Lo único bueno de las vacaciones de verano era que podía ver a su alegre vecina muggle todos los días.
Acababan de terminar las clases y para su pesar debía de volver a Privet Drive con los Dursley, vivir con ellos era algo que el detestaba. Sus tíos y su primo lo aborrecían, en el mundo muggle el se sentía fuera de lugar y la única persona que no le hizo su vida imposible había sido la bonita morena de al lado.
Sabía que tenía que mantener su distancia, claro que si. Ella era una joven muggle y las cosas en el mundo mágico estaban tensas; los muggles, magos hijos de muggles, mestizos y traidores de la sangre estaban en la mira de los Mortifagos. Si alguien lo veía mucho con ella sabrían que era importante para el, pero el no podía alejarse de ella. Estar lejos de ellas durante el ciclo escolar le molestaba así que en vacaciones quería estar con ella.
Harry Potter estaba sentado en el suave pasto enfrente de la casa de sus tíos, jugando con sus manos y esperando ver tan solo una mínima señal de Kayla Shepard. Parecía que nadie estaba en la casa, no había visto a la madre de la chica ni a su padrastro. Espero pacientemente en el pasto hasta que escuchó aquella voz tan conocida acompañada de una voz varonil.
Suspiró en cuanto lo vio, caminaba a paso tranquilo hacia su casa, su cabello estaba en su precioso estado natural, tenía una blusa blanca y una pollera de jean, seguía teniendo ese brillo en sus ojos y sonreía ampliamente a alguien. Harry se fijó en su acompañante, un chico de cabello castaño y ojos marrones, mucho más alto que ella y de seguro más alto que Harry, vestía de negro y le hablaba sin parar.
Harry sintió celos, Kayla dejó de mirar a su acompañante y su mirada se posó en el chico de cabello azabache que la miraba con intensidad. La chica puso una sonrisa que tocaba sus ojos en cuanto vio a su amigo, el mago le sonrió con timidez.
—¡Harry!—Dijo emocionada.
Se acercó apresurada a él y Harry se levantó sacudiendo sus pantalones, Kayla se tiró sus brazos sin miramientos. Lo había extrañado, siempre que se iba a su colegio lo extrañaba como nunca, ellos dos habían crecido juntos y se habían defendido mutuamente de Dudley y sus amigos. Harry rodeó la pequeña cintura de su amiga con sus brazos y escondió su cara en su cuello. Kayla tenía su dulce perfume de frutas que era característico de ella y que a él tanto le gustaba.
—Hola, Kayla.—Susurró contra su cabello.
—Te extrañé, pequeño tonto.—Kayla se separó de el con una sonrisa.
El amigo de la chica se acercó con paso precavido y se paró al lado de ella, miró de arriba a abajo a Harry, miró su aspecto flacucho y sus ropas grandes, su vista se posó de nuevo en la chica.
—Me tengo que ir, Kay.—Dijo el chico con incomodidad.
—Oh, cierto. Adiós, Ben.—Se despidió Kayla, lo abrazó brevemente, el chico le dio un breve asentimiento a Harry y siguió caminando.
—¿Tu novio?—Preguntó serio.
—Un amigo nuevo, viene de Estados Unidos.—Rio negando con la cabeza. —Y no estoy interesada en el de esa manera.—
—Oh.—Soltó Harry.
—¿Quieres entrar en casa? Mamá hizo brownies ayer y todavía hay.—Dijo sonriendo la muchacha. —Además tenemos mucho de que hablar.—
Harry asintió con energía. Algo que amaba más que la comida de la Señora Weasley era la comida de la Señora Shepard, jamás le diría eso a la madre de su amigo pero esa comida era lo mejor que el alguna vez había probado. Siempre que podía en vacaciones iba a comer en casa de los Shepard porque los Dursley no solían alimentarlo adecuadamente, además ahí siempre había bocadillos ya que la mamá de Kayla era chef.
