estaban en sus respectivas jaulas mientras la mamá miraba con las cejas alzadas a su hijo mayor.
-¿Donde estaba tu varita?- Preguntó.
-Detrás de su oreja- Le respondió Harry.
Albus y Lily soltaron una carcajada al escuchar eso. James a veces podía ser demasiado despistado. Daireen río un poco.
-Mami- La llamó Lily.
-¿Que sucede, cariño?- Preguntó.
-¿Y si no quedo en ninguna casa?- Preguntó preocupada.
Todos se quedaron callados y mirando a La Niña preocupada. Daireen se acercó a su hija y acarició su hombro con amor.
-Eso es imposible, mi niña.- Murmuró. -Estarás en la casa que el sombrero eliga para ti.-
-No quedes en Slytherin, Lily.- Dijo James. -Ya es suficiente con que Albus sea malvado, tu no debes serlo.-
Daireen levantó su mirada y miró a su hijo mayor. Le dio una mirada de muerte. Ella había estado en Slytherin cuando estaba en Hogwarts y sabía lo mucho que le gustaba molestar a Albus por haber quedado en la casa "mala".
-Te recuerdo que yo estuve en Slytherin, James.- Le dijo su madre con las cejas alzadas.
-Solo bromeo, mamá.- El joven se encogió de hombros. -La chica que me gusta está en Slytherin y lo sabes.-
-Bueno, ya tenemos que irnos.- Interrumpió Harry.
Los niños se apresuraron en abrir la puerta y salir de la casa para poder ir a Hogwarts y la pareja rio levemente al ver a sus hijos tan emocionados. Que bonita familia tenían.