Kayla empezó a avanzar hacia su casa con Harry siguiéndola por detrás. Abrió con su llave y pasaron a la bonita casa, directamente fueron a la cocina y la chica se acercó al horno, sacando un plato con Brownies que extendió al mago. Harry tomó uno y le dio un gran mordisco, aquello sabía a gloria. Luego fueron a la sala, ambos se sentaron en el sofá y Kayla encendió la televisión colocándola en un canal aleatorio.
—¿Que tal el colegio?—Preguntó curiosa Kayla. —¿Haz aprendido más hechizos?—
Harry sonrió ante lo curiosa que sonaba Kayla. Ella sabía del mundo mágico porque el le había dicho luego de una pequeña pelea antes de empezar su tercer año, antes del incidente con la tía Marge. Kayla era una chica inteligente y no se creía el cuento de que el iba a un colegio para niños con mal comportamiento, Harry Potter era un chico que sufría mucho y que no era malo. Así que le dijo que le diga la verdad si quería que siguieran siendo amigos. El le dijo, ella le creyó.
—Unos cuantos.—Dijo mirando al suelo.
—¿Está todo bien por allá?—Preguntó preocupada ella. —Están pasando cosas raras aquí y estoy segura que tiene que ver con lo qué pasa en tu mundo.—
Harry comió lo que le quedaba de su brownie y miró a la chica con cautela, dudando de si decirle la verdad o no.
—No, no todo está bien.—Dijo Harry luego de unos segundos. —Voldemort está tomando fuerzas, el mundo mágico tiene muchos problemas.—
La muchacha mordió su labio inferior. No entendía bien todo aquello de la magia pero entendía algo. Sabía que ese tal Voldermort era un mago oscuro, alguien malvado y despiadado, sabía que el había matado a mucha gente y entre ellos a los padres de su amigo. Sabía que Harry estaba involucrado al máximo con lo que estaba sucediendo, sabía por su amigo que una guerra entre los magos se acercaba, y ella tenía miedo.
—Prométeme que te cuidarás, Harry.—La chica tomó las manos de Harry, tenía una mirada cargada de temor. —Puedo no entender mucho sobre todo esto pero sé que lo que está sucediendo es peligroso.—
—Sabes que no puedo prometer eso.—Murmuró el mago, vio a la chica hacer una mueca, para luego recostar su cabeza en el pecho de su amigo abrazándolo y el la rodeó con sus brazos.
—Eres un gran amigo y no quiero que te suceda nada.—Susurró.
—Kayla.—La llamó. La chica se separó un poco de él y lo miró a los ojos. —Quiero que tengas mucho cuidado, si sucede algo extraño por aquí busca un lugar seguro. No soportaría que algo te suceda.—
—¿Por qué me sucedería algo a mi?—-Preguntó confundida.
—Eres muggle.—Dijo Harry lentamente. -Y alguien importante para mi, no sé si me están vigilando, no sé si saben que eres mi amiga, no sé si saben que yo moriría si te sucede algo.—
Ella asintió comprensiva y enternecida. No sabía que ella era tan importante para el, alzó su mano para acariciar los cabellos indomables del mago, Harry cerró sus ojos disfrutando de su caricia.
—No entiendo como puedes ser tan bueno y tierno cuando sufriste toda tu vida.—Murmuró. —Eres la mejor persona que conozco y odio que hayas pasado tantas cosas malas y que sigas pasándolas. Me encantaría que estuvieras en paz y fueras feliz.—
—Estoy en paz aquí.—Dijo Harry abriendo sus ojos. —Estoy feliz aquí.—
La chica muggle lo miraba con intensidad y con una sonrisa tierna en sus labios, con sus ojos marrones fijos en los verde esmeralda de el.
—¿No te enojarás si hago algo?—Preguntó tímida.
—¿Que cosa?—Rio Harry.
—Esto.—Murmuró Kayla.
La chica de cabellos marrones se acercó lentamente al mago para luego besar sus labios con una ternura inmensa, sorprendido, el chico le siguió el beso colocando ambas manos en la cara de Kayla. Al separarse por falta de aire la joven lo miró con las mejillas ardiendo, Harry Potter tenía una sonrisa boba en su cara.
—¿Como podría enojarme por eso?—Preguntó en un murmuro Harry, la chica rio levemente.